El puente festivo y unas pequeñas vacaciones por el sur, me
han salvado. No tengo imágenes de los actos políticos de la semana pasada en el
Congreso de los Diputados. Tengo una edad que me exige algunas medidas de
autoprotección. No había pasado por Madrid desde junio y ayer lo hice por el
viejo túnel del enlace ferroviario Atocha –Chamartín. No he necesitado pasar
por la capital para saber lo que se venia fraguando. Seguramente ha sido el
azar pero la noche del sábado pernocté en un hotel llamado el Rincón de Diego,
en Mojácar. Muy recomendable aunque no haya sesiones de investidura. He dicho Diego. Digo es otra cosa.
A finales de agosto una viñeta de Forges anticipaba un tamayazo.
Un amigo se hizo eco de la misma. Nos hizo un juego a un grupo. Contestamos muy
pocos. Por algo así como 7 a
1 no nos creímos que pudiera ocurrir nada parecido. Y sin embargo una nueva
agencia ha aparecido en el horizonte del comic
nacional: Hernando y Hernando se van
a encargar de hacer temblar a la mitad aproximada de la población. En Almería
creen que si su Hernando llega a ministro de Fomento les puede resolver lo de
sus infraestructuras. No se si alguien tiene esperanzas por aquí de que ocurra
algo parecido en el caso de que, al fin, la quiniela que hace ministro al
alcalde de Santander, obtenga de una vez los catorce aciertos.
Vuelvo a la aritmética. Al margen del acuerdo de gobierno
que posibilita que el partido más corrupto de Europa vuelva a gobernar en
España, hay unos millones de votos que solo la torpeza más extrema puede
confundir con radicalidad antisistémica. Más de la cuarta parte de los
ciudadanos españoles que votamos el pasado junio no queremos este gobierno. A
ellos hay que sumar los votantes del PSOE que tampoco lo quieren. La mezcla no
es homogénea y eso puede explicar la dificultad de formar un gobierno
alternativo. Si finalmente el PSC rompe con el PSOE, o viceversa, hará falta
algo más que una Nueva Planta para seguir adelante.
En enero se cumplió el tricentenario de aquel decreto por el
que Felipe V hizo pagar a los catalanes su supuesta infidelidad. Ese aniversario
no tuvo un gran eco, al menos fuera de Catalunya. En enero andábamos metidos en filigranas
imposibles. Al “yo quiero un gobierno de progreso pero pacto con Rivera” de unos, respondieron los otros
con “aquí tienes ya el gobierno montado y me pido para mi esto, esto y lo
otro”. Poco edificante. Y no salvo a ninguno de los que pudieron dar una salida
diferente al tema. Otro recuerdo aritmético. La suma de votos PSOE+Podemos de
diciembre era superior a la suma de votos PP+C,s
Ahora, en pocos días, habrá un gobierno que volverá a coger
las tijeras de podar. Se acabaron las alegrías
de la interinidad. Con la
Virgen del Rocío procurando un mejor empleo y no recuerdo que
otra gobernando las fuerzas de seguridad del Estado. La guerra interna del PSOE
dejará mucho campo al PP para seguir a lo suyo y a Podemos, si de una vez se
demuestra que saber de teoría política se relaciona medianamente bien con su
aplicación práctica, para convertirse en alternativa real de gobierno, que en
unas próximas generales pueda articular la mayoría.
Felipe González, que podría haber seguido dedicado
a los bonsais, cree que Susana Díaz
es el futuro del PSOE. Creo que se equivoca, pero a la vez estoy bastante
seguro que encontrará a alguien que reste votos de los militantes a Pedro Sánchez. Las maniobras han sido
tan burdas que el cabreo interno es mayúsculo y hoy Pedro derrotaría a Susana.
Pues se retrasan primarias y congreso y se busca a un tercero/a.
Este año va terminando. El próximo tiene centenarios de
relumbrón. Me cuesta escribirlo. El atado y bien atado ha contraído
matrimonio con el que se mueve no sale
en la foto. Mucho campo libre para
quien no tenga nada que ver ni con lo uno ni con lo otro.
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