Hoy es ese día en que Pamplona, Hemingway y alguna cosa más resultan noticia mundial. La
competencia siempre es enorme. Algún año hasta el alcalde de Santander ha
pretendido hacer sombra a la capital navarra con la semana grande local. Quien
se haya enterado puede que todavía esté riendo. Mi traductor no llega, deja en fiesta el titular. Habrá
quien puede precisar más, aunque tampoco está nada lejos de lo que ha ocurrido
en las últimas horas en Grecia. Grecia ha sido una fiesta. Ahora, ahora mismo,
viene el aterrizaje. Como en toda resaca.
En enero hubo varias entradas de este blog que hablaron de
Grecia. Las dos últimas también y ésta. Naturalmente. Por alguna parte del
mismo debe quedar explícito que quienes nos comprometimos en momentos pasados
con una idea de Europa, no vamos a renunciar a la misma, aunque a diario nos
demuestren que quienes mandan no están por la labor.
El gobierno griego ha dado la palabra a sus ciudadanos. Ya
se que hay mucho más, por delante y por atrás y en los costados. Pero eso, si
queremos seguir siendo ciudadanos, es enormemente importante. Los griegos, y
nosotros, y algunos otros europeos, hemos sido súbditos demasiado tiempo,
incluso cuando históricamente ya no tocaba. Dejar la construcción de la Unión
en la etapa económica y monetaria, renunciando de hecho a la culminación
política, ya ha demostrado que tiene riesgos poco asumibles para los más
débiles. Tengo muy pocas
dudas, ninguna de hecho, de lo que hubiera votado ayer de haber sido ciudadano
griego. Ese sencillo ejercicio, el de ponerse en la piel del otro, es el que no
hacemos casi nunca. Por el contrario, los meses que le queden como jefe de
gobierno nos acompañará el sentimiento de vergüenza ajena por las manifestaciones
de Mariano Rajoy, desmentidas hoy
mismo por su ministro de Economía.
Un tipo más bien apagado, Mariano, que para una vez que se
tira a la piscina descubre que no tenía agua suficiente. Esa injerencia en
asuntos de un país amigo y aliado, debería disparar alguna alarma, si no
hubiera habido ya bastantes, sobre la anomalía que supone que un tipo así agote
la legislatura al frente del gobierno de España. También su ministra, de paseo
hoy por aquí, encargada del sector primario ha demostrado lo primaria que
resulta su filosofía política. Urnas
peligrosas… si, las carga el diablo. Ya se sabe. Y en cualquier momento te
devuelven, puerta giratoria mediante, al mundo anterior, a ese que habrás
tratado con guante de seda durante tu etapa en el gobierno. Eso si que tiene
peligro.
Anécdota local para terminar. Pese a haber visitado
numerosas veces el parlamento regional, incluso algún despacho del mismo, nunca
había estado en el hemiciclo en un pleno. Ya no puedo decirlo. El viernes 3
asistí como invitado al debate final y votación del nuevo presidente. Revilla tuvo más misericordia con Diego que con el portavoz de C,s. al
que sacudió abiertamente. Entre las
nuevas formaciones que han alcanzado representación en el Parlamento y en
algunos ayuntamientos, la que preside Albert
Rivera no se está distinguiendo por una coherencia que pueda pasar alguna
prueba medianamente objetiva. La entrega incondicional al PP en el Ayuntamiento
de Santander, y el voto negativo a Revilla escora el partido peligrosamente de
cara a las próximas citas electorales.
El PRC tiene por delante las condiciones más favorables para
afianzarse como un partido de masas a escala regional. Debe solucionar la
transición al postrevillismo pero no se me ocurre que haya mejor manera de
hacerlo que ocupando la presidencia del gobierno. La presidenta de la cámara
debe saber de lo que hablo. Gorostiaga
estuvo un tanto exagerada al reconvenir a los invitados tras la votación. Es
cierto que los aplausos a Revilla no se pueden comparar con los recibidos por
otros portavoces. Pero igual de cierto es que no hubo abucheos ni nada
parecido. Los silencios prácticamente absolutos que cayeron tras las
intervenciones del PP y C’s resultaron muy gráficos. Si los invitados no pueden
aplaudir, a la vez que los diputados, sin interrumpir para nada el pleno,
deberían advertirlo a la entrada.
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