miércoles, 14 de junio de 2017

Mañana es 15-J


Durante mucho tiempo tuvo significado. Hoy puede estar cerca del olvido. Han pasado cuarenta años desde aquel 15 de junio. Cinco semanas más tarde iba a ser y fue mi boda. Yo estudiaba en la Universidad de Barcelona y trabajaba en la factoría de Seat en la Zona Franca, una fábrica con unas distancias difíciles de comprender si no se ha pasado por allí. Yo era solo uno de los miles que acudían allí a diario. ¿Aprendí allí más que en la Universidad? Creo sinceramente que siendo aprendizajes diferentes no pongo por delante ninguno de los dos. Empate técnico. Pero los dos en Barcelona. Por eso me importa, mucho, todo lo que sucede allí. Y lo que se dice. Lo que digan Llach y Guardiola y todos los demás. Incluyendo a mis amigos de allí, con esas posiciones, muy pocos, o las contrarias. Respetables todas. Necesitadas de cauce todas.

Cuarenta años son la mitad de la esperanza de vida de un varón español de los nacidos más tarde que yo. Aquel día, jornada electoral libre por primera vez desde  febrero de 1936, resultó una fiesta. Y en la circunscripción de Barcelona el resultado se acercó al espejismo que nos hizo creer por unas semanas, o meses, incluso unos pocos años, que se podía construir un estado democrático viniendo de uno totalitario, con una transición medianamente pacífica. La trampa apareció muy paulatinamente, revelando una ingenuidad notable en quienes creímos que aquello fuera posible. Tengo recuerdos personales como para aburrir a rebaños completos.

Vuelve a ser 15 de junio y es el cumpleaños de algún amigo, pero también llega a la mayoría de edad alguien a quien no conozco personalmente. Samuel ha sido su nombre en clave precisamente por ser menor. Un menor camerunés no acompañado que ha tenido la suerte de encontrar en el turno de oficio a una abogada que se ha batido por él como no podría haberlo hecho por quien pague la más alta de las minutas. Se sabe ya en muchos rincones pero yo creo que no la había nombrado aquí. Gracias Eugenia Gómez de Diego. Gracias por esa pelea contra el fuego amigo que ya se sabe que mata mucho más que el otro.

Granos de arena. Muchos pequeños casos que componen una playa desolada en la que la gestión cotidiana de la alternativa supuestamente progresista al gobierno del PP se revela como algo muy parecido. No igual. No lo he dicho nunca ni aparece en mi horizonte, pero las decisiones de algunos cargos de confianza en Educación o en Servicios Sociales, departamentos que sigo con más interés, no se diferencian en el día a día de las que han aplicado los contrarios.


Ese es el campo, con todo el barro que se quiera añadir, en el que la moción de censura virtual de Podemos ha celebrado el cuarenta aniversario del 15-J. No me gusta alguno de sus dirigentes ni algunas de sus formas internas, pero solo ver como ruge la caverna, lo que hace cuarenta años denominábamos bunker y la mayoría de lo que entonces apareció como alternativa, me parece esperanzador. Solo queda ver cuánto hay de real en el proceso que está a punto de culminar el partido socialista. Sin esa base electoral no hay ninguna posibilidad de cambio en España y Pablo Iglesias no ha pensado mucho en eso a la hora de presentar su moción.

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