lunes, 2 de abril de 2018

De Sultán a Furaco


Cuando algún historiador del futuro se ocupe desde un punto de vista institucional de nuestra región desde el final de la dictadura franquista, dos personas van a ocupar necesariamente capítulos destacados. Hormaechea, último alcalde franquista de la capital y primero de la democracia, gracias a una famosa pirueta de los concejales regionalistas, y posteriormente presidente regional durante dos mandatos, con crisis semestral intermedia y ruptura con el PP incluidas y Revilla, histórico líder del regionalismo posterior a la muerte del dictador, y mucho más interesado en la geografía física que en la humana. En el mundo del espectáculo que en el del gobierno, en la literatura (si se puede encajar lo que escribe o le escriben, en esa parte del arte)

Los dos tienen actuaciones positivas, no voy a negar yo pan y sal a nadie, pero creo sinceramente que los dos han sido un pesado lastre para una región tan pequeña. Revilla, con ocho años de vicepresidente regional, aliado del PP y doce años, once ahora mismo, de presidente, aliado con los socialistas, tiene más responsabilidad que nadie en todo lo que ha pasado aquí, en lo bueno y malo, desde hace 23 años. Desde que la justicia inhabilitó a Hormaechea. Y el juicio global para nuestros prohombres no podrá ser benévolo.

En un invierno extraordinariamente húmedo, que se ha prolongado en los primeros días de la primavera, recoge uno de sus clásicos y arremete contra las previsiones de los meteorólogos, dando pie a que alguno de sus hooligans entienda que esa profesión tiene intereses oscuros en relación con Cantabria y su sector turístico. Que el calendario laboral regional, responsabilidad suya, haya dejado la famosa “semana” en un fin de semana largo, de solo tres días, caso único en toda España, no ha debido tener relación con los escasos ingresos de nuestros hosteleros.

Es primavera, ha habido ratos de sol, también de lluvia. Más de una procesión ha debido suspenderse por el mal tiempo… Showman, escritor y hombre del tiempo, a su edad, no le deja tiempo para gobernar. De hecho, su tiempo se acaba. Si se confirma electoralmente el pronóstico demoscópico, el ascenso de Ciudadanos puede barrer las aspiraciones regionalistas. Que el remedio sea peor que la enfermedad no es consuelo en este momento.

No es inteligente, justo con dos millones de catalanes en la apuesta, jugar la carta del victimismo. Amagar y no dar. Su partido se coloca ahora contra las escolleras de la Magdalena. Debe de hacer un año aproximadamente que el gobierno regional retiró un recurso que tenía parada la obra. El hombre tiene una gloriosa foto con la camiseta verde de la PAH. Como Ada Colau, lo cual no le impide votar en contra de lo que representa la camiseta y al día siguiente tratar de enmendar. La yenka en estado puro. Izquierda, derecha, adelante y atrás.

Los casos de menores extranjeros no acompañados tratados indebidamente en la comunidad autónoma que preside no le han hecho mover una ceja. Las reinas madres se suelen comportar así.  A dicharachero no le gana ni el rey emérito. Habrá que ver cómo lidian esos historiadores del futuro con la polla del rey de Noruega, narración casi en directo de nuestro pequeño gran hombre que facilitó su salto a la fama.

Cospedal y tres ministros más han cantado lo del viva la muerte en Málaga, la Málaga que alguna vez llevó el apelativo de la “roja” y cuyo “carnicerito” particular tiene todavía calle en esta ciudad, lo cual no sonroja a la alcaldesa que bastante tiene con todo lo demás. Entender  lo que nos pasa no es fácil. Tratar de actuar como si fuera sencillo es muy torpe. Lo demostrará la izquierda una vez más, que empieza a marear con la posibilidad de una  Marea unitaria cuando lo que prima al final es el sectarismo. En mi opinión, ni el toro de Hormaechea, Sultán, ni el oso de Revilla, Furaco, actuaron con tanto celo para que ganasen sus contrarios. Queda un año para desarrollar la idea. Enorme deseo de equivocarme.

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