lunes, 3 de abril de 2017

Fracaso escolar

La radio. Como siempre, la radio. Escucho a alguien decir que debe ocultar algunas titulaciones si quiere obtener un empleo. Algunas veces, una capacitación muy alta para un empleo puede dejar al empleador sin su empleado en cuanto al último le surja una cosa mejor, más adecuada a su preparación… En ese día y en los siguientes, salta un escándalo que es más escandaloso porque no es nuevo.

En el mismo partido en el que no comprobaron la titulación de Roldán, aquel que se forró a costa de la Guardia Civil, siguen pasando las mismas cosas. En la Guardia Civil ahora pasan otras. Y no ya en el partido, o en un puesto público de nombramiento directo y perfectamente prescindible, no. La propia Universidad de Cantabria parece que no revisa los expedientes académicos de alguno de sus contratados.

Es algo muy extraño. Yo he hecho en mi vida decenas de fotocopias compulsadas de mis títulos. Las administraciones para las que trabajé 31 años, la UNED, la propia Universidad de Cantabria… Las pedían sin parar, una y otra vez, aunque tuvieran varios ejemplares. Y certificaciones académicas. Debe estar pasado de moda pero  era mucho más seguro para todos.

Como siempre, en esta parte de la Península Ibérica, no hay ninguna responsabilidad. La joven socialista Goicoechea ha tenido la dignidad de dimitir, y eso deja en mayor y mejor contraste otras indignidades. Pongamos la alcaldesa de Santander. Indigna del cargo que ocupa por haber falseado durante años su supuesta diplomatura universitaria.

Mucho se ha escrito sobre el fracaso escolar. Un contingente muy importante del abandono temprano de las aulas se ha producido en los años del dinero fácil en las comunidades más turísticas. El binomio construcción/hostelería ofrecía mucho dinero a jóvenes con prisa y algunos se iban sin terminar los estudios obligatorios. Las carreras políticas nunca han sido objeto de escrutinio en relación con el abandono escolar y el consiguiente fracaso.

Hubo un tiempo en que funcionó. Nos lo dijeron desde pequeños. Una mejor formación académica nos proporcionaría una vida más cómoda que la de nuestros padres. Algunos nunca le hemos dado mucha importancia al hecho de haber obtenido un título universitario visitando la facultad respectiva horas antes o después de una jornada laboral, a menudo muy larga. En aquel tiempo de becas escasas y pocas universidades, era muy común. Ninguna heroicidad por tanto.

Pero fuimos construyendo entre todos un régimen neoseñorial, en el que el estamento privilegiado ya no lo era en razón de nacimiento. Ahora se trataba de tener el carnet del partido adecuado en el momento adecuado y saber votar al gusto de los que mandan. Si eso se hacía antes de los veinte años y no eras especialmente torpe, aunque hay casos para demostrar que aún así, un empleo con miles de euros al mes estaba asegurado. A reírte de los mileuristas que habían empezado la carrera a la vez y que además la habían terminado. Los que se han tenido que ir al extranjero en el último lustro, aproximadamente un millón, la inmensa mayoría con titulaciones superiores … con esos ya ha sido de partirse.

Después viene mi curiosidad. Cuando se ha blindado la cara, la prensa, la opinión pública, los votantes, los propios socios de partido no importan mucho pero, en casa ¿cómo va el asunto dentro de las fronteras domésticas? Qué se le cuenta a los maridos y esposas, a los padres y hermanos, a los más próximos, que perdonan rápido pero se avergüenzan más intensamente… ¿Merece la pena que los hijos en el colegio soporten las bromas?

Del PP local se sabía que no había sido muy exigente con los estudios de algunos de sus dirigentes, de los que han tenido altos cargos, lo que ocurre es que algunos nunca mintieron sobre eso y a otros nunca se les demostró. Con el caso Goicoechea el PSC-PSOE y la Universidad de Cantabria deben una explicación a los ciudadanos que les pagamos sus sueldos. Y el principio básico de no mentir en política otra vez conculcado. Alguna vez puede que todo se vaya a (xzjrcgkkk) y habrá que pasar una generación entera buscando remedios ( o culpables)




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