La dana me ha afectado. Mucho. Pero mucho menos que a cualquier residente en Valencia, y en alguna zona de La Mancha… Yo tenía visita concertada y pagada para el Parque nacional de Doñana el jueves 31, pero la AEMET puso media provincia de Huelva en alerta roja y cambiamos el rumbo. Parece sencillo estando de vacaciones. Si hay que trabajar, todo se complica. La mayor parte de las veces no puedes decidir unilateralmente. La Universidad de Valencia se tomó en serio el aviso de la AEMET y suspendió la actividad el lunes 28 por la tarde. La Diputación provincial de Valencia, presidida por Vicent Mompó, del PP, lo hizo a mediodía del martes… Para todos los demás, la Generalitat no tomó en serio el aviso de la AEMET hasta las 20 horas del martes 29. Muy tarde. Demasiado. Hasta ahí, pura cronología.
En el gobierno de Cantabria hay un
consejero que cuando no se dedica a la política cobra de la AEMET. Me gustaría
escucharle. Si sus compañeros en activo pusieran a esta región en aviso rojo,
¿qué debería hacer su gobierno? Me guste más o menos, también es el mío. Me
importa. Aquella tierra que estaba llamada a dar glorias a España, lo dice su
himno, y que es tierra de flores y luz, ¿En qué se ha quedado? En los duelos, sobre
todo en los que se producen antes de lo que la biología y la estadística
consideran normal -lo sé por experiencia-, hay una fase de rabia, de estar
contra el mundo en general. Preguntarse por qué. ¿Por qué me ha tocado a mí
este dolor? Hoy, hasta los reyes de España han comprobado en carne propia esa
fase.
Es bastante inútil – cuando se está
en tareas de representación- preguntarse por qué ese otro porqué me afecta
cuando no soy el responsable directo… Porque los afectados/as no tienen aquello para ruidos o farolillos. No hay
más. Ni a la larga cambiarán opiniones. Podemos decir no, con toda la rabia,
como Raimon, el del carrer Gran de Xativa: Nosaltres no
som d’eixe mon. La mayoría no somos de ese mundo. Pero una minoría muy
ruidosa, en buena parte individuos/as que tuvieron serios problemas para acabar
la EGB -o no lo hicieron- hoy se permiten contradecir la opinión de técnicos y
científicos serios. Y no hay mesías que látigo en mano los expulse de ningún
templo. Hay cargos políticos que deben estar dando la cara, aunque corran el
riesgo de que se la rompan con tanto enfado. Otros, turistas de la catástrofe,
no sé si algún día pagarán por las cantidades de miseria que procuran a los
menos afortunados.
El cambio de planes ha hecho que
hayamos vuelto del sur por territorio portugués hasta las proximidades de
Zamora. También ha llovido algún día pero sin ninguna alarma. En el monasterio
de Batalha, símbolo del nacionalismo portugués se coló una paloma durante nuestra visita. Debía ser
pariente de aquella que se equivocaba según el poeta. En vez de ir al este, a
Gaza o a Valencia, se vino al oeste. Ojalá solo se equivocaran las palomas.
Pero al viaje todavía le faltaba un trago amargo. No muy lejos de la frontera, no muy lejos de los Arribes del Duero, recibimos un mensaje de una amiga común anunciando el fallecimiento de Isabel Tejerina. Yo no vivía en Santander cuando ella alcanzó notoriedad pública en la lucha de los profesores no numerarios del final del franquismo –tratados como ningún trabajador merece ser tratado- y cuando accedió al Ayuntamiento de Santander -1979- al obtener acta de concejala en la lista del Partido del Trabajo. Dice Óscar Allende, uno de los periodistas locales más comprometidos con todas las causas con las que no es fácil comprometerse, que en esta región todos somos primos. Pero yo no tuve una conversación con Isabel hasta un día de Semana Santa, puede hacer algo más de veinte años, en un pueblo de Cuenca donde unos amigos comunes tienen casa. Isabel y su familia iban hacia Levante y pernoctaron allí. Después de eso, y con más amigos comunes, como Juan Freire –entre los dos han hecho auténticas maravillas por el teatro comprometido- la relación se fue estrechando. Los últimos diez años –los dos ya jubilados- han visto como hemos coincidido en diversas plataformas de acción ciudadana. Voy a echar en falta esa recia voz, Isabel. Tu voz. Un abrazo a toda la familia y a las personas más cercanas.