domingo, 29 de julio de 2012

Lejos de Europa


Nuestros políticos supuestamente liberales van preconizando la apertura en festivos de casi todos los establecimientos comerciales, y no se molestan casi nunca en explicar de qué manera favorece esa tendencia a un sector que electoralmente se le ha mantenido bastante fiel: El de los pequeños comerciantes. Hay lugares donde se asocia el comerciante pequeño, botiguer, con una determinada opción política.

Entre el juego que muchos políticos se traen, de comparar con el ámbito europeo lo que suele convenir a sus intereses inmediatos, si teníamos el IVA más bajo, si los carburantes eran más baratos … Casi nunca se molestan en establecer comparaciones reales en términos de poder adquisitivo real. Nada que inventar, todo está ya inventado, y las unidades de paridad de compra hace mucho tiempo, pero es tan difícil renunciar al discurso fácil, más bien bobo, por parte de políticos y políticas más bien fáciles y más bien bobos y bobas, que … la salida no es fácil.

Se podría decir que mis estados de ánimo de los últimos años son bastante incompatibles con la Semana Grande y, que por eso básicamente huyo de la ciudad en esas fechas. Tanto campo bucólico le ofrece a uno amplio espacio para mucho leer. Terminado lo que tenía entre manos acudo, como en los dos últimos años de manera bastante regular, a la Biblioteca Central de Cantabria.

El antiguo edificio de Tabacalera, multiusos en términos históricos, lo cual incluye prisión para presos políticos en épocas muy dolorosas, se había hecho un hueco en el ámbito cultural urbano a base de dosis de modernidad infrecuentes en nuestra latitud. Cine, conferencias, talleres diversos, exposiciones, … Más de una vez había hecho la reflexión, al acudir en fin de semana a esas magníficas instalaciones, de lo que suponía ese mero hecho. Un espacio cultural tan importante abierto un montón de horas, de forma continuada, tanto en sábado como en domingo.

Parece que se ha acabado y no me habían hablado de ningún colorín colorado. El consejero de educación, no es un error escribirlo con minúscula. Quiero hacerlo así. Así se está quedando, y no hemos hecho nada más que empezar, la educación y la cultura en nuestra región. La parte del deporte tiene tanta peculiaridad que prefiero reservarme. El consejero, decía, ha adoptado esa decisión muy recientemente y de forma inmediata. El viernes he firmado, como muchos ciudadanos, una queja contra el cierre en fines de semana y festivos de la Biblioteca Central de Cantabria.

No dudo del liberalismo y liberalidad del señor consejero, pero desde mi rincón bucólico, más cerca de Asturias que de la capital, quiero hacerle una pregunta que evidentemente no contestará. Se que muchos “chocolates del loro” a veces pueden sumar una cantidad notable, pero suprimir la apertura en fines de semana y festivos de la Biblioteca Central de Cantabria supone un ahorro exactamente de ¿cuántos euros al año? Hablamos de centésimas, de milésimas o de millonésimas de lo que ha costado restaurar el concierto educativo a un colegio que bordea la ley con su separación de niños y niñas en diferentes espacios.

Realmente el señor consejero, y su presidente, creen más aconsejable que los ciudadanos de cualquier edad, pero fijémonos en los más jóvenes, de los que tantas veces se ha dicho que tienen escasos recursos de ocio, al margen de los que procura la bebida, se pasen el fin de semana en centros comerciales mejor que en la Biblioteca Central?

Hoy, último domingo de julio, la Biblioteca está cerrada y los centros comerciales abiertos. Eso nos aleja de Europa tanto como la prima de riesgo. Los nombres de los culpables están bastante más claros. Y Cantabria sigue siendo una región muy pequeña y ahora empobrecida culturalmente.

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