lunes, 27 de marzo de 2017

Trío y pareja


Cada día que pasa entiendo mejor algunas cosas. Hay que tener alguna edad para ello. No hay atajos. Las mezclas, los mestizajes, han hecho evolucionar la especie junto a intercambios de todo tipo. Si media familia dobla los calcetines como ya lo hacía la otra media, que a su vez hace la cama como acostumbraba la primera, las dos partes han evolucionado, han avanzado. Porque han juzgado que tenían a su alcance algo mejor y lo han podido incorporar.

Si una parte de lo que, al margen de la denominación oficial, es el estado del que tenemos la ciudadanía más de cuarenta y cinco millones de personas, quiere cortar amarras con el resto, a mi no me parece un avance para ninguna de las dos partes. Y no me vale la supuesta razón de unos frente a  la de los otros. Saltarse la ley nos deja más desprotegidos a los más débiles. Pero ampararse en una ley de un momento determinado, que en si misma contiene posibilidades de reforma, y no puede ser de otra forma, como si fuera alguna tabla divina entregada a Charlton- Moisés- Heston que es intocable en si misma, coloca a los unos y los otros en el mismo plano. A mi modo de ver en un plano en el que no destaca la inteligencia. La que nos ha ido haciendo avanzar.

Me vale para Catalunya frente al resto de España, para la Unión Europea frente a los distintos intentos de ruptura, o para quienes en los Estados Unidos renieguen del pasado hispano de una parte notable de su territorio y de su población. En todos los casos encontramos protagonistas dedicados a la cosa pública que no ponen el interés general por delante de los legítimos intereses particulares. Cada vez estoy más convencido de que lo que ocurre es que creen que son más listos que quienes les votan. Y eso es bastante poco probable.

En el combate interno en que se mueve hace meses el socialismo español sigo, por puro azar, no nos conocemos personalmente, a un político valenciano que me está gustando de una manera muy especial. Ha sido alcalde de su pueblo y diputado en el Parlamento Europeo y quizá alguna cosa más. Y lleva más de dos años comiendo de su trabajo profesional y entiende, y lo dice, que la política no es una profesión. Es una dedicación. Que debería ser temporal.

El trío de precandidatos socialistas, si no estoy muy mal informado, solo ha trabajado para el partido. Solo han cobrado del partido. En directo o por medio de un sueldo público obtenido mediante el partido. En Cantabria los populares también han dado espectáculo. Sin llegar al trío aunque mucho mayor de lo que acostumbran. Hacía más de veinte años que no ocurría nada parecido, y puede volver a ocurrir. A finales de 1990 esa situación llevó a la presidencia de Cantabria al socialista Jaime Blanco. Reina por un día, o por seis meses. Hasta que los populares se comieron la dignidad y rehabilitaron a Hormaechea. Ahora algo parecido, la fragmentación del partido conservador, supondría regalar la mayoría absoluta al regionalismo.

Quien haya diseñado el proceso de elección de los populares de Cantabria no puede estar entre sus amigos. La primera parte, con voto directo, por fin, de todos los afiliados da la victoria, ajustada, a uno. Y la segunda parte, con el voto indirecto de los delegados, da una victoria mucho más ajustada a la otra. Si tuviera carné popular, la providencia no lo quiera ni permita y confunda a quien lo desee, hoy mismo me hubiera dirigido a los dos para que abandonasen el puente de mando. Juntos. Diego tiene a donde volver. Buruaga no lo sé.


Solo el circo murciano ha librado a los nuestros de las primeras páginas nacionales

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