lunes, 11 de febrero de 2019

Impasible el a(¿?)emán



La transmisión oral, a veces, origina errores que pueden tener su nota graciosa. Quienes tenemos determinada edad recordamos sin demasiado esfuerzo el adoctrinamiento que sufrimos en nuestra infancia y juventud. Quién estaba impasible, el ademán o el alemán? Íbamos por rutas imperiales o por pomporrutas imperiales?  Algunas segundas partes se convierten en tragedias,  pero lo grotesco acecha con poca misericordia.

Ayer un amplio frente impopular convocó a exhibir banderas en Madrid. Ni los organizadores se atreven a revalidar cifras que, dicen, se alcanzaron en otros momentos. ¿Se podría tildar de fracaso la exhibición de músculo de las derechas que ya no tienen ningún empacho  en fotografiarse con los fascistas?  Elemental prudencia. Hay mucha costumbre de despellejar el animal antes de cazarlo.

Hay dirigentes políticos que piensan que los ciudadanos no tenemos  problemas reales, y recurren a inventarlos. Impagable, para que el lío siga puntuando en shows celtibéricos, que elementos como Alfonso Guerra, abanderado del nepotismo en la España postfranquista, se deje aplaudir por elementas como Dolors Montserrat. O que dirigentes socialistas que presiden las comunidades menos avanzadas de España revienten las esquinas con sus maledicencias.

Además, en esa tribu, hay insignes como Corcuera y Redondo Jr. Y como lo grotesco es una vía segura hacia lo ridículo, en algún rincón de la foto aparece Manuel Valls. Aspirante a la alcaldía de Barcelona y exprimer ministro de Francia, si no recuerdo mal en las filas, entonces, del partido socialista. Quien quiera avanzar en solución de conflictos por vía de diálogo lo tiene crudo, y no solo con los adversarios. ¡Cuánta ruindad!

Parece que la palabra relator, elegida por la vicepresidenta en el Senado, fue el punto del hasta aquí hemos llegado y te vas a enterar de lo que vale un peine. Para pelear siempre hay motivos. Cuenta más la intención. Por ejemplo, un relator hubiera impedido que la alcaldesa de Santander fuera reina por un día al comprar su relato, -parcial, medio falso, sobre el informe que presentó el gobierno de España relativo a la playa de la Magdalena- los principales medios nacionales que  al día  siguiente tuvieron que matizar, una vez leído el informe.

Yo fui relator. En Zamora, a principios de este siglo, en unas jornadas de una asociación a la que pertenecía pero en la que no participaba demasiado, ni estaba en sus órganos directivos. La secretaria me propuso como relator de aquel encuentro. Me pudo parecer un embrollo al principio, pero me acabó gustando y mi trabajo fue satisfactorio para los asistentes. Comparar las nuevas organizaciones de las familias al despuntar el siglo XXI, con los movimientos orogénicos, parece que fue acertado. Los cambios han tenido algo de telúrico. Lo que ya se admite mayoritariamente para las familias, no se admite para las banderas. Las derechas solo quieren una  ¿Dónde quedó ayer Europa? ¿Y las autonomías? Volver a la España una es muy peligroso. En esa vía los conflictos territoriales actuales son simple aperitivo de los que puedan llegar.



¿Las mayores condenas a esas nuevas formas familiares de dónde vinieron? De aquellos frentes impopulares que unían al PP con la jerarquía de la iglesia católica. Ese apoyo falló ayer. Situarse tan a favor de la familia tradicional y, a la vez, en millares de casos, desde Italia a Chile y desde Irlanda a Australia, pasando por Boston y Los Ángeles y por Barcelona y Bilbao y por Ontaneda, y… abusar despiadadamente de niños y jóvenes en una más satánica que divina pederastia, con tantos casos abiertos, más el posicionamiento de buena parte de la iglesia en Catalunya, seguramente desaconsejaron acompañar esta vez el cortejo de la plaza de Colón.

Abascal, Casado y Rivera, -puro orden alfabético, las diferencias que las expliquen ellos- deben ensayar el sin ti no soy nada y pactar con la Conferencia Episcopal la fecha del próximo recital. Ya les han sugerido que lo suyo puede quedar más propio en la plaza de Oriente aunque esté más lejos de la calle Génova.

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