Busco un bueno. Feos y malos abundan. No hay que buscar
mucho. Aparecen sin necesidad de esfuerzo. Se cruzan en nuestras vidas. Mi
calle ha amanecido con decenas de vehículos pintados con unas siglas. Algunas
fachadas también. El/la miserable incluso ha firmado un mural recién estrenado.
Yo no he sido afectado en directo. Solo en mi solidaridad vecinal. Es un hecho
menor pero seguro que ha amargado el domingo a muchos.
A muchos más nos amargó la decisión de un feo, rector de una
universidad internacional con sede principal en esta ciudad, de concederle la
medalla de honor de la institución a otro feo, seguramente más malo que el
rector, y ex presidente de Colombia. Cabeza visible del movimiento opositor al
proceso de paz que se desarrolla en aquel país hermano. La indignación
ciudadana seguramente no hubiera bastado. Las miles de firmas recogidas para
que se deje de hacer política sectaria desde una institución académica tampoco.
La buena noticia ha venido, como en otros tiempos venían los
barcos, de La Habana. La
culminación del acuerdo entre el gobierno colombiano y las FARC dejaba la
posición del rector Nombela y de Uribe en un trapecio sin red. La
anulación del acto académico previsto para este martes, que no la retirada de
la condecoración, ha indignado al ex presidente que se le ha revuelto al rector
por su falta de valor y le ha venido a decir que se guarde la medalla donde le
pueda caber… no falta animación en el inicio del verano académico.
El rector y el ex presidente se dice que pertenecen a la
misma secta religiosa. No creo que sean datos públicos por lo que hay que
tomarlos con mucha reserva. Mucho más conocida y no negada, es la pertenencia a
esa secta del ministro en funciones Fernández
Díaz. Grabaciones publicadas recientemente dejan su altura moral muy por
debajo de la cota cero. Exactamente entre el Mar Muerto y la fosa de las
Marianas.
Si el rector y el ex presidente también tienen ángeles de la
guarda amaestrados para aparcar, podían ponerse de acuerdo los tres y mandarlos
a mi calle el próximo fin de semana. Podrían hacer algo más útil y salvar
algunas carrocerías.
No quiero resistirme al recuerdo. En el verano de 1970 la
mayoría de mis amigos ya habían abrazado una militancia política. Aquel verano,
un ejemplar de la obra de Jesús Infante,
“La Santa Mafia ” circulaba
de manera clandestina por nuestra ciudad. No había mucho tiempo. El préstamo
duraba entre 24 y 36 horas. Creo que fue la primera vez que pude enmarcar la
secta de la que hablamos mucho más allá de un contexto espiritual y religioso. Había
un capítulo dedicado a la importancia del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas en la acción de la secta.
Trece años más tarde un cirujano de la Universidad de Navarra
que entró en la vida familiar a través de una experiencia muy dolorosa, confirmó
muchos detalles del libro y alguno más. Ahí siguen. Es posible que también haya
algún bueno en sus filas.
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