En 2008 también era domingo. Con mucha serenidad pero con un recuerdo imborrable y permanente y ya son diecisiete años sin ella. La mitad aproximada, de soledad no deseada y la otra mitad, en una nueva etapa vital. Gracias a todo mi entorno, familias: en plural, tengo tres; y amigas/os. La soledad, que puede ser un tesoro, también es una maldición.
En “Una batalla tras otra” el personaje delirante interpretado por Di Caprio tiene uno de sus momentos más
lúcidos cuando habla con la tutora de su hija en el Instituto y profesora de Historia. La referencia a algunos
presidentes de los EE.UU. queda un poco diluida con Roosevelt I, no Franklin D.,
el otro, Theodore, el que “arregló” en beneficio yanqui la que nos
había liado Mac Kinley con el
conflicto de 1898, reducido en el film al asunto filipino. Ni mención a Cuba y
Puerto Rico o islas menores. La posición de nuestros diestros actuales –para
ellos los demás somos zurdos- no se reconoce con el antiamericanismo derivado
de aquel conflicto que duró, como mínimo, hasta la visita de Eisenhower a Madrid en 1959. Esa puesta
de largo del franquismo no evitó que siguiera latiendo el
antiamericanismo mencionado. Tuvo que llegar el acento spanglish de Aznar en el rancho de Bush para que empezara a cambiar ese
tema.
El noviazgo entre Trump y Abascal hace que A. N. Feijóo –cornudo y apaleado- intente ser más trumpista que Trump. Parece una vaca sin cencerro la mayoría de los días. Huele a Casado, en versión menos digna, tragando con todo. De hecho, cada vez que ANF dice “cuando yo llegue al gobierno… blábláblá”, empieza a haber aullidos de lobo en sus propias filas, en recuerdo del memorable “Hermano Lobo” del tardofranquismo: El año que viene si Dios quiere.
Una vez dinamitado el viejo orden
internacional, ahora un pescador colombiano a la deriva en el Caribe puede ser
confundido con un traficante –ni aunque lo fuera- y ser diana de un misil
inteligente. Las incertidumbres son bastante mayores que las certezas en
Palestina respecto a cuánto puede durar el relativo alto el fuego actual. Y la
feria de los fanfarrones: Putin y
Trump, Trump y Putin, pronto con Orban
de padrino y Zelensky de convidado
de piedra. Lo del presidente americano es muy difícil de calificar incluso con
lenguas ricas como la nuestra. Si realmente, como empiezan a temer algunos, el
zar de este siglo decide atacar alguno de los países fronterizos miembro de la
OTAN, ¿dónde se situaría la respuesta de los demás?
La salida tradicional del viejo
pacifismo puede no ser de recibo y la guerra generalizada todavía menos, pero la
defensa propia está regulada en los códigos de los países civilizados. Después,
está la pobreza. Termina la semana dedicada al estudio de la misma y a la
propuesta de soluciones. Hace 24 horas los actos celebrados en Santander culminaron
con la presentación de un libro de la periodista Lola Hierro. Especialista en África; una enciclopedia acumulada a
lo largo de diez años de análisis y viajes por el continente vecino. Abrió el
coloquio un señor aparentemente mayor que yo mismo que había dormitado una
parte notable de la hora completa que duró la presentación.
No tuvo dudas, o eso me pareció, en bordar el discurso de “primero los de aquí”, que también hay pobres aquí. Siendo eso verdad y cada vez mayor, es una ignorancia notable comparar los ámbitos de la pobreza allí y aquí. La propia Lola ya había comentado que pese a la falta de futuro, el inestable presente de quienes han alcanzado plaza en un campo de refugiados, -los hay mayores que muchas de las grandes ciudades españolas- ya les supone formar parte de una élite de los desheredados. Porque Lola ha acuñado un término para los que no pueden alcanzar ni un campo de refugiados –que no es el Hilton-: Los intemperiados. Despojando algunos discursos de todo atisbo de maldad, dejándolo en ignorancia, se revalida el viejo aforismo: la madre del atrevimiento.
Gaza, vergüenza de la
humanidad; Gaza, siempre en la memoria
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