“(…)llevo semanas advirtiendo que tengo en rampa de salida uno de Sanidad. Si no llega otro cataclismo en la semana de San Martín, a la próxima va. Prometido.” Así terminaba la entrada de la semana pasada. Y lo prometido es deuda.
¿Se puede considerar cataclismo la
comparecencia de Mazón en les Corts?
¿Y los tejemanejes de Weber con Núñez F? –Este blog ya se ha ocupado de
herr Weber-. Incluso ha traducido su apellido (tejedor) ¿de infamias?. Lo del
otro, el local, no tiene nombre publicable. Está uno muy mayor para volver a la
clandestinidad pero qué tiempos están llegando. Algún día se sabrá qué hacía
exactamente el president valenciano durante las horas en las que estuvo
desaparecido el martes 29 de octubre. Me permito una pista. El marido de la
periodista con la que al parecer estaba reunido declaró con cierta rapidez que
estaban “felizmente divorciados” Un a-mí-que-me-registren
de libro.
No voy a entrar en el debate de si
es mejor abandonar la red social de Musk.
Ya me pronuncié la semana pasada. Nunca he pertenecido a ella. No me doy
importancia, pero que publicaciones tan serias como The Guardian y La
Vanguardia hayan decidido abandonar, me pueden dar alguna razón. Pero esto,
hoy, me distrae. Incluso del cumpleaños de mi padre, mañana lunes 18, que mi
familia sigue conmemorando aunque hayan pasado ya más de treinta años de su
muerte y que el sábado próximo celebraremos con una reunión de la descendencia…
La alegría que le daría a mi viejo la posición actual del Racing… A lo que
vamos, a lo prometido. Reforzado por la opinión vertida por la
directora-gerente del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, mucho más
buque insignia de esta Comunidad que cualquiera de todos los demás hitos
juntos. La muy señora mía no se cree sus propias listas de espera. Es de
campeonato el tema. Y el consejero de Sanidad que ya está dejando irreconocible
el sistema público del ramo en Cantabria…
Mi caso. Con fechas. El 19 de
junio un especialista del citado HUMV me pide una resonancia magnética.
Dejo pasar algo más de un mes y como se acercan fechas de posibles
desplazamientos, pregunto en el servicio de rayos. Me responden que no tenga
prisa, que difícilmente me van a hacer la prueba antes de octubre o noviembre,
pese a su carácter preferente… pero que puedo acogerme a la ley de garantías de
tiempos máximos… Tras unos trámites burocráticos no muy pesados, se me autoriza
a realizar la prueba en un centro privado con un importe determinado.
En el centro privado no hay ninguna
lista de espera. Puedo ir la misma tarde del día en que estoy preguntando. No
me resulta posible y me hacen la prueba el 5 de agosto. Recojo los
resultados una semana más tarde y el 14 presento toda la documentación
requerida para el cobro del importe que he tenido que adelantar. Nadie me lo
había advertido. Cinco semanas más tarde -23 de septiembre- presento en
el registro del Servicio Cántabro de Salud una reclamación para que me sea
abonado el importe de la prueba. Con fecha 1 de octubre que llega a mis
manos el 10, recibo una contestación del subdirector de asistencia
sanitaria, Pablo Serrano. Me
sorprende el contenido. Textualmente: “su solicitud ha tenido
entrada en el registro el 14 de agosto y actualmente se están tramitando
peticiones del mes de marzo. Le pedimos disculpas por el retraso en la
tramitación que es debido a la gran cantidad de solicitudes que se han
recibido”. Es
momento de advertir que el gasto ya había sido aprobado en los últimos días de
julio y que el sistema burocrático posterior alguien sabrá a qué es debido.
Nadie ha juzgado interesante
advertir al paciente de que acogerse a la ley de garantías de tiempos máximos
exige el adelanto del importe y el retraso –quizás de un año- para obtener el
reintegro. Sin abono de intereses. Me resulta imposible contactar telefónicamente
con el señor Serrano. Tiene una secretaria más efectiva que el mejor defensa
central de la liga de primera división. El 22 de octubre hablo con Jesús Bolado, subordinado del anterior.
Me asegura que cobraré en menos de seis meses desde esa fecha. No pueden
hacerlo mejor con el equipo que se dedica al asunto. Fin de esta parte.
El sistema público abandonado. Los conciertos engordando al sector privado que cobra en el momento –no se fían de las demoras del sistema público- y los pacientes financiando el coste durante meses. Y la presidenta Buruaga avalando la gestión del consejero de Sanidad, César Pascual –se adjunta imagen- que “va a dejar el sistema público irreconocible”. Declaraciones de la señora presidenta. Que no siga, por favor. Ya es muy difícil reconocerlo.
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