lunes, 22 de enero de 2018

Tontos arrogantes


No pienso utilizar ningún traductor, ni digital ni jurado. Tengo una idea medio clara de cómo decirlo en inglés lo que pasa es que no solo en nuestra ciudad y región, en medio mundo, ahora mismo, cualquier palabro inglés llegado desde aquí será sometido a examen crítico. Hay cierta conciencia de que hay en el planeta más tontos y tontas que granos de arena y que cualquiera lo podemos ser a ojos del prójimo. Me interesa destacar de entre ellos, y ellas, a la fracción arrogante. Uno, y una, pueden ser medianamente cortos, pero si eso  no va acompañado de la necesidad de que se entere el mundo entero, puede pasar desapercibido/a.

Hay gentes, quiero creer que todavía la mayoría, que cuando no saben de algo, o no están seguros, no van por ahí sentando cátedra sobre el tema. Y después, y confío en que sigan siendo minoría por los siglos de los siglos aunque se hagan notar fuertemente, están los otros, y otras: los tontos, y tontas, arrogantes. Y quien quiera que lo traduzca.  Con o sin ayuda de Google.

Conozco concejales de mi Ayuntamiento, de todos los grupos incluido el equipo de gobierno, que se ganan el sueldo y que no han dado un escándalo en el tiempo que llevan en el cargo, alguno y alguna más de una legislatura. Y después tenemos otros y otras. Y alguno y alguna podrían dedicarse a otra cosa. Su inutilidad ha quedado ya muy contrastada. No están obligados a seguir haciendo daño a la ciudad y a sus ciudadanos y debería decírselo alguien con algún ascendiente sobre ellos. A mí no me van a hacer caso.

Pero habernos convertido en rechifla mundial por una jaimitada como traducir con la herramienta de Google los contenidos de la página de Turismo de Santander, la víspera de la inauguración de la mayor feria mundial del sector, debería sobrar para dar el finiquito  a la responsable,  a quien, además, le ha hecho gracia el asunto. No debe andar lejos, en poca gracia, la alcaldesa que simuló un título universitario que no tenía… Al poco tiempo de instalarme en Barcelona, cuando mis compañeros de trabajo o de estudios se iban enterando de mi lugar de procedencia, invariablemente salía a relucir un pequeño escándalo que se había montado en esta ciudad en 1969.

Un concejal integrista, de un integrismo superior a la media de 1969 que ya era muy alta, provocó un movimiento contra unas esculturas que la entonces Caja de Ahorros de Santander había colocado en la fachada principal de su sede en la plaza Porticada. Las esculturas simbolizaban el Ahorro y la Beneficencia y eran un par de desnudos, masculino y femenino, que tras la polémica estuvieron tapados algún tiempo. No recuerdo cuándo se destaparon. Seguramente no vivía aquí en aquel momento. Creo que siguen en su lugar y no me parece que escandalicen a nadie. Los enfermos son los que se escandalizaron en 1969, empezando por el concejal.

Tiene suerte la concejala de cultura y turismo del Ayuntamiento de Santander. Después del incendio en el Museo Municipal, y de la lentitud en la aplicación de los cambios exigidos por la ley en el callejero de la ciudad, a la hora de que alguien, nacional o extranjero, elija al español más asshole del año no es fácil que se fijen en ella. Hay otro compatriota que intenta presidir su comunidad autónoma desde Bruselas, o Copenhague, o donde quiera que se encuentre ahora mismo, y eso tiene que puntuar más. Pero aquí, en Botinburgo, ahora estamos obligados a cambiar el nombre a la ciudad. Y eso es muy serio. Lootburg no me suena igual de bien, aunque seguramente conserva su historic helmet o el Hope Market.

P.S. Para lectores de fuera, que puedan ignorar la polémica, hay capturas de pantalla de todo. Incluso del texto en francés, cuando ya corregido en inglés, al Centro Botín se le seguía llamando le Centre Loot.



No hay comentarios:

Publicar un comentario