lunes, 17 de septiembre de 2018

Bombas y poesía [Para Diego (01)]


Querido nieto, no sé cuánto puedes llegar a tardar en leer esta entrada, si alguna vez la lees, pero escribo en la víspera de tu primer cumplemés. Y lo primero que debes saber es que esta mañana he babeado más que tú, cuando, en mis brazos, me has empezado a sonreír. Eso es recompensa para cualquier sinsabor que haya ocurrido recientemente o pueda ocurrir en las próximas horas. Las primeras sonrisas de mi nieto como bálsamo contra tanta mala baba que amenaza con ahogarnos.

De tantos aniversarios redondos que se anunciaban a principios de este año, el cincuentenario del mayo francés ha podido responder a las expectativas. El del agosto de Praga a mí me ha  sabido a muy poco y empiezo a vigilar a ver como viene el de Méjico. Antes deberíamos hacer sonar alguna trompeta por el 150 aniversario de una revolución que acuñó durante algún tiempo el nombre de Gloriosa y que acabó como todas las que han ocurrido por aquí. Mal.

Leon Felipe no llegó a enterarse de la matanza de Tlatelolco, murió muy poco antes. El cincuentenario de su muerte se ha conmemorado en esta ciudad, que sin ser la suya, lo fue, de una forma bastante insospechada. La iniciativa de una asociación cultural, La Vorágine,  que actúa como una batidora entre nuestra mayoritariamente apática ciudadanía, con un respaldo municipal digno de aplauso, hicieron que un acto al que en principio se le podría haber calculado unas decenas de asistentes, recital poético con acompañamiento de piano, se convirtiera en una gran manifestación ciudadana que colmó de emoción a los centenares de asistentes. Otro acierto del atardecer del último sábado de este verano: El estreno para un uso distinto al habitual –mercadillo/aparcamiento- de un espacio público central, el patio del mercado de la Esperanza y su reciente pasarela de acceso a la segunda planta.

El gobierno ya ha cumplido los cien días. La polvareda del mercadeo de muerte con Arabia  Saudí durará mucho más. Qué enorme decepción tener que escuchar a Josep Borrell lo que ha dicho de la precisión de las bombas. Ese es el problema, ministro. Cuando alguien decide que el objetivo es una escuela o un mercado o un hospital, la bomba no falla. Para saber eso no hace falta ser ingeniero, señor Borrell. La burda imitación de la ministra de Educación y portavoz gubernamental no merece mucho  comentario. Se puede ser tonto/a o tratar de parecerlo. Decir que los saudíes no van a usar nuestras bombas para matar yemeníes no sé bien en cuál de esas categorías inscribe a la portavoz. La ministra de Defensa ha tenido una magnífica ocasión de dimitir, más digna que la que en un futuro pueda conseguirlo.

Querido Diego, no es que lo anterior sea fruto del mal humor pero tu abuelo, en el fondo, tiene la cabeza esta tarde, de hecho ya hace varios días, esta tarde víspera de tu primer cumplemés, en un partido que el Racing, nuestro Racing, jugó hace ahora diez años contra el Honka de Finlandia. Inesperadamente la delicada situación de salud de tu abuela empeoró y unas horas de estancia hospitalaria para recibir tratamiento se convirtieron en tres semanas en el hospital y… en el desenlace final. Solo vi unos minutos de aquel partido en el televisor de un bar de la calle Vargas, mientras cenaba sin ganas un bocadillo… y el Racing pasó la eliminatoria. Se me despiertan ganas de contártelo todo de viva voz, pero sé que tengo que esperar. Te quiero/os quiero. Os tengo que querer el doble. Por mí y por ella.



2 comentarios: