Local y global. Edimburgo y Barcelona. A propósito del lago
Ness, que ya es casualidad, apareció una desaprovación en el canal temático
MGM el 11 de septiembre por la tarde. Ya la víspera un profesor universitario
catalán había deslizado unos gravados de Goya en el diario El País. Fuera de dudas un problema de
bilingüismo y el propio 11, en el Diario Montañés digital y corregido a
las pocas horas, en relación con el fallecimiento de Emilio Botín, apareció
un deborar,
“hay que deborar antes de que te deboren” citando, al parecer
textualmente, al fallecido que sigue haciendo que mi corrector parezca un
semáforo enloquecido.
Entre el 10 y el 11 de septiembre, es decir, a los 300 años
justos de la entrada en Barcelona del ejército borbónico se sigue demostrando
el valor de la v, de todas las uves incluyendo la que se formó ese día en las
calles de una ciudad que sin ser la mía de nacimiento, me ha cobijado más
noches que cualquier otra en el mundo, excepto la mía, desde la que escribo. Mi
conexión con el mundo pasa con frecuencia por Barcelona. Llegué allí muy tierno,
por joven, y me marcó.
Local y global es el título de un ensayo de 1997 que me parece que sigue
muy vigente. Jordi Borja y Manel Castells, al primero creo que puedo seguir considerándole mi amigo,
son dos sociólogos, urbanistas y lo que se quiera añadir, de más reconocimiento
fuera que en su país. Otros más. Así nos sigue yendo. Ahora en mi ciudad de
nacimiento hay una polémica similar, aunque sea en broma: Local y Mundial (de
vela, en este caso)
Lo que puede sumar, si nos empeñamos, al final resta. He
colaborado como voluntario en el Mundial de Vela ligera (clases olímpicas). Un
acontecimiento que tarda en volver al país organizador y que difícilmente se repetirá en una ciudad del
tamaño de la mía. He tenido ocasión de contrastar muchas opiniones. Hay miles
de ellas y no es fácil extraer un mínimo común. Una jueza holandesa me ayudó a
formular las razones por las que un individuo como yo colaboraba en un proyecto
como #Santander2014. Lo he hecho por
la ciudad. No por su alcalde. A un
periodista catalán la formulación le hizo gracia.
Algún concejal de la oposición quizá me reclame nombres. Lo
ha hecho recientemente en una red social cuando a mi me parecía obvio. El de la
jueza no lo voy a dar. El del alcalde de Santander no creo que haga falta. Del
otro partido en la oposición municipal hace años que me cayó un sambenito en
forma de síndrome de Estocolmo (mío hacia el alcalde de la Serna) en relación con mi apoyo a la candidatura
malogradísima de #Santander2016
Esta ciudad lo que demuestra a diario y cada dos años,
cuando se postula para acontecimientos diversos, es la carencia de un proyecto
de futuro. No es nuevo. Recientemente lo he cifrado en 80 años. Ochenta años
sin proyecto es suicidio. Y ahí estamos. La responsabilidad mayor es de quien
gobierna, por supuesto. Desde agosto de 1937 Santander no ha tenido alternancia
en el gobierno municipal. Pero desde 1979 esa alternancia es democráticamente
posible. Alguna responsabilidad tendrán los proyectos, sin suficiente eco
ciudadano, de la oposición. No es hoy el día de cifrar si la proporción es
50/50, 66/33 o 90/10 pero estoy seguro que no es 100 a cero. Y el proyecto de ciudad, de futuro
de la ciudad y de sus ciudadanos, es responsabilidad de todos. Una ciudad con
proyecto puede aprovechar un acontecimiento para subrayarlo. Lo que no ocurre
es que el acontecimiento en si mismo le de un proyecto de futuro a la ciudad.
Aquí lo vamos a ver desde hoy.
Y sin proyecto propio es más fácil censurar el de otros. El
afamado #postureosantanderino, no sé
si se relaciona también con las dos caras del escudo local, es doble, de doble
sentido. Al triunfo galáctico que el alcalde se ha apuntado antes de que el
Mundial empezara, se corresponde como una ley física, igual y de sentido
contrario, el de los que solo han visto un desastre general. Seguramente
formulado también antes de que empezara. Con muy poco respeto para los miles de
ciudadanos que se han sumado al acontecimiento.
Lo más doloroso para mi, por haberlo visto de cerca, es que
se incluya en la bolsa de pijos elitistas a deportistas que han conseguido
medalla, que van a ir a los Juegos de Río si consiguen que alguien les
patrocine y que han venido conduciendo más de 2.000 km desde su país, también en el sur de
Europa, una furgoneta en la que han vivido tres semanas
junto al Palacio de Festivales. Comiendo bocadillos o el lunch de un solo
plato. Cenando nosequé y utilizando los servicios y duchas provisionales montados
en la zona de Gamazo. Al hotel Real también ha ido alguien pero que yo sepa no
era marino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario