Entrada publicada ayer en http://www.aquiconfidencial.es/
Cerca de mi la funesta manía de contar. Lo de pensar ya es diferente. Veo que a lo largo de esta semana, con inicio festivo, vamos a estar equidistantes de las pasadas elecciones locales y de las próximas legislativas. Eso era lo que en algunos momentos folklóricos, a bordo de buques con pasaje de, al menos, tres categorías, o entre sectores de estudiantes universitarios en tiempos no muy lejanos, se llamaba el paso del Ecuador. Estar en el medio.
No me hubiese gustado nada haber estado entre Merkel y Sarkozy esta tarde en su menaje a dos, -el corrector se pelea conmigo por intentar ponerlo en parte en francés- y yo ya estoy muy cansado. Con j, pues con j. Así es como nos tienen a todos los demás, con muchísima j. Y no es por el tema ideológico. Tiene que ser por la peluquería.
Trato de explicarme. Mucho más radical en el asunto ideológico era Margaret Thatcher – En Londres la herencia está más a la vista que nunca- pero aquel estilismo que a cualquiera podía recordarle el de alguna mujer de la familia, el mohín de la alcurnia, su dicción perfecta que hacía que los intermediate, quizá upper beginner, entendieran lo que decía, o todo ello junto, hicieron de la dama blindada un mito generacional que no pudo sucumbir a la crítica fácil.
Merkel es otra cosa. Lo de la peluquería está a la vista y de su acento alemán, fino o vulgar, no puedo opinar. Abandoné demasiado pronto el estudio de esa lengua. Que debe ser lo que le pasa a la mayoría de los vagos del Mediterráneo. Lo que va ocurriendo día a día es que se nota que ni ella ni su equipo quieren figurar en el libro de oro de los mitos europeos. Y arrastra tras ella al pequeño Nicolás en operaciones que no se pueden entender.
Si ese hombre disfruta con Carla, como parece, tiene que sufrir mucho, mucho, con Ángela. Menos mal que es bajito, pues la cabellera no le falta. Y se han montado el susodicho menaje, con j para no molestar a mi corrector, y habrá que modificar los tratados de la Unión para institucionalizar la conferencia a dos, el menaje con j, entre la canciller y monsieur le Président. Y los demás, los otros 25, o alguno menos si sólo hablamos de la moneda, a mirar y a asentir.
Llevo tiempo pensando que para esta Europa no hacían falta tantas alforjas, no estoy lejos de sentirme timado. Hoy los del menaje con j han “descubierto” que hace falta más gobernanza común, económica y financiera, por supuesto. Como la crisis les de tiempo quizá descubran que hace falta más política común, de todo. Si no son tontos de baba ni están totalmente vendidos a los piratas modernos –mercados, agencias de descalificación, etc.- ¿dónde habrá que buscar?
Las tasas de crecimiento, de estancamiento, de sus dos grandes países en el segundo trimestre del año, conocidas hoy, o las pérdidas de sus inversores en bolsa en lo que va de año no difieren sustancialmente de, por ejemplo, las nuestras. La arrogancia sumada a la estupidez da una mezcla explosiva.
Y quizá por ahí, por la mezcla, me viene a la memoria Ana Mato. No se si todavía usa un Jaguar que le llegó de regalo a su sociedad de gananciales, de alguien relacionado con la trama Gürtel, pero sólo por haberlo usado debería ser más comedida. También es cierto que quedarse de guardia en la calle Génova, con el cristo, con perdón, de tráfico que parece que hay este agosto en el centro de Madrid por causas metafísicas, estar de guardia mientra el jefe se forra a pulpo con diez grados menos de temperatura, eso es para enfadar a cualquiera. Pero arremeter contra Rubalcaba en el tema de las Diputaciones Provinciales ¿razonando? que lo dice ahora para fastidiar al PP, describe muy bien la altura, física y política, de la guardiana del pulpo. ¿Será mejor ahorrar en Sanidad y Educación que en Diputaciones Provinciales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario