lunes, 23 de enero de 2017

Fitur, un notario y lucha de clases

He tenido la fortuna, en lo que se puede empezar a considerar una vida larga, aunque todavía por debajo de la esperanza de vida media, de no haber padecido ninguna alergia. Física. De otro tipo me asalta alguna de vez en cuando. Confieso una alergia notable a FITUR. Ese mercado del turismo que se celebra en la Feria de Madrid cuando los ciudadanos se van quedando sin respiración en mitad de la cuesta de enero.

De la cuesta de enero ya no se habla mucho. Todos los meses y todas las semanas se han convertido en pendientes muy importantes para la mayoría de la población, pero en FITUR nos seguimos gastando una pasta que no sé si alguien cuantifica por los retornos que eventualmente pueda producir. FITUR se rodea de un complejo de saraos donde lo más importante sigue siendo comer, a ser posible gratis. Y que te vean. Si no vas allí no eres. Yo asumo que no soy pero a la vez aviso, cualquier año de estos se enterarán quienes comen poco o mal o las dos cosas a la vez y...

Más de un amigo me lo ha escuchado: no me gustan las maneras de mi presidente y a la vez entiendo que tal y como está el mercado regional de la política sigue siendo, a su edad, lo mejor que tenemos. FITUR es uno de sus grandes escaparates anuales, de donde suele volver victorioso. Gusta mucho por ahí, al otro lado de la cordillera. Incluso más que por aquí. Sin embargo, la gran foto que he visto del evento ha sido para dirigentes populares, partidos de risa literalmente. La nueva alcaldesa de la capital y su hermano también alcalde de su pueblo, y uno de los nuevos dirigentes nacionales, de los modernos, de los que llevan la americana varias tallas más pequeña…

¿De qué ríen? Nunca lo sabremos los de a pie. Del ministro de Fomento ahogado por la nieve en el Levante casi seguro que no. De su supuesto jefe Nacho Diego casi seguro que tampoco. Del presidente? No deberían hacerlo, es quien les quita su sillón natural. De la vicepresidenta desmayada? Sería una falta de caridad cristiana que… Tampoco es fácil que se rían de lo mío. Lo mío de este año turístico es que el gran acontecimiento, en buena parte religioso, tiene un duro competidor en un año santo murciano y aunque nuestro bipartidismo es trinitario, y la pata Revilla desequilibra el trébede, un sin palabras lo dice todo.

En la anterior edición, 2006-2007, Bruce Springsteen y los Chieftains, entre otros, en Santander y San Vicente, acompañaron los actos religiosos. Este año la gran atracción parece que será Enrique Iglesias. Como el platino iridiado del metro famoso, eso si me da una medida. Lo peor de la semana es que sin saber de qué se ríen los que se ríen, ni al presidente, ni a la vicepresidenta ni a la alcaldesa de la capital les queda  tiempo para arreglar algo, un poco, la vida de los demás, incluyendo a quienes lo pasan peor: aspirantes a refugiados y menores extranjeros no acompañados. Para eso no hay hueco en la agenda.

Está demostrado que se da fe de muchas maneras y no hace falta ser un profesional aunque uno, ya jubilado, me acaba de impactar. López Burniol, que además de notario es comentarista político, catalán de la mayoría, de los que no son de ancestro completamente catalán, de los que molestan tanto en Madrid como en Barcelona, acaba de situar el panorama de su esquina y del conjunto del territorio. Le he escuchado en la radio aclarar lo que pasa. No creo que un notario ya jubilado, que cursó sus estudios en la Universidad de Navarra, sea especialmente fanático del marxismo, pero ve la situación actual como un conflicto entre los establecidos y los que no lo están. Arriba y abajo. Pobres y ricos. ¿Lucha de clases? Muy nuevo no es.


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