La entrada de hoy se iba a llamar San Goyo 2019 y, en
realidad, debía haberse publicado ayer. Windows, que parece tener vida propia,
decidió hacerme una actualización el martes por la noche sin que yo le hubiera
pedido nada, lo prometo por Cayetana,
y mi ordenador principal tendrá ahora que pasar por la UVI. Parece en estado de
coma pero confío en Mario. El
titular se aclara al final. No apto para impacientes.
Una vez que nuestro San Ignacio de este año ha transcurrido
con la normalidad y el cariño de siempre, nuestras canciones en recuerdo de Goyo, que ayer hubiera cumplido un
montoncito de años, creo que han sonado muy bien. Nuevas
incorporaciones, algunas deserciones, la vida. Eso sí, los maganos, allí
jibiones, de Maite, espléndidos,
como siempre o mejor que nunca. Al gusto.
Reconociendo que puede sonar elitista, el refugio
alcarreño-manchego de la semana pasada ha sido un lugar más que adecuado para
ignorar lo que ocurría en la Carrera de San Jerónimo. Ignorar a medias. Es
imposible ya sustraerse del todo, pero ahorrar detalles es muy importante en
contenciosos como el que mantienen las izquierdas españolas desde el
Solutrense. O es anterior?
Compartir el refugio con los nietos es una especie de cénit
orbital para un abuelo. Y entre siesta y baño en río y cocinas ricas, lectura.
Después de dos títulos de Nothomb,
sobre aspectos diversos de sus correrías japonesas, me entregué a la
publicación de la tesis doctoral de un antiguo alumno: Daniel Macías, Franco “nació”
en África, Tecnos, 2019, recientemente presentada en el Ateneo. Es muy satisfactorio,
casi nivel abuelo, ver cómo profesionales que alguna vez aprendieron algo
contigo, alcanzan cotas académicas de reconocimiento y van ayudando a desmontar
algunos mitos. Esa es la fuerza de la Historia, la que se trata con los
instrumentos de su propia ciencia. Lo otro son historias. O cuentos.
Una vez hice una broma, que se entendió mal, sobre la
inteligencia militar. Y no fue el militar presente quien se enfadó más. Y no
tiene que ser necesariamente un oxímoron. Macías demuestra que hubo algo
parecido a un intento de regeneracionismo militar entre la guerra de 1898 y el
desembarco en Alhucemas. Todo acabó como acabó, pero eso es otro tema.
El mes ha tenido otra muerte cercana, tres desde el inicio
de la primavera, rachas funestas y fúnebres. La de final de julio biológicamente
temprana. Las otras dos, no. Primos, con los que se comparten años de infancia
y juventud, recuerdos cálidos, con abuelos, terruño de referencia… Nostalgia
y/o melancolía… Dolor.
Y el titular para el final. Suspenso asegurado en comunicación.
Entre pinturas barrocas inolvidables y el Palacio de las Cortes se me cruzaron
la semana pasada imágenes de sonidos. Sí. Era Serrat. Su gorrión, aquel pajarillo pardo de la Carrera de San
Bernardo… Pardos, pardillos, galgos y podencos y Cayetana confesando
abiertamente que quiere que votemos otra vez. San Bernardo, San Jerónimo,
demasiado calor, lo cual no ocurrirá en noviembre. O sí, veranillo de San Martín.
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