domingo, 3 de julio de 2016

La Santa Mafia

Busco un bueno. Feos y malos abundan. No hay que buscar mucho. Aparecen sin necesidad de esfuerzo. Se cruzan en nuestras vidas. Mi calle ha amanecido con decenas de vehículos pintados con unas siglas. Algunas fachadas también. El/la miserable incluso ha firmado un mural recién estrenado. Yo no he sido afectado en directo. Solo en mi solidaridad vecinal. Es un hecho menor pero seguro que ha amargado el domingo a muchos.

A muchos más nos amargó la decisión de un feo, rector de una universidad internacional con sede principal en esta ciudad, de concederle la medalla de honor de la institución a otro feo, seguramente más malo que el rector, y ex presidente de Colombia. Cabeza visible del movimiento opositor al proceso de paz que se desarrolla en aquel país hermano. La indignación ciudadana seguramente no hubiera bastado. Las miles de firmas recogidas para que se deje de hacer política sectaria desde una institución académica tampoco.

La buena noticia ha venido, como en otros tiempos venían los barcos, de La Habana. La culminación del acuerdo entre el gobierno colombiano y las FARC dejaba la posición del rector Nombela y de Uribe en un trapecio sin red. La anulación del acto académico previsto para este martes, que no la retirada de la condecoración, ha indignado al ex presidente que se le ha revuelto al rector por su falta de valor y le ha venido a decir que se guarde la medalla donde le pueda caber… no falta animación en el inicio del verano académico.

El rector y el ex presidente se dice que pertenecen a la misma secta religiosa. No creo que sean datos públicos por lo que hay que tomarlos con mucha reserva. Mucho más conocida y no negada, es la pertenencia a esa secta del ministro en funciones Fernández Díaz. Grabaciones publicadas recientemente dejan su altura moral muy por debajo de la cota cero. Exactamente entre el Mar Muerto y la fosa de las Marianas.

Si el rector y el ex presidente también tienen ángeles de la guarda amaestrados para aparcar, podían ponerse de acuerdo los tres y mandarlos a mi calle el próximo fin de semana. Podrían hacer algo más útil y salvar algunas carrocerías.

No quiero resistirme al recuerdo. En el verano de 1970 la mayoría de mis amigos ya habían abrazado una militancia política. Aquel verano, un ejemplar de la obra de Jesús Infante, La Santa Mafiacirculaba de manera clandestina por nuestra ciudad. No había mucho tiempo. El préstamo duraba entre 24 y 36 horas. Creo que fue la primera vez que pude enmarcar la secta de la que hablamos mucho más allá de un contexto espiritual y religioso. Había un capítulo dedicado a la importancia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la acción de la secta.


Trece años más tarde un cirujano de la Universidad de Navarra que entró en la vida familiar a través de una experiencia muy dolorosa, confirmó muchos detalles del libro y alguno más. Ahí siguen. Es posible que también haya algún bueno en sus filas.

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