Acabado
el puentazo y con las navidades y el fin de año a
la vista, acabo de escuchar que se cumple no sé bien que aniversario de aquella
famosa frase de la graciosa majestad de los británicos, haciendo gala de su
educación exquisita y empleando el latín como medio de distanciamiento: Su año
horrible. El que acaba, al menos a los que no somos ni británicos, ni
graciosos, ni majestades, no se puede decir que nos haya ido muy bien. Y
siempre es bueno mirar hacia atrás para comprobar que hay gente a la que le va mucho
peor. En la comunidad de vecinos y en el municipio. En la región y en el país
completo. Para que hablar de continentes donde nunca les ha ido bien. O a
nosotros mismos cuando bebíamos agua y éramos más jóvenes y guapos.
Y
como empezamos a no saber hacia donde mirar, lo mejor es distraer al personal.
Buena parte de nuestras autoridades y representantes electos, en la celebración
del aniversario de la Constitución vigente, -solo 34 añitos, en comparación con
los 64 que ha cumplido la declaración universal de los DDHH- al presidente de
nuestro Parlamento regional no le quedó mucho más remedio que embestir hacia
una parte notable de la población catalana, la que defiende un nuevo marco de
relaciones entre su comunidad y el resto. Horas antes el presidente regional ya
había embestido a unos profesores que parece que se quejaban de vicio. Un tema
del que el señor Diego tiene que saber mucho dada su profesión anterior a la de
político profesional.
Creo
que he vivido mucho más tiempo que el señor Cagigas en Cataluña, no soy
admirador ni de Menéndez Pelayo ni de Aznar, no necesito intimidad para hablar
catalán, no me gusta el señuelo de la secesión, urdido por los conservadores
catalanes de la noche a la mañana, seguramente para distraer de un par de años
de gobierno tan horribles como aquel de la reina graciosa…
Bueno
pues el pasado jueves era más sencillo arremeter contra no se sabe muy bien
quién, que citar alguno de los problemas de los distintos grupos que, junto a
la pared del convento que fue fábrica de tabacos, gritaban sus diversas
situaciones. A mi, no me importa reconocerlo, esa parte del discurso me sacó
del sopor. Sentado junto al señor Obispo de la diócesis, llevaba –yo- un rato
preguntándome la razón por la que no se había terminado ya el acto, una vez
presentados los proyectos de innovación empresarial, que se habían elegido como
tema central.
Una
foto muy real de la actualidad. Ninguna referencia a lo que los ciudadanos más
próximos sufren y, tirando de argumentario ppartidista, eso no lo
supe hasta que llegué a casa y comprobé la coincidencia entre el discurso de
Cagigas y el del Congreso de los Diputados, una contundencia extrema para condenar
lo que en definitiva quiere una parte de los ciudadanos de otra comunidad
autónoma.
Del
pan y circo hemos pasado al circo de Wert. En Italia no lo tienen mejor.
Amenaza con volver el mayor dueño de circos. Mientras tanto todo, lo que se
dice todo, se va desmoronando, menos la falta de vergüenza de los dirigentes
que siguen diciendo que es el único camino… Lo único que no me explico es esa
seguridad para pensar que el tsunami social, que tiene que llegar, les va a
pillar con el chaleco salvavidas…
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