Mi primer lunes aquí dice textualmente “poca cosa mañanera, un poco de paseo y el test” que me clasificó exactamente en el lugar que me tiene clasificado el sistema oficial español de enseñanza de lenguas extranjeras. Tengo un conocimiento de esta lengua que supera un tercio (certificado A2 que conseguí el año pasado) y no llega al 50% de lo que se exige para un certificado B2. Eso es. Me parece positivo que no haya en este caso un desfase. Nos martirizamos con frecuencia en España sobre si sabemos enseñar/ aprender lenguas extranjeras. Normalmente no pasamos, después de salir del Instituto, exámenes de Biología, Geografía, Dibujo Técnico, Filosofía... Pero las lenguas extranjeras tienen comprobaciones diarias. En el trabajo, en los viajes…
Ese primer día se remató con una cena con Raúl. De amigo de mi hijo ha pasado a la categoría de sobrino adoptado. Me acogió los primeros días en su casa, además de recibirme en Tegel y darme información que después de tres años en Berlín, tiene de sobra. Como tantos jóvenes españoles preparados que deberían haber seguido lanzando nuestro país adelante y que se han visto recortados, sus alas y sus vidas como España, por unas elites que no parecen europeas, que no lo son en sus comportamientos y que decididamente no nos merecemos.
Esa cena, ya que he mencionado un restaurante mejicano en zona más pija, fue en otro, mucho más popular pero con una comida no menos auténtica. Ta Cabrón, se llama así, está a unos trescientos metros de la estación de la línea 1 de Schlesisches Tor, retrocediendo después de abandonarla. No hay perdida. En el corazón de Kreuzberg que supongo que es el barrio más animado, y con menos plástico, de la capital alemana.
Hay un paseo bastante ameno que realizo el miércoles. El tiempo es un adelanto de verano, con retrocesos notables que hacen que 48 horas más tarde, en bici, me pele literalmente de frío. Pero ese miércoles descubro que el molecule man conmigo no forma un trío, que ya es un trío en si mismo. Y no creo que en mi primera visita, ni todas las veces que he podido ver ese icono del nuevo Berlín posterior a la unificación, me había dado cuenta. No es el único fallo de almacenamiento en mi memoria. Ya llegará otro más reciente pero si no sigo un orden cronológico será peor.
Mi amigo Raúl es mucho más culé que yo, que no se si me queda algo de futbolero de cualquier tinte. Pero ese miércoles veo el partido del Barça contra el Paris Saint Germain en una pantalla gigante. Hay una penya barcelonista en Berlín y aunque el jueves madruguen todos mucho más que yo, esa noche no tienen prisa. A mi la victoria me trae recuerdos del empate del Racing en ese mismo campo, hace más de seis años, que en este caso parecen siglos.
Ese día he empezado a calmar mi espalda. Ella es asi. No soporta mucho más de tres o cuatro días sin nadar. El Berliner Bäder-Betriebe dispone de casi cuarenta posibilidades. Cuarenta piscinas cubiertas y climatizadas, además de las abiertas, para los baños veraniegos. No es muy difícil encontrar alguna cerca de casa. Están matemáticamente repartidas por toda la ciudad. Aquí no hay playa, ¿ o si?