En
la cumbre del verano, de un verano en el que la modestia del presidente del
gobierno le ha impedido disfrutar de un espectáculo que parece que disfrutaba
otros años, la asistencia a los toros de Pontevedra, con sombrero y puro, otros
muchos de su partido y de los otros, o de ninguno, procuramos temporalmente
olvidar que este no es un verano cualquiera, procuramos olvidar, que es un
verano de crisis y a veces, algunas veces, nos vamos de fiesta. O de Festival.
Desde
que el FIS se desarrolla en Gamazo creo que se pueden contar con los dedos de
las manos mi asistencia a representaciones del mismo. Alguna más en las sedes
de los pueblos. Este año, el eco que los medios nacionales han dado al
espectáculo de John Malkovich sobre Casanova, “The Giacomo variations”, con
representación única en España, me decidió a salir de mi aislamiento veraniego.
Me alegro de haberlo hecho. La compra de la entrada en un cajero automático de
Cajacantabria, en un pueblo que no supera los 500 habitantes, añadió morbillo
al tema. ¿Cuánto durará ese cajero automático, esa sucursal?
La
Sala Argenta estaba prácticamente llena al inicio. No se puede decir lo mismo
para la continuación tras el descanso. Los diálogos en inglés, aunque
tremendamente académico, exquisito y comprensible, sospecho que evacuaron a una
parte del público que pudo acudir poco avisado. Muchas personas confiesan que
no soportan la lectura de subtítulos en películas en versión original. La
técnica en el teatro, con el pase de los títulos por encima y fuera de la
escena, no debe mejorar esa apreciación. Probablemente la nitidez de dichos
títulos tampoco era muy buena, pese a estar patrocinados por el diario más
diario de todos los diarios que se hacen en Cantabria.
Bien
por el FIS por traer ese espectáculo en tiempos tan duros y, si fuera posible,
mejorar la calidad técnica de la proyección de títulos para futuras ocasiones.
La fiesta más simpática a la que he asistido este verano se desarrolló el
pasado viernes en Novales. Y tuvo a los limones locales de protagonistas,
acompañados de tónica y ginebra. La finalidad, contratar desempleados del
municipio, seguramente es discutible. Si pretendemos acabar con el paro a golpe
de gin-tonic, la sanidad pública quebrará, más de lo que parece que está, por
atender a ciudadanos, muy solidarios, que terminarán alcoholizados.
Por
la parte de la Dirección General de Tráfico tampoco se si gusta mucho ese tipo
de eventos en el que más del 90% de los asistentes se desplazan al final en
coches particulares. Cuanto más solidario se haya sido en la fiesta, mayor
riesgo en la carretera. Pero lo más peculiar de la fiesta, institucional,
organizada por el Ayuntamiento del Alfoz de Lloredo, fue la práctica confusión
con un acto partidista. Confieso que no fui engañado, lo presentía y no me
importaba. Alguna mirada me confirmó que podía no ser mi fiesta, pero los
limones solidarios están por encima de sensaciones confusas. Parece que se han
recaudado 10.000 euros y que algún alivio, no muy profundo, procurarán.
Y
ahora, en pocas horas, a escuchar a Macaco y el jueves, San Roque, abogado
contra la peste. Este año, en mi pueblo, tocaré la imagen para que se ocupe del paro. Es una peste.
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