lunes, 3 de septiembre de 2018

Contubernio


 En el final de mi infancia sonaba mucho el término contubernio, unido a la ciudad alemana de Munich. Me enteré más tarde del significado profundo de lo que el franquismo denominó contubernio de Munich. El movimiento europeo sigue existiendo aunque yo creo que muy lánguido. Las cosas de la construcción de la Unión llevan un ritmo y un rumbo muy poco apto para alegrías. El movimiento europeo ha protagonizado unas jornadas en la UIMP y he asistido a la sesión de clausura del pasado viernes.

Mi primera sorpresa, válida para la evaluación del paréntesis/abismo entre el común de la ciudadanía y los políticos europeos y el anillo de fans que trabajan en el tema, es  el cuestionamiento del déficit democrático que muchos ciudadanos apreciamos en el proceso de la construcción europea. La denominada Constitución europea, que no lo es y el hecho de que la división de poderes no se parezca mucho a la de los estados miembros, no parece relevante a los ojos de quienes están enamorados, o comen, de los presupuestos europeos, que ciertamente son bastante ricos.

Del panel de ponentes me veo obligado a destacar a dos. El diputado regional de Ciudadanos, Rubén Gómez, demostró una rara habilidad, por encima de la media –ya muy alta- del colectivo de políticos profesionales. Hablar y hablar y no decir mucho tiene mérito. Y si te marchas antes de que nadie te pueda preguntar por lo que has dicho, la faena es muy completa. El representante de Paneuropa-España pudo superar en insipidez al portavoz de Ciudadanos y además se alargó como nadie.

Enrique Barón, ex presidente del Parlamento europeo, triunfó con una alegoría del colesterol, el bueno y el malo. El día que aparezca un colesterol feo, el señor Barón le hará sombra a Sergio Leone pero descifrar algo de interés sobre el presente y futuro de la Unión no parece que esté al alcance del prócer socialista.

Y el más fascinante: Eugenio Nasarre, condecorado al final del acto, vicepresidente del Movimiento Europeo, con un curriculum amplio de ocupación de cargos políticos de segunda línea, los que cortan el bacalao, los subsecres… con una línea de vida política involucionista, desde la Izquierda Democrática de 1977 a las posiciones más duras del PP en Educación y relaciones con la Iglesia, por ejemplo y patrono de la Fundación del PP Humanismo y Democracia. Ha sido diputado popular durante cuatro legislaturas y nos hizo su gran pregunta, ya en el jardín, en el piscolabis final: Queremos eliminar las fronteras? (Los que charlábamos con la representante de Pasaje Seguro Cantabria, Patricia Manrique)

Respuesta rotunda: No. Y, fundamental,  dejen de confundir. No hay invasores africanos en la puerta de Europa.  Los datos oficiales del INE revelan que en los últimos diez años la población de origen subsahariano residente en España ha aumentado en menos de 2000 personas. Es cierto que han llegado más de medio millón, una media de 50.000 por año, pero es igual de cierto que otros tantos se han marchado y el saldo es ese: doscientos por año. No parece muy dramático. El miedo real a mí me llega del este de Alemania. Chemnitz se llamaba Karl Marx Stadt hasta hace 30 años. Nada parece muy permanente.

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