Como las tarjetas de Bankia. Como el luto. Este blog llega a su sexto aniversario con el brío mutuo que
le ponemos quien escribe y quienes lo leen. Superando una media de 500 visitas
mensuales que no es ni poco ni mucho. Depende de la comparación, pero que no
podía sospechar en el momento en que, recién jubilado, inicié esta andadura. Gracias
a quienes os atrae esta visita.
La semana, y no solo en lo personal, sigue marcada por
Siria. Un amigo ha escrito que la carrera por Siria celebrada la semana pasada
en Santander ha elevado la decencia de esta ciudad (*). En la misma medida en
que he figurado en el núcleo organizador de esa carrera, mi propia decencia, mi
humanidad, también han aumentado… pero en Alepo siguen muriendo por centenares,
a diario. Las condiciones de vida son infrahumanas, hablamos de millones de
personas, y el acceso a un poco de agua potable se ha convertido en una
aventura para cientos de miles. Aventura que frecuentemente no acaba bien.
A miles de kilómetros, en la calle 42 de Nueva York, los
organismos internacionales discuten, en sesiones ordinarias y extraordinarias y
como en los mejores tiempos de la guerra fría, Rusia y Estados Unidos se echan las
culpas mutuamente y no acaba de salir una resolución clara que alivie el
conflicto para la población civil. No hablo de un arreglo medianamente
definitivo del conflicto. Solo que la ayuda humanitaria llegue sin convertir en
héroes a quienes la mueven y la reciben. Sin que esos convoyes, como ha
ocurrido esta semana, se conviertan en objetivos militares.
El Mediterráneo es una plaza mayor. Todos los que vivimos en
sus orillas somos vecinos. Siempre lo he visto así. No me influye un reciente
video de Serrat. Quién sabe si la
canción del pirata de Espronceda "Con cien cañones por banda..." o mis
estudios de geografía en Barcelona. Pero se entiende muy bien con un mapa
convencional en las paredes de las aulas. Después vienen las manías de los
adultos. Las religiones diferentes, los intereses económicos y geoestratégicos
y…la liamos muy parda. Pero, la carrera aquí la semana pasada lo certifica,
algo cambia cuando la sociedad civil se implica directamente
En este momento la situación política española ayuda mucho. La
mayoría solo espera de sus dirigentes políticos que dejen de marearnos. Han
cambiado muchas cosas que nadie parece haber entendido y en ese momento confuso
gana quien menos miedo da. Lo que hay gana, aunque sea de manera insuficiente, frente al cambio y mucho más cuando el
cambio aparece dividido y vuelto a dividir. Recuerdo una formulación del PSOE
como casa
común de la izquierda. Debe hacer ya un cuarto de siglo, recién caído
el muro… Ya no hay casa, ni común, ni… y los relevos vienen ya fragmentados de
serie. Al litigio Susana-Pedro le acompaña ahora, de forma cada vez más abierta, el de Pablo-Íñigo. Yo no las veo pero creo que hay series mucho más interesantes.
Escuchar los resultados electorales de ayer en Galicia y
Euskadi junto a la noticia de la apertura del juicio de los salteadores de la
antigua Caja Madrid produce impresiones difíciles de escribir. Al fin y al cabo
las leyes autoritarias que el actual gobierno en funciones aprobó con su última
mayoría absoluta siguen en vigor.
El único alivio: los cambios en mi vida personal de los últimos
meses. Las últimas horas de la campaña electoral las pasé cuidando a mi
nieta y ayer, en lugar de estar pegado a la radio al cierre de los colegios
electorales, estaba en el cine. Y además acompañado. Fundido a negro...
(*)http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/calle-manual-ciudadania_6_561053898.html