miércoles, 28 de febrero de 2018

Fariñas varias


El calendario escolar sigue marcando mi vida. Le pasa a millones de ciudadanos, por eso ayer en el vuelo entre Valencia y esta ciudad, una proporción muy alta del pasaje eran niños y jóvenes en edad escolar. Junto a sus padres, claro. No estará de más que se considere el impulso económico que provoca colocar semanas con alta ocupación en medio de temporadas grises. Otros países vecinos lo descubrieron hace mucho tiempo y junto a razones pedagógicas, impregna las negociaciones de los calendarios escolares.

Publicar con dos fechas de retraso respecto a lo habitual me deja lejos de la defunción de Forges, pero casi en primicia la de Quini. Admiraba mucho a los dos. El mismo día en que murió Forges, que tanto contribuyó con su humor a la normalización democrática de la España de la segunda mitad de los 70, con pocas horas de diferencia se nos colaron tres noticias que, juntas, hacían despeñarse el barómetro de las libertades en la España de cuarenta años más tarde.


Sin libertad de expresión las demás son más difíciles, o directamente imposibles. Secuestrar libros, encarcelar músicos, vetar obras de arte… nos llevan a la trastienda o al sótano pero dejan un escaparate gris muy oscuro. Casi negro. Mientras, el cuñado del rey parece que tiene fuero propio y eso, aunque no está en la agenda prioritaria de  la mayoría del arco parlamentario la forma de estado, no huele bien. A un cuñado de un presidente de la República seguramente le sería más difícil residir en Suiza en la situación penal actual de Urdangarín. El hecho de que Anna Gabriel también haya elegido esa residencia no hace más que confirmar lo singular de este momento.

Quini a quien hay que recordar por sus éxitos deportivos, también ocupó noticieros durante semanas a causa de un secuestro que en aquella España, resacosa aún del intento de golpe de estado de Tejero, no sabía bien cómo enfilar cada día. Y como muchas de las noticias de hoy, si no recuerdo mal, la intencionalidad política de aquel secuestro fue mera excusa.

La pausa escolar me ha desconectado mucho, pero no tanto como para no haber visto un titular de periódico asombroso, si nos quedara espacio para el asombro. En el editorial de El Mundo del domingo pasado, se hablaba directamente de estulticia. El vocablo era para la alcaldesa de Barcelona. Alguna vez se acabará el tremendo dislate que el conflicto catalán está provocando en aquellas cuatro provincias y en las otras 46, y en ese momento, el análisis del tratamiento que los medios de comunicación, de allí y del resto, han dado al citado conflicto dejará muchos rostros enrojecidos. De vergüenza. No veo muchas más posibilidades.

Nunca me encantó Colau. Muy temprano traté de disociar su personalidad de la de la otra alcaldesa de referencia en el cambio operado hace casi tres años. Carmena era y es otra cosa. Nadar y guardar la ropa, no sólo en política, tiene normalmente un horizonte escaso. Y cuando se gobierna en minoría hay que ser muy cuidadoso. Eso vale para unos y para otros. Un acontecimiento de primer orden, económico y tecnológico, con sede en Barcelona, no debería ser usado para figurar. Eso alcanza al rey y a todos los demás incluyendo a la alcaldesa. Fundamentalmente porque con procés o sin él, esa sede ni es, ni ha sido, ni será, definitiva. Hay que ganarla año a año. Y si es buena para Barcelona es buena para el resto de España.

Una de las últimas incorporaciones anunciadas a Ciudadanos me hace ver todas de manera distinta. Respeto mucho a Paco Sierra. Si hubiera escrito sobre esto hace una semana o dos, al calor de alguna otra que se anunció entonces, mi tono hubiera sido diferente. Parece inevitable una sacudida muy notable en el mapa electoral español. A ganador se apuntarán muchos y muchas. Le ha ocurrido a UCD y al PSOE y al PP. En nuestra región, entre tránsfugas e impresentables el organigrama del partido de Rivera era penoso. El fichaje de Sierra, como antes el de Ceruti y algún otro, puede empezar a cambiar esa sensación.

lunes, 19 de febrero de 2018

Tonto y vago


Podría ser una traducción libre del próximo superventas anunciado. He escuchado en directo a Michael Wolff en la radio y apetece comprar Fire&fury. Solo mi prevención a los superventas hace que hoy no tenga en la agenda esa compra. Lo más acertado de la promoción: lo que cualquier adulto ha apreciado en este primer año de mandato, Trump es como un niño, a veces ya adolescente. Lo quiere todo y ya. Otro superventas famoso. Me quedo con la versión de Queen.

Lo mejor de esa entrevista-promoción: No hay riesgo de guerra. Ya lo hemos visto en Corea. Es demasiado vago el inquilino de la Casa Blanca como para despachar con los generales, que son aburridos por naturaleza y que a estas alturas de la civilización tienen unos conocimientos tecnológicos directamente incomprensibles para la mayoría. Lo peor: Que nos lleve a la guerra sin los generales.

La entrevista que me dio el título me dejó con dos incógnitas personales. Una sobre la señora Clinton. Ganadora en voto popular, no lo olvidemos, pero por tan estrecho margen que no se tradujo en los votos del sufragio indirecto necesarios para haberse proclamado presidente o presidenta. En la víspera electoral, lunes 7 de noviembre de 2016, escribí en este blog: De haber tenido derecho a voto, cómo a veces  he reclamado medio en broma, me hubiera resistido yo mismo a votar a la contra? Clinton, con su pesada mochila, contra el monstruo. Sinceramente no lo se”

Y sigo sin saberlo. ¿Perpetuar el sistema o pasar por el infierno? -Trump es más que purgatorio- antes de ir al soñado paraíso… ¿Tiene aplicación eso en este/estos país/es nuestro/s?  Fugitivo del bipartidismo letal, pienso en las dos últimas elecciones legislativas, diciembre de 2015 y junio de 2016, y el resultado ha sido y es el que conocemos y las expectativas para el próximo futuro… de color muy oscuro. La apreciación vale para todas las instancias: Local, regional, estatal y europea que van a ir anunciando sus citas próximamente. Mucho antes, en un par de semanas, atención a Italia.

Hay otra cuestión relativa al título mucho más personal y delicada. Me apetece hacer público un arrepentimiento, pero añadido a la imposibilidad de poner nombre, deja el arrepentimiento en un no-sé-qué. El titular se lo llevó en una ocasión un compañero de trabajo. Salió de mi boca. Me tenía muy harto. Debíamos trabajar al alimón en beneficio de una comunidad escolar y éramos muchos, la mayoría, los que apreciábamos que boicoteaba lo que podía. En un centro privado nunca hubiera ocurrido nada parecido. En uno público supongo que puede seguir sucediendo. Se lo dije, eres tonto y vago. Y en mi posición, teóricamente de superior jerárquico, con lo que eso pueda querer decir en la enseñanza pública, fue una manifestación formal impresentable.

Tengo un enorme respeto por la gente que reza, incluso cariño verdadero por los que anuncian que rezan por mí. Las redes sociales me han procurado una conexión con Trump vía El Burgo de Osma y eso ya es una novedad. Un amigo residente en esa población de la Soria despoblada, comparte una publicación de alguien que a su vez publica un tuit de Sarah. En ese tuit la estudiante del instituto atacado en Florida le pide al presidente que se guarde las condolencias y los rezos y que haga algo por el control de armas. De paso, le llama, a su presidente, pedazo de mierda.

No recurro a traducir con el instrumento preferido por mi ayuntamiento, un “you fucking price of shit” que no se entendía muy bien, ya ha sido reinterpretado, price por piece y todo encaja. Los nervios del momento en una adolescente que se dirige nada menos que a su presidente. Yo no me atrevo a tanto con mi alcaldesa, la que cree que gobierna una ciudad de gente necia porque no entienden las ventajas que les aporta el nuevo sistema de transporte urbano inaugurado el pasado día 1 que para miles de vecinos tiene la virtud de llevarlos del mismo sitio al mismo sitio que el 31 de enero tardando más y con transbordo. Eso ayuda a disipar algunas dudas.



lunes, 12 de febrero de 2018

La que cae


El invierno sigue bastante duro en lo meteorológico. Si a finales de octubre teníamos una sequía preocupante que se había alargado durante meses, la situación empezó a normalizarse en noviembre. En poco más de tres meses nos ha caído más de la mitad de la ración anual que aquí es generosa. Incluso las temperaturas que se mostraban muy suaves, se han puesto en este febrero muy por debajo de lo habitual. Es legítimo exclamar, varias veces al día, aquello de la que está cayendo. Con la que está cayendo. Y además cae todo lo demás.

Y entre todo lo demás, al ritmo de mi lectura acelerada del segundo regalo de los magos de Oriente, Calle Este-Oeste, de Philippe Sands, se me abren conexiones pasado-presente muy poco relajantes. Algunas coincidencias que se dan en torno a Lemberg, la capital de la Galitzia histórica, una ciudad con convulso pasado polaco y austrohúngaro que hoy hay que buscar con otro nombre, Lviv, en Ucrania. El abuelo materno del escritor, Leon Buchholz, dos de los principales expertos jurídicos que hicieron posible el proceso de Nuremberg contra los dirigentes nazis, Horst Lauterpacht y Rafael Lemkin y uno de estos dirigentes, Hans Frank, el gobernador alemán de Polonia entre 1941 y 1944, tienen parte de su vida ligada a esa ciudad, nacieron o crecieron, o estudiaron o mataron en o desde esa ciudad.



El autor es, asimismo, un experto jurídico en temas de derecho internacional. Los dos anteriores parece que se diferenciaban, incluso al borde de la muy poca simpatía mutua, por cargar el acento más en los derechos individuales o en los grupales. Algo que no ha pasado de moda. Crímenes contra la humanidad y genocidio fueron las dos aportaciones al derecho internacional de Lauterpacht y Lemkin. Y claro, al final de toda la cadena se sitúa el lector, yo mismo. Que además de leer y ya sin obligaciones laborales, hago otras cosas y procuro estar informado.

Y llevo casi dos semanas, la obra de Sands tiene casi 600 páginas y anoche he llegado a la 445, dando vueltas a la actualidad que inevitablemente mezclo con la lectura. El hilo judío, holocausto, estado de Israel…lleva directamente a un conflicto que cumple el próximo mayo 70 años y que es la madre de todos los conflictos sucedidos desde entonces. Pero tenemos el hilo del cementerio mediterráneo. Nuestro mar se está convirtiendo en una sucursal de Treblinka o Auschwitz  o Buchenwald o Mauthausen y no veo a nadie recorriendo mucho más de medio mundo, de Estocolmo a Carolina del Norte pasando por Moscú, Vladivostok  y Japón (antes de Pearl Harbour)  como hizo Lemkin, cargando con maletas llenas de documentos que probaban lo que la Alemania nazi hacía en los territorios que había ocupado en Europa, o sea, en casi todo el continente, pruebas que al final sirvieron para la condena de los dirigentes nazis.

Hemos incorporado a nuestra vida cotidiana una cantinela que, variando la cifra, da cuenta de los muertos en el Mediterráneo, en Alborán o en Lampedusa. ¿No hay culpables? ¿No habrá un nuevo proceso de Nuremberg? Esta semana me produjo un desasosiego especial la declaración de un trabajador de los servicios de emergencia del gobierno de Cantabria, Nicolás Calzada, que en su tiempo libre colabora con una de  las ONGs que ayudan a salvar vidas en el Mediterráneo. “Nos negaron la evacuación y el bebé murió…”


Todavía estamos lejos de las cifras del Holocausto pero nadie sabe de qué cifras hablamos. El mundo que parecía que se hacía más justo hace setenta años va siendo irreconocible. Algunas víctimas se han convertido en verdugos en un leve periodo histórico y otros siempre han sido víctimas. La tensión se recrudece en el Próximo Oriente. Hay un accidente aéreo en Rusia y lo primero que piensas es si ha podido ser un atentado. Todavía no hace un mes desde que en FITUR se invitaba a visitar Siria. Eso si que es lo que cae, lo que está cayendo. Sin olvidar a quienes (no) nos gobiernan… 

lunes, 5 de febrero de 2018

La ciudad bien, gracias

Con cuarenta años de retraso la ciudad, la mía, ha celebrado un debate sobre el estado de la misma, de esta ciudad que fue algo y cada vez es menos. Que hace otros cuarenta, total ochenta y que saque cuentas quien quiera, que perdió el tren de la Historia. El final de la guerra civil, aquí en agosto de 1937, supuso el comienzo de un periodo más negro que las camisas de los voluntarios de Mussolini. Eso ocurrió en muchas otras ciudades españolas en aquellos años, pero en la mayoría de ellas ese periodo de color azul muy oscuro, casi negro, es pasado.

No he seguido con atención el pleno extraordinario. El PP perdió la mayoría absoluta como consecuencia de la resaca del 15 M pero un concejal tránsfuga de C,s se la da aparentemente gratis. De todo lo esgrimido por la oposición, además de cuestiones importantes, fuera de duda, que afectan a la vivienda, a la movilidad, a la posibilidad de ganarse la vida… hay un dato contrastado: El municipio, que poco antes de la guerra civil estaba muy cerca de los diez más poblados de España, se encuentra ahora en el puesto cuarenta. En el último cuarto de siglo ha perdido al menos 15 de cada 100 habitantes. Una parte, como en muchos otros lugares, reside en la corona metropolitana, donde las viviendas han sido más baratas. Pero no todos. Lo primero para solucionar un problema es reconocerlo como tal.

El gobierno municipal de la capital de Cantabria cree que no hay problemas de importancia en ella. Hasta hace poco la Wikipedia decía que teníamos metro. Menos mal que alguien se ha tomado la molestia de corregirlo. Una reforma del transporte urbano, que el día de su inauguración dio mucho juego entre los ciudadanos a la hora de inventar tacos, que consiste básicamente en poner grandes autobuses en la línea central,  y un carril que ni es continuo en toda esa línea central ni siquiera es solo bus  ya que taxis y motos pueden circular por él, ese nuevo sistema se denomina oficialmente metro-TUS (Transporte urbano de Santander) con lo que el cosmopAletismo se coloca por encima de nuestro proverbial cosmopolitismo. Los viajeros de algunos barrios se ven obligados a hacer transbordo en los intercambiadores de los extremos de esa línea central sin que esté claro que ahorran algún tiempo en su desplazamiento y se quejan y la alcaldesa… les tira de las orejas (literal) en un primer bote y ya a las 24 horas entona algo parecido a una disculpa.

El mismo día de ese pleno extraordinario en Santander, su anterior alcalde y actual ministro de Fomento no disimula su contento. En la ciudad ha dejado una herencia dura para los ciudadanos y poco manejable para sus colaboradores y a él le crecen los enanos en forma de incidencias meteorológicas, con autopistas y aviones literalmente a lo loco…pero en el programa radiofónico más escuchado de la mañana le han preguntado si es el sucesor del quemadísimo presidente del gobierno Mariano Rajoy. Y ahí, nuestro Iñigo es maestro. No como su sucesora que se inventó el título universitario. Menos mal que por la tarde, en la misma emisora y en un programa de humor, le han desmontado el discurso. Para alcalde de una ciudad en decadencia podía servir un título de ingeniero y un aspecto físico positivo, moderno, guapete. Quizá para gobernar España haga falta algo más.

Con un tiempo invernal muy crudo y con una duda tremenda ya que aquí la Candelaria ha llorado y eso quiere decir que lo peor del invierno está a punto de acabar mientras que en Pensilvania la marmota vio su sombra y eso quiere decir lo contrario… leyendo entretenemos la espera, el  desenlace de algún vuelo Barcelona-Bruselas y con la ciudad, mi ciudad y la de ellos, muy bien, gracias.