No sé muy bien qué acepción de la palabra miserable hay que
poner en la espalda del presidente valenciano, Mazón, para recordar por los siglos de los siglos, que comparar lo
ocurrido en Gaza desde octubre de 2023 con la riada en la provincia de Valencia
del 29 del pasado octubre, no debería haber ocurrido nunca. Y seguir mintiendo
sobre su papel de aquel día y de casi todos los que han pasado desde entonces.
Y no solo él, todos cuantos de sus colegas de partido siguen bailando el agua a
semejante cretino, más falso que un billete de euro. Vivimos en una época en la
que se han derribado los límites de lo que entendíamos por decencia pública.
Queda algún resto de vergüenza torera. Algún significado miembro del principal
partido –de momento- en la oposición, retiró su adhesión a los infames mensajes
de la primera hora, “pedir en árabe”, etc.
En Doha se ha llegado a un acuerdo muy tardío para decenas de miles de personas que ya no se van a enterar. Tampoco podemos saber ahora la estabilidad y firmeza que podrá llegar a tener ese acuerdo. No hay ningún motivo para la confianza y no es poca prueba las cientos de víctimas más recientes, las de las últimas horas, como una propina a los halcones que le siguen pidiendo más sangre al sanguinario Netanyahu, miserable entre los miserables. El Nobel alemán Günter Grass, en una de sus obras más conocidas, Im Krebsgang –A paso de cangrejo-, se adentra en los recovecos de la memoria y los compara con la rapidez de movimiento de ese crustáceo que aparentemente camina hacia atrás. El nudo de la novela se relaciona con un hecho fatídico: faltan pocos días para el 80 aniversario del hundimiento del Wilhelm Gustloff, el buque que estuvo a punto de bautizarse como Adolf Hitler, más de 10.000 ahogados –la mayor catástrofe marina de la Historia- Más de 10.000 víctimas que pudieron haberse ahorrado en el millonario balance de la II Guerra Mundial. Solo hubiera hecho falta que aquellos miserables, los dirigentes nazis, hubieran reconocido cuando todo lo apuntaba, que la guerra estaba perdida. Que la habían perdido. Que su Reich de mil años se había quedado en doce…
Un poco más con la miseria en la primera fila. Mañana es el día y el único invitado de por aquí es Abascal. Ya está allí, codeándose con los más ricos, los 5.0, los que van a cortar más bacalao que nunca… No deja de ser un éxito del PP, cuyo alineamiento intermitente en la fachosfera no ha hecho méritos suficientes para recibir la invitación. Tras la fiesta en Washington, la próxima cita será en Berlín. AfD, el socio alemán de Musk, puede que esté despellejando al oso antes de tiempo pero… estamos en un vivir para ver que nos hubiera parecido una pesadilla hasta hace unos meses.
Y la agenda popular tiene retazos de películas famosas. Tú a México y yo a Colunga, le pudo
decir Núñez Fe a Buruaga. Son cosas de la
contraprogramación. Al PP se le ocurrió adelantarse unas horas al PSOE para ver
si anunciaba algo mejor y dejó a nuestra presidenta rodeada de mariachis. Y es
de suponer que la excursión de los cántabros se había programado mucho antes.
La política regional se está enredando mucho últimamente. La ley de simplificación
administrativa desprende olores de pelotazo. Ahora se da cuenta el PRC –al que le falta muy poco para aparecer
como pollo sin cabeza- de que apoyar los presupuestos populares sin
condiciones, no lleva a ningún puerto seguro. La intervención privada para
convertir en negocio la sanidad pública ya tuvo una etapa gloriosa cuando la
actual presidenta fue consejera de Sanidad. Y el PSC en algo cercano a una guerra interna. El
panorama de inicio de año no puede ser más interesante.