El lugar y el tiempo que no existen. Desde muy pequeños
hemos podido escuchar
que alguna propuesta, las infantiles suelen serlo, es
para los mayores, utópica. Me
encontré con Tomás Moro y su
obra más conocida muy temprano. Creo que no
había terminado el bachillerato. Seguramente tardé algo más en relacionar la obra
con su vida y sobre todo con
su muerte. No tengo tanta seguridad sobre cuando
fue mi primer encuentro con el
término ucronía. Mucho más tarde sin duda.
Ahora, los medios de comunicación se regodean en el juego
de… ¿qué hubiera
pasado si…? Una serie televisiva que no he visto y el programa
radiofónico más
seguido en el fin de semana, aunque en su ligera versión
veraniega, también juega
a lo mismo. Creo que con el guionista de la versión televisiva. En plan positivo se
podría decir que aunque sea jugando hay que
situar los hechos reales y eso
acerca el tan necesario conocimiento histórico a
la mayoría de la población. El sábado
pasado me sorprendió el desayuno jugando
a qué hubiera pasado si los comuneros
no hubieran sido derrotados en
Villalar.
A esas horas, en fin de semana veraniego, la alucinación se
podría achacar a una
madrugada etílica y no era el caso. Prometido. Con pocas
horas de diferencia cae en
mis manos el número 1 de un nuevo gratuito que se
publica en nuestra región.
En la pagina 13 se califica de "episodio
extraño" el hecho de que dos jugadores
racinguistas saltaran al
Sardinero, a finales de septiembre de 1975, con un brazalete
negro en señal de
luto por los cinco últimos "ajusticiados" de la dictadura
franquista.
Parece que la propia dictadura o el hecho de que los dos jugadores,
Aitor Aguirre y
Sergio, fueran detenidos y multados, no era lo extraño.
El aburrido asunto de las próximas elecciones en Catalunya
amenazaba con
apropiarse de las noticias veraniegas y, casualidades de la vida,
se cruza con la
derrota comunera y con el centenario de las primeras batallas
del nuevo frente
que Italia había abierto frente a los austriacos, a finales de
la primavera en ese
lugar en el que confluyen la cultura latina y germánica con
un modelado geológico
tan familiar para los cantábricos: el Karst o Carso.
Pero creo que fue el lunes cuando se me avinagró el desayuno
definitivamente.
Cualquier sentimiento, especialmente por parte de quien tenga
o haya tenido
la suerte de tener un hermano, se ha tenido que revolver con la
noticia de la
aparición de un cadáver en una maleta en el puerto de Almería. Es
vomitivo.
Un ciudadano francés, de origen argelino, trataba de llevar a su
hermano de Melilla
a Francia de esa manera. Quiero pensar que algún intento
previo más normalito
se habría frustrado. El hermano sin documentación europea
no soporta las
condiciones en un espacio tan reducido. Y fallece.
Ese mismo día empiezan a aparecer noticias de la
privatización, por parte de la
Unión Europea, de buena parte de los servicios
del Frontex. No es que se vaya,
nos vayamos, a ahorrar nada, al contrario. Es,
dicen, una manera de tratar
de abordar el drama que se vive en el Mediterráneo
a diario, ahora mismo paliado
únicamente por la intervención de organizaciones
humanitarias como Médicos sin
Fronteras. Es el mismo día en que salta a la
primera página el drama del paso de
Calais, puerta de salida de la
entrada ya citada. La utopía de Europa para miles de
africanos y asiáticos.
No se acaba la semana sin que el que se prefigura como
candidato republicano a
las presidenciales del año próximo en los EE.UU. aborde
a su manera el tema
de la emigración en la frontera de México. No se priva en
su calificación. Yo
tampoco. El señor Trump es
un caballo de vapor, con sus iniciales en inglés
¿lo vamos pillando? Pues en la
Unión Europea algo de eso abunda también. Empiezo
a hartarme de la corrección
cuando los seres humanos caen a millares en una batalla
de una guerra que no se
ha declarado.
También ha sido la semana del aniversario del final de la II
Guerra Mundial en el
Pacífico. La rendición de Japón se anunció por parte del
emperador el 15 de agosto,
previamente, el 6 en Hiroshima y el 9 en Nagasaki,
se produjeron los terroríficos
bombardeos con la nueva tecnología que mataba a
una escala desconocida
hasta entonces. 70 años después continúa la polémica sobre si esos
bombardeos ahorraron vidas, pese a los centenares de miles de
víctimas directas, ya
que el fanatismo japonés iba a resistir isla por isla
como ya se había visto en batallas
anteriores…
A pesar de que pueda parecer un hecho muy pasado yo he
alcanzado una edad que
me permite haber hablado con tres combatientes de ese
escenario de la guerra. Dos
primos carnales, hijos de un hermano de mi padre
establecido en California en la
segunda década del siglo XX, huyendo de algún conflicto
en Marruecos, estuvieron
en los submarinos estadounidenses. El pequeño
falsificó su fecha de nacimiento para
poder ir a la guerra. Un ciudadano
británico, hijo de santanderina, que acabó siendo
uno de mis cuñados, también
falsificó su edad para ir al combate. Le tocó extremo
oriente. Era un tipo más
que comedido pero nunca tuvo ninguna simpatía por Japón…
Al emperador no se le
inculpó tras la derrota y fue el jefe del estado hasta su muerte
hace 25 años
Vamos a esperar para ver como adornan los guionistas de
utopías y ucronías los
hechos reales ocurridos, por ejemplo, esta misma semana.
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