lunes, 6 de mayo de 2019

Y una semana después


No he conseguido escribir un extra. La vida jubilada no es lo que parece. Y/o somos definitivamente más lentos. De algún recuento de los resultados del último domingo de abril proyectados hacia el último domingo de mayo, solo es prudente afirmar que está todo abierto. Modelo andaluz y modelo portugués. Para  el conjunto de España la primera opción quedó neutralizada afortunadamente. La ciudadanía española debería ser estudiada con alguna atención mayor. A veces he tenido, y tengo, la sensación de que no se respeta mucho, en comentarios políticos, la decisión electoral de esa ciudadanía.

Gobierno de coalición o acuerdo de legislatura, lo que sea finalmente, es bastante lógico que no se adelante hasta que finalice el proceso de elecciones locales y europeas. Habrá paquetes de negociación: Alcaldías importantes, gobiernos regionales y el gobierno de España. Me parece bastante normal pero hay ya mucho lamento en columnas de opinión y redes sociales.

Soy el hermano pequeño en mi familia. Algo he aprendido a lo largo de decenios sobre el comportamiento de pequeños y mayores si se quiere mantener o restaurar alguna armonía. Que los choques sean pasajeros o duraderos depende de todos, naturalmente, pero en política, donde voluntariamente me he situado en posiciones minoritarias, en algún tiempo con compromiso militante y más tarde como simple votante, he observado cierta falta de respeto por parte del hermano pequeño.

En la izquierda española, y con catorce resultados de elecciones al Congreso desde 1977, solo en diciembre de 2015 hubo uno que aproximaba a socialistas y a las confluencias a su izquierda, articuladas por Podemos, en un plano de cercanía en votos, no tanto en escaños (90 a 71) Como en el interior de cualquier familia, es necesario el respeto mutuo, disfrutar del momento, que no hay tantos, y olvidarse de la tentación de que sea el pequeño el que dé lecciones al que ha convencido a más votantes. Y lo planteo en términos de respeto. De igualdad con proporcionalidad.

En el colegio electoral el domingo pasado tuve dos aldabonazos que me han llevado a la reflexión de esta semana. Para señalar mi elección al Senado, sin importunar al presidente de la mesa y para abreviar la fila que había en la cabina, le pedí un bolígrafo a un interventor. Era el del PSOE. Al devolvérselo y darle las gracias, apreció algún guiño de mi parte que le hizo confesarme que tenía 84 años y que ahí seguía, sin resignarse, fiel a lo de siempre y esperando que parásemos el tirón del neofascismo…

Al salir, el choque con la luz primaveral casi me impidió ver a un antiguo alumno. Tenemos buena relación y las redes sociales la favorecen. Nos seguimos. Salía de votar con su familia. Una niña algo mayor que mi nieta. La crisis le ha dirigido, dentro de su empresa, a convertirse en un sindicalista bastante activo. Su comentario me escalofrió. Nos podíamos estar jugando el pase a la clandestinidad…Le dije que yo no estaba para trotes pero que recordaba la situación, que para mi no sería nueva…

Y todo, o casi todo lo demás, es cierto. En la noche electoral de junio de 1993, Felipe González declaró que había captado el mensaje para a continuación desdeñar a Izquierda Unida y pactar la legislatura con los nacionalistas catalanes. Jordi Pujol… En marzo de 2004, tras la convulsión del atentado, a Rodríguez Zapatero los jóvenes le pidieron que no les defraudara… Si la burra vuelve al trigo ¿Todo el mérito o culpa es de una parte? Nuestra derecha a veces da miedo a la mayoría y hay sectores de la izquierda que, supuestamente, todo lo hacen bien, pero no consiguen convencer a esa mayoría ¿No falla algo en ese análisis?

En la Europa actual, y así parece que lo ven desde todas esas atalayas, lo ocurrido en España hace ocho días es una especie de prodigio. La mayoría social, en un país como el nuestro, de los grandes de la Unión, ha optado por opciones progresistas para tratar de enmendar los muchos rotos y descosidos de los últimos diez años. Se está recuperando el volumen de empleo de 2008 pero ese empleo tiene una calidad infinitamente peor. La desigualdad ha aumentado hasta límites poco soportables. El consumo no se ha recuperado… Me encuentro en la mayoría social que ganó el domingo y me/nos felicitamos. De momento. Tiempo habrá para maldecir si hubiera que hacerlo. En pocas semanas las primeras decisiones.

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