lunes, 11 de septiembre de 2017

Nunca fui a la Expo


Escribir en una fecha como la de hoy me resulta complicado. En primer lugar porque ya lo he hecho muchas veces y mi red social favorita y única, me lo recuerda sin parar. Porque el día tiene un triple valor desde 2001 y porque el que me resulta más cercano es el que se relaciona con 1973, con Chile, con Allende, con el Chile de Allende que no pudo ser y eso me puede dejar en mal lugar frente a una parte de los que fueron mis convecinos durante muchos años.

Del pasado al futuro sin pasar por el presente puede ser una especie de carrera imposible, pero hoy noto que no me importa tanto el hoy, como el ayer y el mañana y eso a mi edad seguramente no es bueno. Debería amarrarme al hoy como un poseso. Lo del ayer me asaltó el sábado. Era el aniversario de la muerte de mi padre y no era un aniversario anodino. Se cumplían 25 años. Los mismos que se han ido cumpliendo a lo largo del año de los fastos, de todos ellos, que acompañaron aquel maldito año.

Y a mí, desde abril, cada vez que se anunciaba el 25 aniversario de: Expo Sevilla, Ave Madrid-Sevilla, capitalidad cultural europea de Madrid (quizá de esto no he visto nada y lo supongo) Juegos de Barcelona… yo me acuerdo de mi padre que en la madrugada del 9 de septiembre de 1992 dejó de respirar. Como un pajarillo. Sin molestar a mi madre que dormía en la cama de al lado. Ni a mi hijo que dormía en la habitación de al lado.

Y ahí me vino un poco de llantina. Mi hijo escribiendo recuerdos desde Barcelona, donde nació y donde ha pasado la última semana por razones de su trabajo y que me acompañó, con doce años, a los trámites funerarios que tuve que resolver aquella mañana mientras su madre, la de mi hijo, estaba ingresada en un hospital. Por eso mi hijo dormía con sus abuelos sin ser fin de semana. No. No fuimos a la Expo. Y lo teníamos previsto. Ese día 9 o el 10 pensábamos salir. Eran otros tiempos. La escuela empezaba más tarde. Y en los institutos, entre los exámenes y evaluaciones y el inicio de clases pasaban no menos de tres semanas, matriculando sin ordenadores, a manivela. No era difícil ganar unos días, con el 15 festivo en Cantabria y un fin de semana…

No fuimos a la Expo de Sevilla ni a la de Zaragoza años más tarde y también por razones muy duras. Las mismas. Enfermedad y muerte. Así que cuando se conmemoran fastos tiendo a amartillar mis recuerdos como dicen que hacía algún líder nazi con su pipa cuando escuchaba la palabra cultura. Eso por la parte del ayer. La del mañana solo puede ser la esperanza de que no seamos, todos, lo locos que podemos ser todos. Para empezar, hay nazis actuales que tienen tan poco conocimiento de Historia como de Medicina.

En la página de Facebook de la carrera Santander corre por Siria, -publicidad gratis: estamos a menos de un mes-, hay un comentario de uno que no sabe de qué murió El Empecinado a pesar de que parece que nacieron en el mismo pueblo, ni qué es un aneurisma. Llegará el 1 de octubre y el 2, y los demás que siguen y el domingo 8 en esta ciudad, la única que acompaña a Madrid en el empeño, cientos de personas, como el año pasado, van a volver a demostrar que por encima de lo que nos diferencia podemos estar juntos para ayudar a paliar alguna de las catástrofes humanitarias que nos rodean. Ese es mi inmediato mañana.


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