miércoles, 2 de noviembre de 2016

Viñetas

El puente festivo y unas pequeñas vacaciones por el sur, me han salvado. No tengo imágenes de los actos políticos de la semana pasada en el Congreso de los Diputados. Tengo una edad que me exige algunas medidas de autoprotección. No había pasado por Madrid desde junio y ayer lo hice por el viejo túnel del enlace ferroviario Atocha –Chamartín. No he necesitado pasar por la capital para saber lo que se venia fraguando. Seguramente ha sido el azar pero la noche del sábado pernocté en un hotel llamado el Rincón de Diego, en Mojácar. Muy recomendable aunque no haya sesiones de investidura. He dicho Diego. Digo es otra cosa.


A finales de agosto una viñeta de Forges anticipaba un tamayazo. Un amigo se hizo eco de la misma. Nos hizo un juego a un grupo. Contestamos muy pocos. Por algo así como 7 a 1 no nos creímos que pudiera ocurrir nada parecido. Y sin embargo una nueva agencia ha aparecido en el horizonte del comic nacional: Hernando y Hernando se van a encargar de hacer temblar a la mitad aproximada de la población. En Almería creen que si su Hernando llega a ministro de Fomento les puede resolver lo de sus infraestructuras. No se si alguien tiene esperanzas por aquí de que ocurra algo parecido en el caso de que, al fin, la quiniela que hace ministro al alcalde de Santander, obtenga de una vez los catorce aciertos.

Vuelvo a la aritmética. Al margen del acuerdo de gobierno que posibilita que el partido más corrupto de Europa vuelva a gobernar en España, hay unos millones de votos que solo la torpeza más extrema puede confundir con radicalidad antisistémica. Más de la cuarta parte de los ciudadanos españoles que votamos el pasado junio no queremos este gobierno. A ellos hay que sumar los votantes del PSOE que tampoco lo quieren. La mezcla no es homogénea y eso puede explicar la dificultad de formar un gobierno alternativo. Si finalmente el PSC rompe con el PSOE, o viceversa, hará falta algo más que una Nueva Planta para seguir adelante.

En enero se cumplió el tricentenario de aquel decreto por el que Felipe V hizo pagar a los catalanes su supuesta infidelidad. Ese aniversario no tuvo un gran eco, al menos fuera de Catalunya.  En enero andábamos metidos en filigranas imposibles. Al “yo quiero un gobierno de progreso pero pacto con Rivera” de unos, respondieron los otros con “aquí tienes ya el gobierno montado y me pido para mi esto, esto y lo otro”. Poco edificante. Y no salvo a ninguno de los que pudieron dar una salida diferente al tema. Otro recuerdo aritmético. La suma de votos PSOE+Podemos de diciembre era superior a la suma de votos PP+C,s

Ahora, en pocos días, habrá un gobierno que volverá a coger las tijeras de podar. Se acabaron las alegrías de la interinidad. Con la Virgen del Rocío procurando un mejor empleo y no recuerdo que otra gobernando las fuerzas de seguridad del Estado. La guerra interna del PSOE dejará mucho campo al PP para seguir a lo suyo y a Podemos, si de una vez se demuestra que saber de teoría política se relaciona medianamente bien con su aplicación práctica, para convertirse en alternativa real de gobierno, que en unas próximas generales pueda articular la mayoría.

Felipe González, que podría haber seguido dedicado a los bonsais, cree que Susana Díaz es el futuro del PSOE. Creo que se equivoca, pero a la vez estoy bastante seguro que encontrará a alguien que reste votos de los militantes a Pedro Sánchez. Las maniobras han sido tan burdas que el cabreo interno es mayúsculo y hoy Pedro derrotaría a Susana. Pues se retrasan primarias y congreso y se busca a un tercero/a.

Este año va terminando. El próximo tiene centenarios de relumbrón. Me cuesta escribirlo. El atado y bien atado ha contraído matrimonio con el que se mueve no sale en la foto.  Mucho campo libre para quien no tenga nada que ver ni con lo uno ni con lo otro.


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