Una antigua discusión familiar hizo, en su día y debe hacer
unos quince años, que tuviera que comprobar la acepción del término mediocre en
el diccionario. Yo estaba acertado y mi interlocutor, mosqueado gratuitamente.
La primera acepción del término, en el online de la RAE es De calidad media, solo en
la segunda, De poco
mérito, tirando a malo se puede encontrar algo que suponga algún menoscabo. Es
decir, cuando oigamos el término habrá que preguntar, preguntarnos, por cual de
las entradas queremos circular.
Ha habido en las últimas horas tres referencias que me
llevan a ocuparme del asunto en esta entrada que está convirtiéndose en regular,
de lunes por la mañana. Uno. Empezando
por el final, que siempre es un gusto para ácratas malogrados, un titular de
hoy mismo, nada menos que en el diario que debe seguir siendo el más leído de
España, La Europa
alemana se hunde en la mediocridad.
Necesariamente la entrada es la segunda y se queda corta.
Una
Europa alemana tiene reminiscencias históricas tremendas, pero donde se ha
hundido el proyecto que un día algunos defendimos con mucha ilusión, no es en
una calidad media ni en el poco mérito tirando a malo. El proyecto europeo, si
queda alguien que sepa lo que es, tiene que encontrar un adjetivo mucho más
peyorativo que mediocre para describir su situación actual.
Dos. El sábado, la señora Cospedal
se descolgó con un sermón de vísperas, ella es muy religiosa como puede
apreciarse en la imagen que acompaña este texto y que circula por la red sin
palabras, se entiende todo, y bueno pues eso, que se llama Dolores y el viernes
pasado con el día de su onomástica empezó la semana santa católica.
Se
refirió María Dolores a los que se
rodean de mediocres para destacar y lo hacía con un juicio sumarísimo hacia los
que así actúan. Permítanme una duda, ¿ella se considerará de una calidad
superior a la media? Ya se que sería demasiado pensar que se pueda considerar
de poco mérito, tirando a mala, cuando los espacios de humor de medio mundo
están viviendo durante semanas con su número del pago simulado y en diferido al
ex tesorero de su partido y ex senador por esta circunscripción, pero tengo la
sensación de que ahora mismo, la inmensa mayoría de conciudadanos, por lo que
yo oigo por ahí, a la hora de calificar a la inmensa mayoría de políticos
profesionales, no utiliza un adjetivo como mediocre. Y me privo, por algún
respeto que me queda, de citar los calificativos que escucho.
Y tres. Con método deductivo. De lo general a lo particular, de
Europa, pasando por España, a Cantabria. Se dice, y lamentablemente lo tengo
que dejar ahí, yo no tengo confirmación, se dice que este mismo mes en una
reunión con un grupo de empresarios el presidente regional se confesó mediocre
y añadió que la región no daba para más. Bueno. Mira que podemos estar de
acuerdo, en parte, y tendré que empezar a vigilarme, pues no es mi primer
acuerdo con el presidente regional.
Es
cierto que a la región, la penúltima más pequeña de España en territorio y
población, no se le puede pedir que aporte un caudal humano como a las grandes.
Vale. Pero es que creo firmemente también que la mayoría de los cántabros,
ahora mismo, después de tantos engaños, al presidente regional, a su partido, a
todos los demás y al lucerito del alba, no los considera ni de calidad media,
ni de poco mérito tirando a malos. Los considera malos, muy malos, malísimos y
pésimos, por no entrar en calificativos con responsabilidad penal.
Moraleja,
lo mismo que tuerto en país de ciegos y mileurista entre seis millones de
desempleados, mediocre es un adjetivo que hay que ponderar y que no se le puede
otorgar gratuitamente a cualquiera. La mediocridad para quien se la trabaja.
Otros son simplemente vagos, maleantes y sinvergüenzas. Un respeto.