lunes, 4 de diciembre de 2017

Polaciones-Nueva York

Después del caso colombiano, tratado la semana pasada, tuve también ocasión de escuchar el testimonio directo de dos guatemaltecos que las Brigadas Internacionales de Paz acogen estos días en España. Derechos de los indígenas pisoteados por las multinacionales con la complicidad activa de los gobiernos nacionales de turno. Algunas de esas multinacionales son españolas. Unos pocos valientes que alzan la voz y ponen en peligro sus vidas y la tranquilidad de sus familias. Nada nuevo. Y aquí,  rodeados de imposturas diversas que impiden apreciar esas realidades tan duras y cercanas, pese al Atlántico que parece separarnos.

Uno de los activistas guatemaltecos pudo parecer en algún momento descortés por su atención a alguna red social desde su teléfono móvil. Al final se aclaró. Seguía las  noticias que llegaban de Honduras que apreciaba como positivas tras el recuento electoral. ¿Hemos seguido lo ocurrido en ese otro país centroamericano? No ha terminado la incertidumbre, pero hay cientos de detenidos, disturbios variados, toque de queda de doce horas diarias y algún muerto…

El mundo está muy malito. A pocas jornadas del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no parece que hayamos aprovechado muy bien esos 69 años transcurridos. Aquella reunión de Paris, de una Asamblea General de la ONU de 56 miembros, no recogió votos en contra y solo tres se abstuvieron: Unión Soviética, Arabia y Sudáfrica. Muy probablemente esa declaración sería hoy imposible.

No hay que cruzar ningún océano, en casa, en la más grande o en la pequeñita, regional, tenemos ejemplos a diario para provocar vergüenza, ajena y propia. No frecuento demasiado la política regional. Hay algo en ella muy parecido al agua estancada. Puede haber ángulos desde los que solo se aprecien plantas de algún valor decorativo pero el olor de fondo es muy insano. Ha regresado una plaga que causó mucho daño al inicio del régimen democrático postfranquista. Están de nuevo aquí los tránsfugas. En otras épocas más castizas se les llamaba chaqueteros y creo que me gusta más esa denominación.

Al mal intrínseco de la perversión del voto popular, base de cualquier régimen democrático, se añade la práctica transversal. Citando poetas malditos, aquí no se salva ni Dios. Los que acusan en el Ayuntamiento de la capital son acusados en el Parlamento autonómico. Todos iguales. Las voces discrepantes internas al congelador… Conclusión nefasta para alguna posible regeneración. Nunca he criticado seriamente al presidente Revilla. Muy controvertido. Mucha cal y mucha arena o todo lo contrario...He dicho que no me gusta, especialmente su vertiente showman, pero que la alternativa era peor... todavía no me había llenado el gorro.

Puede dar los sermones que quiera en las cadenas de televisión que le hacen la ola. Es impresentable su cinismo. Tenía una prueba personal sobre su comportamiento de fondo, totalmente pasivo, en torno al caso de un inmigrante africano menor de edad y el trato recibido en esta comunidad autónoma. La vicepresidenta Díaz Tezanos, a quien algún día pude incluso admirar, ya se retrató con ese mismo caso… El comportamiento de ambos en el tema del apoyo recibido del diputado Carrancio para conseguir que los presupuestos regionales no naufraguen el primer día, es intolerable.

En el lado de la vicepresidenta solo se le puede aplicar, y a quienes se aprovechan de la situación de su partido, lo del convento y lo que les queda de estar dentro. La otra cara de la moneda está en ver la decisión de quienes han obtenido respaldo mayoritario de la militancia. Si quieren mantener alguna credibilidad tienen que cortar cualquier amarra con ese sindicato de intereses en que han convertido a su partido los que lo han dirigido hasta hace unos meses. El caso de Salvador Blanco en Sodercan y ahora en Sidenor no admite dilación ni bálsamo para bebés.

Y un más difícil todavía: Revilla se va a Barcelona. Madrid ya está en el bote. ¿La próxima escala en la calle 42?  Empiezo a ver a Revilla con el balón de Chaplin en aquella famosa película... Iceta, candidato socialista a la Generalitat de Catalunya, no gana nada con una foto con Revilla. La transversalidad de su propuesta, que quiere ser catalanista y de izquierdas, debe tener algún límite.




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