Ser el tonto del pueblo, en un pueblo grande, tiene cierto mérito.
No me atrevería a decir que Diego
Movellán es el más tonto de Camargo pero parece fuera de discusión que no
es el más listo. Querer ofender con una frase corta y tener que llevarla
escrita… Y además, en la comparación entre Yolanda
Díaz y Diego Movellán me ha venido a la memoria un recuerdo: Barcelona,
marzo de 1972. Yo me iba a la mili y mis compañeros de trabajo me organizaron
una cena que terminó en El Molino, donde pudimos escuchar a una vedette decirle
a un pretendiente que (ella) “era mucho barco para tan poco marinero” Pues eso.
Lo más dramático me parece que el anterior alcalde camargués necesite, por
alguna oscura razón, ir de machote antiguo.
De los figurones políticos que esta semana han sido noticia, me van a permitir que me salte a un actor mediocre que cambia de partido como de escenario; a dos ex presidentes del gobierno que no se enteraban de nada de lo que ocurría en su trastienda; a un ex ministro de Defensa del equipo contrario que parece que ha acumulado una gran fortuna y que ha abrazado la nacionalidad dominicana; incluso al soso aspirante socialista a la presidencia de Madrid que, supongo que tampoco lee este blog, pero que ya ha dicho que con Iglesias, con este Iglesias, no. Si hay otro Iglesias ya aparecerá después del 4 de mayo.
Me centro en un antiguo ministro de Trabajo, quizá de alguna otra cartera también. De carteristas iba la cosa. En fin, de robar. Protagonizó decenas de episodios del guiñol televisivo hace más de veinte años. Era el ministro campeón. Con su gracejo particular y su definitivo acento meridional. Esta semana nos lo ha puesto de relieve otra vez. Él sí es un gran actor. Lo mismo que en ese juicio que afecta a casi todo el estado mayor del PP hay cierto cachondeo con que todavía no esté claro quién es M. Rajoy…Ahora nos asalta otra duda ¿Es que él, aquel ministro, es el único Javier? Y lo sueltan así en un juicio… Si gente así ha dirigido el país y no nos hemos estrellado, estamos llamados a grandes empresas.
Y como hoy es mi cumpleaños, el segundo sin celebraciones debido a la pandemia, voy a contar el primer regalo recibido. Me llegó el jueves, unos minutos antes que otro más material de unos amigos cercanos. La facilidad actual para comunicarnos entre autores y lectores, yo del lado de los últimos, que nadie se equivoque, ha hecho que le haya comunicado a un autor, el pasado miércoles, lo que me parecía un error cronológico de cierto bulto. Me ha respondido literalmente a vuelta de correo. Y me dice:
Muchas gracias, amigo, tiene Vd. toda la razón, (…) No sé si resté mal o tecleé mal, ambas cosas son posibles en un momento de distracción, y nadie ha reparado en ello en diez años, así que suyo es el mérito.
Paso nota a la editorial para que
se rectifique en ediciones sucesivas, con mi gratitud por su buen ojo y la
deferencia de hacérmelo saber.
L S