Querido nieto, no sé cuánto puedes llegar a tardar en leer
esta entrada, si alguna vez la lees, pero escribo en la víspera de tu primer
cumplemés. Y lo primero que debes saber es que esta mañana he babeado más que
tú, cuando, en mis brazos, me has empezado a sonreír. Eso es recompensa para
cualquier sinsabor que haya ocurrido recientemente o pueda ocurrir en las
próximas horas. Las primeras sonrisas de mi nieto como bálsamo contra tanta
mala baba que amenaza con ahogarnos.
De tantos aniversarios redondos que se anunciaban a
principios de este año, el cincuentenario del mayo francés ha podido responder
a las expectativas. El del agosto de Praga a mí me ha sabido a muy poco y empiezo a vigilar a ver
como viene el de Méjico. Antes deberíamos hacer sonar alguna trompeta por el
150 aniversario de una revolución que acuñó durante algún tiempo el nombre de
Gloriosa y que acabó como todas las que han ocurrido por aquí. Mal.
Leon Felipe no llegó a enterarse de la matanza
de Tlatelolco, murió muy poco antes. El cincuentenario de su muerte se ha
conmemorado en esta ciudad, que sin ser la suya, lo fue, de una forma bastante
insospechada. La iniciativa de una asociación cultural, La Vorágine, que actúa como una batidora entre nuestra
mayoritariamente apática ciudadanía, con un respaldo municipal digno de
aplauso, hicieron que un acto al que en principio se le podría haber calculado
unas decenas de asistentes, recital poético con acompañamiento de piano, se
convirtiera en una gran manifestación ciudadana que colmó de emoción a los
centenares de asistentes. Otro acierto del atardecer del último sábado de este
verano: El estreno para un uso distinto al habitual –mercadillo/aparcamiento-
de un espacio público central, el patio del mercado de la Esperanza y su
reciente pasarela de acceso a la segunda planta.
El gobierno ya ha cumplido los cien días. La polvareda del
mercadeo de muerte con Arabia Saudí
durará mucho más. Qué enorme decepción tener que escuchar a Josep Borrell lo que ha dicho de la
precisión de las bombas. Ese es el problema, ministro. Cuando alguien decide
que el objetivo es una escuela o un mercado o un hospital, la bomba no falla.
Para saber eso no hace falta ser ingeniero, señor Borrell. La burda imitación
de la ministra de Educación y portavoz gubernamental no merece mucho comentario. Se puede ser tonto/a o tratar de
parecerlo. Decir que los saudíes no van a usar nuestras bombas para matar yemeníes
no sé bien en cuál de esas categorías inscribe a la portavoz. La ministra de
Defensa ha tenido una magnífica ocasión de dimitir, más digna que la que en un
futuro pueda conseguirlo.
Querido Diego, no es que lo anterior sea fruto del mal humor
pero tu abuelo, en el fondo, tiene la cabeza esta tarde, de hecho ya hace
varios días, esta tarde víspera de tu primer cumplemés, en un partido que el
Racing, nuestro Racing, jugó hace ahora diez años contra el Honka de Finlandia.
Inesperadamente la delicada situación de salud de tu abuela empeoró y unas
horas de estancia hospitalaria para recibir tratamiento se convirtieron en tres
semanas en el hospital y… en el desenlace final. Solo vi unos
minutos de aquel partido en el televisor de un bar de la calle Vargas, mientras
cenaba sin ganas un bocadillo… y el Racing pasó la eliminatoria. Se me despiertan
ganas de contártelo todo de viva voz, pero sé que tengo que esperar. Te
quiero/os quiero. Os tengo que querer el doble. Por mí y por ella.
Bellísima y sentida reflexión. Le gustará a Diego
ResponderEliminarEso espero. Gracias
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