domingo, 10 de septiembre de 2023

Y un centenario

 

En la última entrada ya había un comentario para el cincuenta aniversario del golpe de estado en Chile que se llevó por delante al presidente Allende. Su intento de transformación pacífica de unas estructuras muy poco justas para la mayoría de la población acabó en tragedia. Ahí sigue el país hermano. Este mes aquí también hay aniversario redondo de un golpe de estado. Un siglo ya de la avería de Primo de Rivera en consorcio con el rey Alfonso XIII. Cierto que, como después hubo una más gorda, la de los años 20 se quedó en dictablanda.

Con fallecimientos de mujeres muy populares y con la escandalera que no cesa, o cesa poco, en la Federación de fútbol, el mes se va pasando y no es fácil prestar atención ni a aniversarios de golpes ni a investiduras presumiblemente fallidas. De las dos mujeres fallecidas tengo que decir que lo desconozco casi todo. Respecto a la Campos, es un precio que pago a gusto por haberme alejado de la pantalla casera hace muchos, muchos años. Sí observo cierta tendencia a perdonarle la vida, los aspectos de su vida que puedan resultar más rechinantes. Una escritora defendía, en la radio, observar toda la trayectoria vital/profesional en su conjunto y no solo los últimos años en los que parece que la señora se desvió ¿De qué camino?

La propuesta no deja de ser curiosa. Esa escritora, ¿recomendaría lo mismo con, por ejemplo, Benito Mussolini? Porque antes de ser el dictador que llevó a Italia al desastre de la II Guerra Mundial en el bando perdedor, el hombre tuvo otra vida. Muy ligada al diario Avanti y al Partido Socialista. ¿Vamos a defender ahora a los chaqueteros? ¿A los tránsfugas? Sánchez Dragó también tuvo varias vidas antes de confesar algunos vicios. Yo no sabía que María Teresa Campos puede  pasar a la historia –minúscula- por haber iniciado la mezcla de programas de entretenimiento con tertulias de politiqueo… Pero eso a mí sigue sin gustarme.

De María Jiménez, con el mayor de los respetos,  desconozco aún más. En la primera radio que hubo en casa de mis padres aparecían escritas en lo que podía haber sido un escenario teatral con sus cortinillas, una serie de ciudades famosas incluso  para un niño de cinco años: Londres, París, Roma, Tokio… y Stavanger, que comparte casi todas las letras con mi ciudad natal y que yo no tenía idea de dónde estaba. Se suponía que en la onda corta podíamos escuchar la programación noruega. En aquel aparato lo más lejano que sonaba venía de Radio Andorra –emisora de los valles de Andorra, y una innombrable, estación pirenaica, que resultó que estaba en Bucarest…- El resto, EAJ 32 Radio Santander, la voz de la Montaña.

Mi relación con una parte de lo que se conoce como folklore patrio, hace que yo sea más de Stavanger que los nacidos allí. Yo me lo pierdo, pero es así. Eso tampoco quiere decir que no me enterase en su momento del primer #seacabó. Pero tengo la sensación de que explicar ese significado me llevaría varias páginas.

Y como casi siempre, las vísperas del otoño llegan con sus tormentas asociadas. Más virulentas, más extremas, porque hay cosas que están cambiando en relación con el clima. Puede que incluso el alcalde de Madrid, que da pruebas continuas de no ser el más espabilado de su ciudad, se haya dado cuenta. El domingo pasado, un aviso de la Aemet le ha dado hueco al alcalde madrileño para tener un minuto de gloria mediática. Con resultado muy desfavorable para su imagen; un resultado similar al que dicen que ocurre a quien con niños se acuesta...

El municipio de Madrid tiene una extensión importante, unas veinte veces mayor que el mío. Prever unas lluvias extraordinarias en la zona, con resultados catastróficos, y que el “error” denunciado haya sido de menos de diez kilómetros…Si ese hombre se dedicase un poco más a averiguar qué ha sido del supuesto empresario malayo San Chin Choon … De gente como Martínez Almeida se dice que no son más bobos porque no entrenan.

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