“Esperemos que la Historia olvide todas las cagadas (...)”. Literal, con H mayúscula. En “El simpatizante”, premio Pulitzer de 2016, que acabo de empezar a leer, el vietnamita Viet Thanh Nguyen, ambienta el inicio de su relato en los días finales de abril de 1975, en la evacuación de Saigón, la primera gran derrota militar de los EE.UU. Algunas cagadas históricas no son fáciles de olvidar. Otras se han olvidado hace mucho. Simplemente no han pasado el filtro de los profesionales.
Ayer, por encargo de una Asociación con la que colaboro, Desmemoriados, me tocó ajustar históricamente, junto a otro compañero, la época en la que se desarrollaba un espectáculo ambientado en nuestra ciudad en 1897, cuando el puerto hervía con la salida de tropas hacia Cuba y las otras colonias a punto de perderse… No puedo reclamarme más que un peatón de la Historia académica pero, con solo ese bagaje, reconozco que da mucha pereza intelectual el debate sobre el socialismo y la libertad. El socialismo es libertad o no es socialismo aunque eso no sirva para los neocons chelis, que ahora han traducido del inglés americano los términos y los contraponen. El espectáculo de esta semana en algunas de nuestras comunidades autónomas puede que alcance el título de cagada histórica.
Franklin D Roosevelt, el icónico presidente excepcional, -cuatro mandatos consecutivos-, cuyas políticas sacaron a los EE.UU. de la crisis de 1929, y que lideró la coalición que derrotó al nazismo, fue tildado de bolchevique en la histeria del comienzo de la guerra fría. En los 80, con Reagan o, hasta hace pocas semanas, con Trump, ha habido intentos similares de denigrar esas políticas ¿Se hubieran aliado antes con Hitler que con Stalin? Una duda para shows televisivos del marujeo reconvertido, pero no hay respuesta científica.
Detrás de los protagonistas, tenemos las imitaciones, se llamen Sara (Palin) o Isabel, que no tardará en protagonizar chotis con aires de Celia Gámez y algunos no estamos ya para canciones-para-después-de-una-guerra. Esa carrera fulminante, de gestora comunitaria del perro de Esperanza Aguirre, a cabeza de la lista electoral probablemente más votada en la Comunidad de Madrid, tiene que dar algún vértigo. Y Teo, que ha llegado a comisario político tras haber sido campeón lanzando huesos de aceitunas con la boca. Esos currículos nos acercan al caos. Madrid, Murcia: Llantos por los bandidos… Ya parodiaron suficientemente y con todo el humor posible los autores de “La vida de Brian”: No nos hagan optar entre PP y caos. ¿Y si la mayoría quiere el caos? No nos hagan optar entre socialismo y libertad. El socialismo es libertad o no es socialismo.
Un grito atronador de mis años mozos en Barcelona era “Libertad, socialismo, PSUC” y aquella S indicaba socialismo, pero en afortunada definición de Vázquez Montalbán, parodiando al Barça, el PSUC era más que un club, y no era de la familia que en Europa occidental se denominaba socialista. Era un producto histórico singular, creado en julio de 1936, y con esa fecha de nacimiento no necesito añadir mucho más.
La izquierda madrileña, en este momento histórico, distante y distinto del de 1936, debería escuchar a Raimon en, por ejemplo, “Jo vinc d’un silenci”, hasta que se cierren las listas electorales. Y durante toda la campaña. Y ofrecer algo sensato y posible a “las gentes sin místicos ni grandes capitanes”. En otro caso, además de los callos, tendremos ese “vivir a la madrileña” que anuncia la ex gestora comunitaria de un perro. Para muchos de los que no vivimos en Madrid eso es más un sinvivir. Ningún paraíso fiscal se ha dado tanta importancia a la hora de publicitarse, que yo recuerde ahora. Desde las islas Caimán a algún emirato del Golfo, pasando por Luxemburgo o la isla de Man.
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