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Mi educación sentimental no incluyó la copla más que a través de la radio de alguna vecina, por el patio de la cocina de la casa de mis padres. Así que he tenido que consultar en la red de redes antes de saber que lo que me ha venido a la memoria en esta tarde de lunes, al empezar a escribir, era una composición del maestro Solano para la “más Grande” (he tardado en averiguar que era Rocío Jurado)
Miedo, tengo miedo, Miedo de perderte.
Sueño noche y día Que sin ti me quedo.
Tengo, vida mía, Miedo, mucho miedo.
Que en mi caso no es referido a ninguna gitana, ni paya. Sólo se me ocurre que debe referirse a mi pensión de jubilación y a varios millones de compatriotas, como mis vecinos de Teka, su puesto de trabajo.
Estuve muy atento al telediario de la primera del domingo 19, a ver cómo abría. A pesar de que no había terminado de comer, tenía ese interés. Había dos acontecimientos esa mañana, importantes ambos. La pública abrió con las movilizaciones en la calle contra la política del gobierno. A continuación informaron de la clausura del congreso del PP. Espero que nadie se haya jugado el puesto por esa decisión. Se está poniendo la cosa así de fea.
No han pasado cien días desde el 20 de noviembre. Los medios de comunicación entregados a la causa popular - casi todos- llevan ya tiempo arrojando basura sobre los sindicatos. El PSOE ya se auto flagela y no necesita tanta ración. La portada de un diario extremista de Madrid, con unos manifestantes tomándose unas cañas al final de la manifestación, son una síntesis bastante perfecta de dónde nos estamos metiendo. Resumiendo, la izquierda tiene “mal perder” y se va a la calle para intentar ganar lo que perdieron en las urnas… Una historia de otro país, no del nuestro.
Pero hay órdenes muy preocupantes. En Valencia la policía ha tratado, ya varias veces, con extrema dureza a adolescentes que empezaron protestando por la falta de calefacción en su Instituto. La última ahora mismo, en esta tarde de lunes de carnaval.
Una pena que ningún partido se haya tomado en serio en la España posterior a 1977 los programas electorales como contratos con el electorado. Desde aquel famoso “OTAN de entrada no”, hasta las bajadas de impuestos prometidas en el último programa popular. Esta vez el error ha sido mayúsculo. Los estrategas del PP no captaron la intensidad del cabreo que había con el gobierno anterior e hicieron un programa tímido, sin decir nada o diciendo lo que sabían que no iban a cumplir.
Bien arrepentidos estarán hoy. Todo el discurso de Rajoy en la clausura de su congreso podía haber tenido sentido. Él, que iba a decir siempre la verdad y que acusó de mentiroso, centenares de veces, al gobierno anterior. Todas las falsedades de Cospedal en el desayuno de la primera de hoy, lunes 20, podía haber sido distinto.
Y siguen con miedo. Miedo que ya tenemos todos. No han presentado los presupuestos, ni lo van a hacer antes del 25 de marzo, por miedo a perder en Andalucía y Asturias. Y eso que parece que desde Bruselas andan con prisas sobre el tema… Alguien tiene que perder el miedo. Miedo al miedo. Miedo el gobierno, a Merkel, a los mercados, a la patronal (cada vez más exultante) Una patronal muy poco histórica. El esclavismo se hundió por poco productivo. Nadie debería querer regresar a esa fórmula de producción. Ni a una viñeta –que no he encontrado en la red- y que creo recordar que pertenecía al Perich, uno de los dibujantes señeros del final del franquismo y la Transición. Decía algo así “Prohibido escupir en el trabajador”
El domingo 19, cientos de miles de españoles demostraron en la calle que no tienen miedo. O que no van a callarse su miedo, nuestro miedo. Esa ola va a crecer. Esperemos que la serenidad, en todas las caras del poliedro, presida todas las demostraciones, de todos.
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