lunes, 14 de marzo de 2011

Doce de marzo


Entrada publicada en Aquí Diario Cantabria ayer 13 de marzo

Ayer era doce de marzo. Una manera de empezar curiosa cuando en esta página y en todas las demás figura la fecha de hoy, 13. Es una fecha de las profundidades familiares que durante decenios significó un día feliz y que alcanzó ayer la tercera ocasión en que la celebración ya no es posible. Pero hay un par, al menos, de doces de marzo, sin tirar de google ni de wiki, que se cruzaron con la celebración familiar, en circunstancias distintas y distantes y que en muchos sentidos, la empañaron.
La más cercana en el tiempo me lleva al año 2000. Una parte de lo que se había denominado el efecto 2000 se retrasó hasta el 12 de marzo, era domingo y en España había elecciones legislativas. Estábamos cenando en el downtown de Fort Worth, Texas, siete horas de diferencia horaria, cuando nos enteramos de la mayoría absoluta conseguida por el PP. Nuestros invitados eran catalanes, poco cercanos a cualquiera de los dos grandes partidos españoles, y acogieron la noticia con tibieza. Nosotros, estupefactos, tardamos cuatro años en reponernos.
El que se supone mayor perdedor de la noche, Joaquín Almunia, lleva años de éxito profesional como político europeo. La parte nacional la abandonó aquella misma madrugada. Algunos en su partido todavía no se lo han perdonado. Un comentario mío, supongo que en Crónica de Cantabria, a propósito del programa común que se podía estar esbozando entre el PSOE e IU, me costó la destitución de un puesto de libre designación en la Consejería de Educación. El 1 de enero de 1999 Cantabria había recibido las transferencias educativas y la  fidelidad personal a una amiga y compañera de trabajo y no la afinidad política con aquel gobierno, me había llevado a aceptar. Parecía que era un momento de arrimar el hombro, todos, y trabajar por algo que se suponía crucial para la región. Mi adscripción sindical era conocida… Como prefieran, ju ju, o ja ja o tururú. Fuera de la obediencia política, el abismo.
El otro doce de marzo, algo más lejano, fue el de 1986. No recuerdo si era domingo. De entrada no pero de salida mucho menos. El referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN quebró muchas cosas. Al margen de la oportunidad de engrosar la alianza en un momento de distensión máxima, Reagan y Gorbachov se encontraron en Islandia ese mismo año, en lo que se considera el inicio del fin del imperio soviético. Nunca entendí el cambio de paso de ese “encantador de serpientes” como le han llamado amigos y enemigos al presidente del gobierno que mayor aceptación ha tenido en España en todo el siglo XX. La mayoría del PSOE de octubre de 1982 no tiene paralelo en ningún periodo plenamente democrático y fue esa mayoría la que decidió que una de las bases de la campaña se torciera definitivamente.
En el terreno práctico, si bien es cierto que ese mismo año nos hicimos miembros de pleno derecho de lo que hoy llamamos Unión Europea, no es menos cierto que nuestra permanencia en la alianza dejó dos cables sueltos que todavía nos van a dar problemas. Gibraltar, por una parte, y las ciudades españolas enclavadas en el norte de África por otro.
La celebración de aquel 12 de marzo, en casa, se retrasó hasta la noche para ver los resultados y lo que también vimos es que en aquella cena se reproducía lo que había ocurrido en el conjunto de la sociedad. Aunque entonces vivíamos en una de las 10 provincias donde ganó el NO, entre nuestros amigos más cercanos algunos habían votado si … Yo, entonces director del instituto en el que trabajaba, me había pasado la campaña con una chapa en la solapa que decía OTAN, NO. Y tengo claro que gustó a muchos pero no a todos. Como la vida misma.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo, Roberto.
    La mayoria absoluta del 2000 supuso el rodillo que tuvimos que soportar durante 4 años.
    Salimos de ello. Que crees tu que va a pasar ahora?
    Miedo me da.
    Saludos desde Mallorca.
    MCarme

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