lunes, 29 de mayo de 2017

De Samuel a Alberto Pico


El viernes por la mañana recibí una llamada que me llenó de alegría, lo he reflejado a medias en un comentario de respuesta a otro que un buen amigo me hacía sobre la entrada anterior. Tiene mucho entusiasmo ese amigo con alguna de las nuevas formas políticas presentes en nuestros parlamentos. A mi me queda menos entusiasmo por las formas políticas. Por las nuevas y menos aún por las viejas. No me felicito por ello. Simplemente es así o así me lo parece.

La llamada se relaciona con un varapalo judicial al gobierno regional. Un varapalo que podía y debía haberse ahorrado nuestro gobierno. Yo he felicitado a la abogada defensora y ella me dice que está muy agradecida conmigo. No he sido más que uno entre muchos. Ese trabajo de activismo social que en muchas ocasiones te mueve cerca del desencanto cuando no de la desesperación. Esas veces que parece que nada va a cambiar, que da igual que gobiernen unos u otros, cuando rozas las antesalas de los poderosos explicando lo que te parece obvio… algunas veces tiene un colofón feliz.

Hace poco más de dos años llegó a nuestra ciudad un menor camerunés que cumplirá 18 el próximo 15 de junio, justo el día en que se llenarán páginas con el 40 aniversario de nuestras primeras elecciones después de los otros cuarenta de franquismo. El nombre en clave de Samuel ha movido tinta en nuestra región y fuera de ella. Su causa recogió más de cien mil firmas en la plataforma change.org. Nuestra región roza los seiscientos mil habitantes. Seguramente muchos firmantes eran de otros lugares.

La sentencia judicial, que nunca debería haberse producido, deja las cosas en su sitio. Samuel era menor cuando llegó, le quedan todavía casi tres semanas con esa condición y hay legislación española e internacional de protección a los menores que los servicios sociales del gobierno de Cantabria han ignorado cuando no vulnerado a sabiendas. La vicepresidenta tuvo una actuación en el parlamento regional, ante una pregunta de Podemos, que personalmente me pareció vergonzosa. El presidente regional, tan dicharachero en programas televisivos, ha pasado del caso. Lo puedo afirmar ya que junto a una compañera de Pasaje Seguro Cantabria llegamos hasta su jefe de gabinete… sensaciones muy cercanas al asco en todo este tema Samuel.

Y ayer domingo, temprano, veo que se me ha incluido en un grupo de chateo telefónico que está pidiendo socorro literalmente tratando de que la consejería de Educación, también de gestión socialista como los servicios sociales, diferencie entre equidad e igualdad a la hora de dotar de recursos para el curso próximo a un Instituto de Secundaria. Para mi no es un instituto cualquiera. He trabajado en él los últimos 18 años de mi vida profesional. Lleva el nombre del compañero de trabajo más notable de todos los que he tenido, Alberto Pico, y desarrolla su actividad en uno de los entornos sociales menos favorecidos de la ciudad.

Hace casi nueve años la vida me colocó en una posición en la que no podía prestar atención al pinchazo de la burbuja. De hecho no me enteré bien. La vida me ha dado una segunda oportunidad y yo me sigo dedicando, como en la primera, a colaborar, en mi medida, no muy grande, para que los más desafortunados no sean olvidados de todo. Soy así. No voy a ganar nada pero lanzo una pregunta:

La pregunta para el consejero y para la vicepresidenta es ¿Por qué se empeñan en que sus políticas no se distingan de las de sus rivales conservadores? ¿Por dinero? Seguramente. Por qué no prueban a ahorrar en cargos de confianza? Uno menos de esa lista puede pagar como mínimo a dos profesores más. Cuenta de la vieja. De acuerdo.



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