El disgusto del primer ministro italiano, Renzi, tiene mucha lectura histórica en
España. Hay votaciones cargadas por/de fuerzas malignas. Todavía iba yo al
Instituto cuando por primera vez vi un panfleto. Estaba tirado en la calle y mojado.
Llovió mucho aquel otoño. Llamaba a
abstenerse en un referéndum. Era noviembre o diciembre de 1966 y el franquismo
trataba de dotarse de un maquillaje que le permitiera sentarse a la mesa
europea. Quien tenía plaza en la mesa del Consejo de Ministros de Franco era el presidente-fundador del
Partido Popular y, se decía, estaba refrescando la dictadura.
Evidentemente, la Ley
Orgánica del Estado se aprobó por una mayoría que más tarde
se ha llamado a la búlgara, estableciendo parentescos entre sistemas
totalitarios de signo contrario. Exactamente diez años más tarde, los españoles y, esta vez las españolas, sin
reparos de estado civil - en el franquismo votaban solo las mujeres casadas-
fueron de nuevo llamados/as a votar. La ley para la Reforma Política que abrió paso
al sistema actual sin enterrar completamente la dictadura, también se votó en
diciembre.
La oposición democrática, con muchos más medios que en 1966,
también llamó a la abstención. El resultado no fue a la búlgara pero demostró
que esa oposición democrática tenía un apoyo popular limitado. Cuarenta años
después del golpe militar que dio paso a la Guerra Civil y a la dictadura,
las consecuencias sociológicas se empezaban a notar. Mucho. Creo que todavía se
notan.
Dos años más tarde, 1978, nos volvieron a llamar a votar otra
vez en diciembre. Las condiciones eran diferentes. En junio de 1977 había
habido un proceso electoral más o menos homologable. Se refrendó la Constitución que
todavía está en vigor. La mayoría de lo que había sido la oposición democrática
al franquismo llamó esta vez a votar favorablemente, aunque un par de meses más
tarde la UCD
volvió a sacar una mayoría suficiente para gobernar. Fueron asuntos internos
los que llevaron a la dimisión de Suárez
y ya después, en octubre de 1982, se produjo la alternancia.
Mucho más cerca, el año pasado, también votamos en
diciembre. Los resultados favorables a una alternativa al PP no fueron tenidos
en cuenta ni por el PSOE ni por Podemos. El dirigente supremo de este último se
alegra del resultado de ayer en Italia, ¿? Yo ya he renunciado a interpretar a Pablo Iglesias II. En mi pueblo estaría
situado entre aquellos tan listos, tan listos, que se dice de ellos que se han
pasado (de listos)
Ah! también es diciembre en Austria. Y estamos tan contentos
que los mercados bursátiles no se han desplomado pese a lo de Italia. El
candidato de extrema derecha solo ha obtenido el 46% de los votos,
el mismo candidato que ganó la primera vuelta en abril y que forzó una tercera oportunidad
al perder en julio. Uffffff
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