martes, 28 de agosto de 2018

San Agustín


Hoy se celebra la festividad del hijo de Santa Mónica. Me lo sé sin mirar la wikipedia. Durante cuatro años de mi vida fui alumno del colegio San Agustín de nuestra ciudad. Me han quedado cosas. Otras he procurado olvidarlas. Como esta fiesta nos pillaba en vacaciones de verano, se trasladaba a finales del curso.  En aquella época la festividad de la madre, Mónica de Hipona, era  en mayo, creo que ahora la han cambiado, y se aprovechaba para hacer la fiesta del cole. Ojo, que se organizaba un festival en el desaparecido Teatro Pereda. De los  cuatro colegios religiosos masculinos que había entonces, creo que el de los Agustinos era el más modesto. No recuerdo salón de actos en la plaza del Reenganche. Después vino el traslado al Sardinero y probablemente hubo muchos cambios.

El caso es que recientemente ha fallecido uno de aquellos curas que me dio clase. El padre Villacorta pudo inculcarme algún amor por la ciencia histórica- hoy, con el fallecimiento de Josep Fontana, referencia básica de esa ciencia, en el pensamiento - y también fue el único que me puso la mano encima. Una bofetada, 1964,Twist and shout,… todavía no conocía a los Rolling Stones,… cuya huella pervivió lo suficiente como para que en casa a la hora de comer se apreciara todavía. Explicaciones… ninguna censura al agresor, alguna para mí. Causa: Una protesta mía, en voz baja, eso creía yo, por la cantidad enorme de deberes que nos estaba poniendo aprovechando que era jueves y no teníamos clases por la tarde. Creo que textualmente dije “y qué más?” y después la manaza de un adulto, muy alto, sobre el rostro de un niño…

San Agustín, las dos ciudades… la yenka. Perdone el santo la frivolidad, pero esta entrada podría haberse titulado neoyenka. En este blog se ha hablado de neopijos y de régimen neoseñorial. La yenka original fue la canción del verano del año siguiente a mi única bofetada en el colegio, e hizo furor sin connotaciones políticas, en aquel momento tan difíciles por aquí. La neoyenka  se relaciona en directo con los cambios de posición, izquierda, derecha, adelante y atrás de los partidos políticos, de muchos de nuestros principales actores sociales.  A ver, que hay mucho cambio positivo, pero si esos cambios son muy rápidos, o sin aviso previo, marean. Pueden marear.

Después, hay otra posibilidad de que el mareo sea irreversible. En este caso  me parece que la  responsabilidad del gobierno es mucho mayor que la de la oposición.   Es cuando además de cambiar de posición de la noche a la mañana, el empeño mayor no es para explicar las razones del cambio. Ese empeño se dirige a negar el cambio. Dos temas muy recientes. Sangrantes.

El caso del pleito contra el juez Llarena interpuesto en Bélgica por el expresidente catalán. No entro ahora a valorar nada más. Ni la noticia de hoy mismo por la que la demanda  se basa en una mala traducción, malintencionada, que hará que el  pleito se caiga sin empezar. El hecho es que el gobierno había dicho una cosa sobre el carácter particular de las declaraciones del juez y después del fin de semana de trabajo toledano ha dicho otra, contraria, y la ministra de Justicia no tiene nada mejor que hacer que convencernos de que no han cambiado de posición. Muy bien. La línea es correcta y quien quiera puede continuar para bingo.

Y el otro asunto, que personalmente me parece mucho más doloroso. Sobre el mayor drama migratorio que se desarrolla en el planeta en los últimos tres cuartos de siglo, nuestro gobierno, apoyado en la investidura, de la que es verdad que no han pasado todavía cien días, por una escueta mayoría muy plural, se permite dudas, vacilaciones y hechos contrarios, esperando que la oposición de derechas, cada día más xenófoba, se calme y divorciándose de las agrupaciones civiles que defienden los derechos humanos. Nada que ganar, compañeros del gobierno, sin respeto escrupuloso al maltratado derecho internacional. Ese derecho que hay que aplicar en las fronteras de la Unión: Ceuta y Melilla, y dentro de unos meses quizás en Gibraltar.

lunes, 20 de agosto de 2018

Llegó Diego


Llegó en la tarde del sábado y llegó bien. No hay nada más importante en mi agenda que ayudar en sus cuidados. No puede ser de otro modo pero tampoco se anulan compromisos adquiridos anteriormente por un acontecimiento feliz. Se aplazan, se comparten de la manera que sea posible… Los compromisos de un jubilado tienen importancia. Nadie debería dudarlo. Son más nobles que los de los activos. No media relación económica en ellos.

Alguno de esos compromisos se relaciona con tareas de solidaridad, de ayuda hacia los que peores condiciones de vida tienen. Probablemente practico el denominado buenismo que, prodigios de la evolución del capitalismo, tiene ahora peor prensa que el malismo. De ahí no me voy a apear. Si preclaros dirigentes políticos acusan a algunos sectores de la población, o a alguno de sus colegas, de buenismo que expliquen desde que posición lo hacen. La mismísima agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, ha tenido que llamar la atención de nuestros partidos de la derecha parlamentaria para que se documenten, les ofrece su inestimable ayuda, antes de lanzar gasolina a la hoguera del racismo y la xenofobia.

Pero creo firmemente que el malismo no tiene un problema de falta de documentación, que también. El malismo es lo que indica su nombre. Hay pruebas locales, en el Ayuntamiento de Santander, irrefutables. Hay muchos malos y algunos, además, no son muy espabilados y se puede aplicar la variante del lenguaje inclusivo que proceda ya que también hay malas y no muy espabiladas. La que han liado unos y otra con el sistema de transporte público en esta ciudad, aunque no se lo crean, se estudiará dentro de poco en los post-grado de gestión pública de más de una universidad. Seis meses largos de caos para acabar en marcha atrás, eso sí, alcaldesa dixit, no por escuchar a la oposición ni a la plataforma ciudadana creada al efecto. Ella escucha en directo a la población ¿? Lo cual hace que pierda mucho más tiempo.

Sobre el tema de la xenofobia y el racismo quiero ser optimista. El pasado jueves asistí a una mesa redonda en el Palacio de la Magdalena. El título sorprendería al extraterrestre de guardia: Salvar vidas no es delito. Delito debería ser lo contrario y no siempre ocurre. Un representante de Amnistía Internacional y dos de otras tantas ONGs que rescatan náufragos en el Mediterráneo, Proem-Aid y Proactiva Open Arms, abordaron desde distintas perspectivas el tema de las migraciones y del derecho internacional. Solo tres intervenciones del público asistente al acto de la Universidad Internacional podrían ser calificadas de dudosas. Todas las demás, con pocos matices, contradecían el discurso de la nueva y no tan nueva ultraderecha europea.

También he visto durante la semana una carta al director en el DM (Vocento) en la que con la excusa del lenguaje inclusivo, tildado de bobería y tontada, creo que en el fondo mostraba malestar con las personas que llegan y son aspirantes al derecho de protección internacional. Claro que ese mismo día y en la misma sección, una señora reclamaba una playa nudista en el término municipal de la capital para no tener que desplazarse a alguna de las proximidades, donde esa costumbre tiene mayor tolerancia. Ese es el nudo de casi todo lo demás. La tolerancia y su contraria. Y tiene mucha relación con el último párrafo.

Mis profecías nunca han sido destacables y la semana pasada cerraba con la obligación de mirar hacia Barcelona en el aniversario de los atentados de las Ramblas y Cambrils. Quizá todo se ha ido a una escala mayor de la previsible. Si lo del 17 de agosto, con el significado que tenía y las víctimas por medio, ha merecido y merece el escaso respeto que hemos visto, los aniversarios, plurales, de septiembre y octubre (me) producen ya terror.


lunes, 13 de agosto de 2018

Esperando a Diego


Mis alarmas personales se encuentran conectadas a la llegada de mi segundo nieto, pero Diego viene sin prisa y mientras tanto, me sumerjo cada día en el Cantábrico y un poco en la actualidad. En estos días de agosto se cumple el centenario de la batalla de Amiens. Con ella la carnicería de la I Guerra Mundial empezó a ver su final y se rompió la característica más notable de lo que había sido la guerra en el frente occidental a lo largo de cuatro años: La guerra de trincheras. La  movilidad fue ya una constante hasta la rendición alemana del día de San Martín.

La política española empieza a abandonar la   guerra de posiciones que se había mantenido a lo largo de la segunda, y recortada, legislatura de Rajoy. Ahora los movimientos son vertiginosos. Pasados de vueltas. No sé si llevan faldas, pero van a lo loco. La rivalidad de dos pilotos kamikazes, Casado y Rivera, puede hacer que nos estrellemos todos.

El primero se coloca en una posición muy difícil cuando sectores de su partido, muy vinculados a algunas asociaciones de víctimas del terrorismo, se han negado a convalidar la política de todo vale. Voces muy autorizadas de ese mundo de las víctimas han dicho alto y claro que por ahí no. Personajes bastante ridículos no temen hacerlo. Lo traen de serie. Condenar el acercamiento de un preso a su residencia familiar cuando este ha conseguido administrativamente ese derecho en el periodo del gobierno anterior… (des)califica a los críticos en un sin palabras.

El partido de Rivera, que había empezado a jugar en política en el conjunto de España bajo el paraguas de un reformismo progresista y que, quiero entender, desde ahí había conseguido algún fichaje serio de cara a las próximas confrontaciones electorales, no ha dudado en usar el peor barro, el de la xenofobia y el racismo, para tratar de desgastar al gobierno y a gobiernos locales y regionales que no son de su gusto.

Sin alcanzar los cien días, el nuevo gobierno tiene ataques que, de puro disparatados, hacen que se sienta alguna simpatía por él. Los incendios en las redes revelan lo inflamable que está todo. Al fin y al cabo es verano. También lo era cuando los Juegos de Pekín y aquí nos peleábamos por saber si ya era oficial la crisis o había que esperar algún trimestre más. Han pasado diez años. Nos han pasado por encima a casi todos. También la batalla del Ebro estaba en lo más álgido en estos días ardientes de hace ochenta años. Ochenta… y quedan restos humeantes de aquella batalla y del conjunto de la guerra y ahora, en esta parte del mundo, parece que nunca  antes hemos tenido tanta paz…

Debe hacer más de cincuenta años que empezaron las campañas de prevención de los incendios forestales. La motorización, los domingueros, ayudaban a que cada vez fuera mayor la superficie quemada. La modernización también acarreaba el abandono de la explotación tradicional del bosque que era la mejor aliada contra los incendios. Y la especulación, claro! Aquel “cuando un monte se quema, algo tuyo se quema” incluso con el añadido fastuoso del Perich,algo suyo se quema, señor conde” tenía un personaje de comic de protagonista y parece que se llamaba Fidel.

El Ministerio de Agricultura ha rescatado al personaje y la guerra de movimientos se ha desatado con mayor vigor que en la Picardía de hace 100 años. Dos personajes como Girauta, del alto mando de Ciudadanos, y uno de los periodistas más extremistas de la Brunete mediática, Hermann Tertsch, han chapoteado en el ridículo al confundir al guardabosques de ficción con el difunto mandatario cubano dando por sentado que el gobierno es procastrista. Esa es la radiografía del aquí y ahora. Que la virgen de agosto los confunda y los castigue con un efecto boomerang que no puedan saltar ni los pasiegos en Selaya pasado mañana. La semana nos dirigirá también la mirada a Barcelona en el primer aniversario de casi todo lo que llegó después.

Diego, te esperamos. Cuidarte nos permitirá fijarnos en lo importante.

lunes, 6 de agosto de 2018

Un Plan Marshall negro [Para Olivia (12)]


Hoy cumples 23 meses. Sé que es una cifra poco celebrada. Te falta solo un mes para cumplir los dos años que dices ya que tienes, pero antes llegará Diego, tu hermano pequeño. Eso es suficiente, más que suficiente, para un abuelo que babea cuando en mitad del Muelle te paras, solicitas los brazos de tu Abu y parece que eres víctima de un ataque de amor, aunque solo sea un ataque de pereza o de cansancio.

Y sin embargo tu Abu, Olivia, no tiene bastante con eso. Está preocupado,  espero que algún día lo entiendas, con muchas de las cosas que nos rodean y entre todas ellas estoy  muy preocupado con todo lo que se relaciona con los procesos migratorios. Algo ha pasado en los últimos años para  que un problema muy serio, que afecta a solo un 1% de la población mundial, aparentemente no tenga solución.

En lo que se refiere a nuestro continente la ceguera absoluta parece guiar las políticas migratorias.  De la Unión y de todos y cada uno de los estados miembros. Se entiende mal que el miedo al mestizaje étnico, cultural, especialmente religioso, no se neutralice con la evidencia de que el comportamiento demográfico de la sociedad europea lleva, a muy corto plazo, a una sociedad anciana y pobre.

En 1981 la revolución del África negra fue el  tema que elegí desarrollar en la primera parte de mi oposición para profesor agregado de bachillerato. Se llamaba así entonces. El tema me lo había preparado con fuentes primarias y tuve suerte de que fuera una de las opciones que el azar me propuso. Sé que si busco en este blog que tiene ya más de 400 entradas, hay alguna referencia a ese ejercicio. Entre otras cosas porque aquel año Robert Mugabe tenía un significado muy distinto al que ha tenido últimamente. La declaración unilateral de independencia de Rodesia del Sur nos acerca a problemas actuales de  una manera insospechada… Llevo muchos años pendiente de África y de la ceguera de Europa en relación con ese continente vecino.

El pasado sábado, en el programa radiofónico más escuchado del fin de semana, cuatro voces autorizadas, dos periodistas, un misionero, y un cooperante, me atrevería a decir que ninguna de esas voces profesa ni ha profesado ningún radicalismo ideológico, compartían una visión que pone en primera plana la necesidad de que Europa abandone la fallida política migratoria llevada a cabo en los últimos lustros. Reconocer el error y enmendarlo. Así de sencillo. Y de difícil.

Y el primer dato. Más del 10% de las personas que han llegado a Europa en lo que va de año no tiene su origen en África. La guerra en Siria es la causa. Esa guerra que con la inestimable pasividad de occidente está a punto de ganar el tirano y su padrino ruso. Estamos jugando con fuego real. Ya se ha producido un episodio muy violento en  la valla de Ceuta. La desesperación puede hacer entender, pero no justificar, el uso de la violencia para una  entrada irregular en un territorio extranjero. Cualquier estado va a rechazar esas formas que operan a corto plazo contra los intereses de quienes pueden parecer beneficiados ese día.

La manifiesta incapacidad, intelectual en primer lugar, de la mayoría de nuestros políticos, en el conjunto del continente, va a hacer que veamos lo que hasta hace poco nos podía parecer aberrante e imposible. Italia… nuestros jóvenes dirigentes de la derecha. Y sí, hace falta algo parecido a un plan Marshall para el continente negro, pero la falta de credibilidad de quien se cepilló absolutamente las ayudas a la cooperación, hace necesario que esa propuesta venga de otro campo.

No hay ya muchas más opciones. Una Europa mestiza. Una Europa anciana y pobre o una Europa más o menos mestiza y más o menos anciana que se compromete seriamente con lo que en Estados Unidos llamarían nuestro patio trasero. Y no por buenismo como algún faltU anda diciendo por ahí. Por puro egoísmo y pragmatismo.