Otros 25 años. Si la semana pasada la fiesta era en Berlín,
hoy el luto a la misma distancia, un cuarto de siglo, nos llega desde lo que Neruda llamó la dulce cintura de América. En uno de sus países más chicos, El
Salvador, los 80 fueron un muestrario de horrores. En otros lugares próximos
también. Pero el asesinato de los cinco jesuitas, cuatro españoles, y de las
dos mujeres salvadoreñas que trabajaban en su casa, removió mucho y a muchos …
aunque no evitó que unos meses más tarde fuera asesinado monseñor Romero, el arzobispo de San Salvador.
Los sectores más ultramontanos de la oligarquía salvadoreña
y la inmensa mayoría de los mandos militares siempre creyeron que la
universidad, la UCA, era la coartada ideológica para la guerrilla. La teología de la liberación, desmontada
durante el papado del polaco Wojtyla,
no era más que la aplicación de la doctrina oficial católica, opción
preferencial por los pobres… Pero la violencia en Centroamérica, en el conjunto
del continente, se quiso enmarcar en la confrontación este-oeste que dominó los
45 años posteriores al final de la II Guerra Mundial cuando todo era mucho más
sencillo.
Se ha alcanzado en Latinoamérica algo próximo a la
tranquilidad en los dos últimos lustros. Algunos de aquellos países avanzan
incluso hacia nuevos repartos de la riqueza nacional que aseguran una mayor
estabilidad. El recorrido es todavía enorme pero en muchas variables están ya
en condiciones de aleccionar a la Europa del sur, ahora que sin guerra fría se
ha ensayado un desmantelamiento del sistema de protección que muchos creímos
que era nuestra principal seña de identidad.
Hay demasiada sangre por el camino para ser indulgentes con
los dirigentes que además de saquear a sus ciudadanos pretenden que les
prestemos, todavía, alguna credibilidad. En un mes, el día del sorteo de la
lotería navideña, se cumplen 25 años de la última invasión norteamericana a
Panamá y del asesinato de Juantxu
Rodríguez, fotógrafo español que estaba trabajando allí junto a Maruja Torres. Rodríguez era bien
conocido en esta región por haber trabajado en el gabinete de prensa de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo. Su asesinato, a manos del ejército de los EE.UU.
sigue siendo un punto negro en nuestra historia reciente. Demasiado parecido al
que se produjo años más tarde en Bagdad.
No me considero especialmente rencoroso pero cuando veo al
presidente del gobierno de España, al actual y a los anteriores, mendigando la
foto y el apretón de manos con el presidente de los EE.UU, el actual y los
anteriores, me da por acordarme de estos compatriotas, muertos colaterales, y por preguntarme si nuestros mandatarios
llevan alguna vez en sus agendas este tipo de cuestiones. Aunque creo que
conozco la respuesta.
Francis Fukuyama publicó en el 92 su libro sobre el
pretendido fin de la historia, pero
su primer ensayo sobre ese asunto, el triunfo de la Democracia liberal sobre
cualquier otro sistema, era de 1989. 25 años también. Los mismos que hace que Ronald Reagan dejó la presidencia de
los EE.UU y casi igual que el final de Margaret
Thatcher como primera ministra. Eso fueron los 80, o también eso fueron los
80. Los años de la doble decisión,
sobre el despliegue de cohetes nucleares por parte de ambos bloques, la
invasión soviética a Afganistán que abrió un conflicto que 35 años más tarde no
se ha cerrado…
Hay días que es mejor no reparar en los aniversarios pero el
próximo sábado, festividad de la música y los músicos, yo estaré en Londres y
una de las abuelas de mi hijo, la que no era mi madre, hubiera cumplido cien
años. Y no quiero dejar de recordarlo. No tuvo nada que ver con el papel tópico
de la suegra. Un gran mérito.
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