Entrada publicada hoy en Aquí Diario Cantabria
Antes de que la red de redes existiera la palabra inglesa banner creo que se traducía por pancarta, de las que se llevan en las convocatorias que reivindican algo o protestan contra algo. Ahora mismo no creo que nadie lo traduzca. Un banner es un banner, y significa un aviso con movimientos que captan nuestra atención al entrar en una página web. Si se teclea en Google la palabreja salen 884 millones de referencias. Los responsables de la Filmoteca regional ignoran olímpicamente los banners. El pasado mes de febrero acudí a la calle Bonifaz a ver una película y daban otra diferente, eso si, del mismo director, el chileno Matías Bizé. Lo último que había hecho antes de salir de casa era consultar la página de la Filmoteca para asegurarme del horario… El pasado miércoles me ha ocurrido lo mismo. Con lo sencillo que es en este momento, ¿es mucho pedir que esos cambios de programación se anuncien?
Como un banner me ha saltado una palabra al escuchar a un cantante, nacido en Alaska de madre argentina, que ha actuado esta semana en Madrid y Barcelona. Remerita, una palabra muy usada en el cono sur que yo desconocía hasta que la escuché allí. “Todos se compran la remerita del Ché sin saber quien fue” Kevin Johansen tiene un título entre sus creaciones –MacGuevara o CheDonalds- en el que critica la utilización comercial de la imagen del Che. Algunas veces me había parecido una indecencia. En Cuba debe suponer una parte notable del PIB. Pero en Argentina o Colombia no van a la zaga. Nunca he estado en Bolivia- el estribillo dice textualmente “lo mataron como a un perro en Bolivia”- pero me lo puedo imaginar.
Esta especie de engaño universal- nada que ver con los de la Filmoteca- “cómo se llenan de plata hablando de él, sin saber nada de él” tiene en España en estos primeros años del siglo XXI ejemplos gloriosos. Sin extenderme, Gürtel y pacto antiterrorista y todos sabemos de qué hablamos. El PP se ha lanzado a por todas y sus dirigentes acuden a manifestaciones donde se pide la pena de muerte para el presidente del gobierno y la cárcel para el ministro del Interior. ¿Se podría acusar a María Dolores de Cospedal de estar en contra de la Constitución? ¿Inhabilitarla por ello? Al menos, ¿no habrá una Marianita Pineda por ahí que borde el artículo 15, aunque sea de forma sencilla, para que se lo podamos mandar a la Lola de la Mancha?
Las vilezas del caso Gürtel me parecen más graves todavía. Cómo creer que el estado de derecho está garantizado y que hay un poder judicial independiente, si el primer juzgado por el caso es un denunciante –menos mal que ha sido absuelto- y la primera víctima el juez que instruía el caso, mientras los que huelen a delito que tiran de espalda se van a presentar a las elecciones y, quién sabe, si en unos meses podremos asistir a un espectáculo aun mayor, pero muy desgraciado para el sistema democrático.
Jóvenes emprendedores: no estampéis camisetas –remeritas- con el rostro del Ché. Eso es antiguo. Se venderían a miles las del Juez Garzón o las de ZP fusilado (“ZP al paredón” es un grito con mucho seguidor en la actualidad y todo tipo de juegos con las siglas de ETA y la zeta) Al paredón virtual ya mandaron a Monseñor Tarancón, con una poderosa rima, pero también a Carrillo y a no recuerdo cuántos más. Además de los que fueron al paredón real. Como Matilde Zapata… Es ese amor por la pena de muerte, por la muerte en general, de una de las dos españas que helaba el corazón de uno de nuestros mayores poetas.
Antonio Machado que saludó a la República de 1931 “Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros…” Ya han pasado ochenta años y a mi, pese a estar en la antesala de la fase de olmo viejo y medio podrido, nadie me va a impedir apostar por una España como la que soñó Don Antonio, la del cincel, la maza y la juventud y no “la que ora y bosteza, y embiste, cuando se digna usar de la cabeza. ¿Una remerita de Machado? ¿Un banner contra Telefónica por su generosidad con unos y su crueldad con otros? Evaluación final: Cospedal y Rajoy, muy deficiente en Educación para la Ciudadanía.
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