Además
del noble afán de redimir cautivos hoy es la festa major en Barcelona, una
ciudad en la que, al margen de la mía natal, es donde más jornadas he vivido y
trabajado y noches he dormido y festejado, y donde nació mi único hijo. Y ahora
mismo, mientras escribo, el centro de esa ciudad estará invadido por los
gegants y, no puedo evitarlo, ni quiero, no deja de hacerme alguna gracia, por
partes recónditas de los cuerpos humanos, que en el futuro un vuelo entre mi
ciudad natal y Barcelona pueda ser considerado no solo internacional, además,
fuera del espacio Schengen.
Pero
la semana viene cargadita. Mañana hay una concentración en Madrid que quiero
ver como llamada de atención a los políticos, de todos los partidos, para que
empiecen a entender el mensaje que la ciudadanía viene lanzando desde hace al
menos dos años. Algunos pueden parecer más sordos que los que no quieren oír y ya
se está viendo la víspera. En un par de párrafos señalaré algún acontecimiento
local relacionado.
Pero
el jueves 27, y llevo 37 años recordándolo y la tristeza me sigue llenando como
entonces, se cumplirá el aniversario de las últimas ejecuciones efectuadas en
España. Que fueran las últimas y que hayan pasado ya 37 años puede considerarse
positivo si se contempla en detalle nuestra historia. Al margen del repudio a
la pena capital, quiero entender que mayoritario en nuestra sociedad, los
procesos sumarísimos que llevaron a las cinco ejecuciones del 27 de septiembre
de 1975, no contaron con la menor garantía procesal. Viví de cerca en Barcelona
la ejecución de Juan Paredes Manot, Txiki, y en estas fechas, todos los años
desde entonces, lo recuerdo.
Hace
dos, años, quiso el azar que estrenara blog personal (6565 entradas ahora
mismo) justo en esa fecha. A 48 horas de una huelga general que empezaba a
mostrar el hartazgo de la población frente al tratamiento que se le daba a la
crisis económica. Dos años más tarde ya se ha producido otra huelga general, en
marzo pasado, pero la desesperanza gana terreno. La sensación de no saber hacia
donde se navega es tremenda. La desconfianza en los mandos del buque aumenta. No
será fácil evitar la catástrofe y merecería la pena intentarlo
Hace
dos párrafos anunciaba éste. Se está empezando a generar un gran movimiento de
repulsa en la región a una técnica de búsqueda y extracción de gas, el
denominado fracking, fragmentación de la roca para liberar el gas contenido en
su interior, mediante procedimientos tremendamente agresivos para el medio
ambiente. Ya está prohibido en Francia y en varios estados de los Estados
Unidos. Aquí alguien ha vendido ese procedimiento como un bálsamo para todos
nuestros males. Y muchos políticos han picado.
Y
aquí si que hay transversalidad absoluta. No se salva ni Dios como en algún
poema aparentemente poco respetuoso. El gobierno anterior y el actual, de
España y de Cantabria, están pringados en el asunto. Y el gobierno vasco del
lendakari López y el de Castilla y León… y es por la base, por los
ayuntamientos, por donde se empieza a ver una conexión entre ciudadanía y
políticos.
No
quiero guardarme un hecho. Hace meses, años, se despertó en Cantabria una gran
movilización social contra la energía eólica por su impacto visual,
básicamente. El presidente, entonces, de una asociación conservacionista a la
que yo había pagado cuotas durante muchos años, se distinguió en las críticas
al plan energético en nombre de su asociación y sin contar para nada con los
asociados. Todavía espero el posicionamiento de esa asociación, en la que causé
baja entonces, frente al fracking. No sé quien la preside ahora. El de entonces
fue recompensado en mayo pasado con un puestazo muy bien pagado.
Esa
manera de hacer las cosas es la que tiene que acabar si queremos, alguna vez,
salir del agujero. O los trasvases entre política activa y judicatura, en ida y
vuelta, o, muy actual en Cantabria, entre gobierno y cúpula empresarial. Si hay
empresarios cántabros que no voten al PP, y alguno hay, ¿cómo se le queda el
cuerpo con el último fichaje de CEOE? Y eso no tiene nada que ver con la capacidad
individual, que en el último caso citado está bien probada. Tengo muchas más
dudas en el anterior.