Querida nieta:
Ayer, 12 de febrero, que hacia 1976 acuñó un espíritu, más
de la mitad de la actual representación parlamentaria clausuraba los congresos
de sus partidos. Ni una palabrita más. Cada vez me siento más lejano. De todos.
A la vez que me acerco a la gente. A las personas. Y trato de estar acompañado.
Amigos y familiares, los que nunca nos fallan.
El secreto de la felicidad debe andar guardado muy cerca de
ahí: frente a los que nos defraudan, la permanencia de los afectos, de la
fidelidad. No tiene nada que ver con desacuerdos puntuales, se trata de algo
más permanente. Ayer cumplía años una de tus tías abuelas y hoy lo hace tu tío
abuelo, dos de mis hermanos. Esa permanencia de afectos es de lo que te hablo.
Los amigos, los que siguen siempre, después de lo que sea o haya sido, frente a
los que para nuestra sorpresa tienen más aprecio al puñetero plato de lentejas.
A cierta edad tenemos de los unos y de los otros. A algunos
ni se les puede guardar rencor. Hay mucho atrás… otros, simplemente se
acercaron en un momento, casi siempre de forma interesada y después se han ido
con o sin apuñalar. Pero hay un apartado que tiene que ver con la dedicación
profesional de tus abuelos paternos que quiero que sepas antes de que todo ese
campo se encharque. Puede que no soplen los mejores vientos.
He tenido la ocasión, y el orgullo, de decirlo en un acto
público el pasado jueves, y seguramente está por ahí, por aquí, en este artilugio que cuenta con más de sesenta mil visitas a sus más
de trescientas entradas, los que en nuestra vida activa hemos sido profesores,
seguramente otras profesiones cuentan con algo parecido, tenemos un salario
diferido. No nos lo han pagado cuando trabajábamos pero lo recibimos en forma
de afecto de nuestros antiguos alumnos cuando nos encontramos con ellos.
Hoy voy a encontrarme con una antigua alumna. Han pasado
unos veinte años. También di clase a sus dos hermanos. Cristina era de las buenas, de las meticulosas, de las que querían
saber todo lo que se pudiera saber sobre el tema, sobre cualquier tema.
Recuerdo como mantuvo, durante el verano de 1997, una recogida diaria de datos
destinada a hacer una gráfica para una exposición que se inauguraba a finales
de septiembre con nuestros socios europeos. De Francia. De Dinamarca. De
Islandia.
Nos hemos encontrado hace un mes aproximadamente. Hacía más
de un año que no ocurría. Esta ciudad tiene un tamaño que permite encuentros
casuales de vez en cuando. Nos hemos contado cosas bastante íntimas. De adultos
amigos. Tiene una niña unos meses mayor que tú. Y ha decidido hacerte un
babero. La broma es que podía haber sido para mí, por como parece que me
expreso cuando hablo de ti o enseño tus fotos. Pero el babero, que recogeremos
hoy, y tú vendrás conmigo, pone Olivia,
y daremos prueba posteriormente.
Cosas de ese tipo son las que te digo que son importantes.
Sin olvidarnos de que el mundo anda muy revuelto, pero, ¿cuándo no ha sido así?
Sin recurrir a los libros de Historia, tus bisabuelos eran muy niños
cuando el mundo se desangraba en lo que conocemos como I Guerra Mundial. Al
menos dos de ellos combatieron en la guerra civil. Mis hermanos nacieron
durante la II Guerra
Mundial y yo cuando la de Corea. Ahora hay un peligro público en la
Casa Blanca pero cuando tus padres tenían
dos años a los ciudadanos de EE.UU se
les ocurrió elegir a otro RR para ese puesto y no era yo. Seguiremos...
Efectivamente, un sueldo diferido, pero bien merecido, Roberto.
ResponderEliminarVerano de 1997. ¡Jo, qué memoria! Para asegurarme de que no te equivocabas yo he tenido que echar cuentas tomando como referencia que fue en COU cuando fuimos a Bourcefrance. Veinte años. Pero decía Gardel que eso no es nada, así que espero que la vida nos conceda a ambos otros veinte y entonces me dediques otro lunes en este cuaderno de bitácora. GRACIAS
Gracias a tí, a todos vosotros
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