Hace un siglo, Mata Hari llevaba una semana detenida. Aquello no acabó bien para
ella. La válvula de la olla que cocería la revolución en la Rusia zarista ya estaba
disparada… Un siglo más tarde y como ya había pronosticado Rajoy, una de las hermanas del rey ha tenido mucha más suerte ante la Justicia que la mítica
espía. Y no es que haya sido declarada inocente de todos los cargos como
parecía sugerir el estado de levitación (sic) de su abogado defensor Roca Junyent. Hemos evitado la cárcel,
con gran esfuerzo colectivo. Millones de ciudadanos a punto de herniarse con
ese esfuerzo.
La pregunta de si la Justicia es igual para todos ha tenido en las
últimas horas millones de respuestas en nuestra Península. Y en las islas. En
alguna de ellas recuerdan muy bien que esa misma Audiencia Provincial, la de
las Illes Balears, no hace mucho condenó a 3 años de prisión a un individuo por
robar una bicicleta. Todos iguales ante la ley. Ese principio básico. Otro
tribunal, en otro lugar de España, ha condenado a 6 años de cárcel a otro
individuo por uso indebido de una tarjeta de crédito por un importe inferior a
cien euros. Hay muchos casos iguales o parecidos. Eso, todos iguales ante... Se
reclama mucho, por parte de las cercanías de los afectados famosos la
presunción de inocencia, es lógico. Y básico. Pero la proporción en las penas
no es menos básica, ni menos lógica.
Un ejemplo más nítido: ¿a todos los que están en momentos
procesales como el de Iñaki Urdangarín
se les ha mantenido el pasaporte? Llevamos cuarenta años edificando un sistema
que liquide el de la dictadura. Vamos bastante lentos. Escucho en la radio a Javier Cercas. Acaba de publicar una nueva
novela. Es una novela sobre la guerra civil. El protagonista, de su propia
familia. Muchos tenemos esa novela en la cabeza. El mérito es para quien
consigue compartirla. En esos cuarenta años no se ha reparado la memoria de
quienes perdieron la guerra.
El protagonista de Cercas, del bando ganador, pierde. Ese fue el bando
mayoritario. Ochenta años más tarde no tengo ninguna duda. Parecía que solo había
ganadores y perdedores. Cercas ayer y Martín Alonso, mucho más cercano en todos los aspectos, la semana
pasada, reclaman la victoria moral de los perdedores. La condena sin paliativos
de los ganadores y la denuncia de los tremendos excesos de los dos bandos.
Ochenta años más tarde de la carnicería de Málaga, febrero de 1937 y cuarenta años más tarde
del inicio del derribo institucional de la dictadura: Lentos sin duda ¿Seguros?
Scorsese consigue liarme otra vez, no
aprendo, y veo los 159 minutos de Silencio, sobre los mártires de Japón del siglo XVII. El mismo día
en que en el Diario Montañés, sin duda bien informado, nos ilustran con dos
conjuntos, de estructura atómica, tratando de reflejar las posiciones de unos
cincuenta dirigentes populares de esta pequeña región. Mi preocupación no es
por esa posible división, tan natural en todas las fuerzas políticas. El drama
es si también se va a fracturar el Opus local. Me ha parecido ver miembros de
la obra en los dos conjuntos. Quizá hasta en la intersección. Que existe. Sinceramente espero que eviten el martirio de cualquiera de los dos bandos. Total, para qué.
Menos mal que he encontrado otros hechos del fin de semana
que ayudan a no desesperar. Enorme demostración ciudadana en Barcelona el
sábado a favor del cumplimiento de la ley. Volem acollir/ Queremos acoger. Casa
nostra es casa vostra/ Nuestra casa es la vuestra. Ya había habido un gran
concierto en el Sant Jordi el sábado anterior. Y ayer la segunda edición de la carrera por Siria en la Castellana de Madrid. La primera tuvo eco en Santander el pasado septiembre. El 1 de
octubre tendremos aquí también esa segunda edición.
La manera en que Europa ha reaccionado frente a las
consecuencias de la guerra en Siria y otros lugares del Próximo Oriente, es,
antes que cualquier otra cosa, ilegal. El próximo domingo nuestra ciudad se une
a otras del resto del mundo que piden el cumplimiento de la legalidad. No hace
mucho tiempo éramos los españoles los
que aspirábamos a refugio político. Tenemos
un mundo muy malo para los DD.HH pero una mejor sociedad civil para combatirlo.
Así cerraba una entrevista en El Mundo del sábado Esteban Beltrán, director de la sección española de Amnistía
Internacional.
Una vez más agradezco con sinceridad tus comentarios, con los que suelo coincidir, y te animo a seguir por esa senda que facilita tu gran memoria para ésta grata miscelánea
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