viernes, 7 de agosto de 2015

Utopías y ucronías




El lugar y el tiempo que no existen. Desde muy pequeños hemos podido escuchar 
que alguna propuesta, las infantiles suelen serlo, es para los mayores, utópica. Me 
encontré con  Tomás Moro y su obra más conocida muy temprano. Creo que no 
había terminado el bachillerato. Seguramente tardé algo más en relacionar la obra 
con su vida y sobre todo con su muerte. No tengo tanta seguridad sobre cuando 
fue mi primer encuentro con el término ucronía. Mucho más tarde sin duda.

Ahora, los medios de comunicación se regodean en el juego de… ¿qué hubiera 
pasado si…? Una serie televisiva que no he visto y el programa radiofónico más 
seguido en el fin de semana, aunque en su ligera versión veraniega, también juega 
a lo mismo. Creo que con el guionista de la versión televisiva. En plan positivo se 
podría decir que aunque sea jugando hay que situar los hechos reales  y eso 
acerca el tan necesario conocimiento histórico a la mayoría de la población. El sábado 
pasado me sorprendió el desayuno jugando a qué hubiera pasado si los comuneros 
no hubieran sido derrotados en Villalar. 

A esas horas, en fin de semana veraniego, la alucinación se podría achacar a una 
madrugada etílica y no era el caso. Prometido. Con pocas horas de diferencia cae en 
mis manos el número 1 de un nuevo gratuito que se publica en nuestra región. 
En la pagina 13 se califica de "episodio extraño" el hecho de que dos jugadores 
racinguistas saltaran al Sardinero, a finales de septiembre de 1975, con un brazalete 
negro en señal de luto por los cinco últimos "ajusticiados" de la dictadura franquista. 
Parece que la propia dictadura o el hecho de que los dos jugadores, Aitor Aguirre y 
Sergio, fueran detenidos y multados, no era lo extraño.

El aburrido asunto de las próximas elecciones en Catalunya amenazaba con 
apropiarse de las noticias veraniegas y, casualidades de la vida, se cruza con la 
derrota comunera y con el centenario de las  primeras batallas del nuevo frente 
que Italia había abierto frente a los austriacos, a finales de la primavera en ese 
lugar en el que confluyen la cultura latina y germánica con un modelado geológico 
tan familiar para los cantábricos: el Karst o Carso.

Pero creo que fue el lunes cuando se me avinagró el desayuno definitivamente. 
Cualquier sentimiento, especialmente por parte de quien tenga o haya tenido 
la suerte de tener un hermano, se ha tenido que revolver con la noticia de la 
aparición de un cadáver en una maleta en el puerto de Almería. Es vomitivo. 
Un ciudadano francés, de origen argelino, trataba de llevar a su hermano de Melilla 
a Francia de esa manera. Quiero pensar que algún intento previo más normalito 
se habría frustrado. El hermano sin documentación europea no soporta las 
condiciones en un espacio tan reducido. Y fallece. 

Ese mismo día empiezan a aparecer noticias de la privatización, por parte de la 
Unión Europea, de buena parte de los servicios del Frontex. No es que se vaya, 
nos vayamos, a ahorrar nada, al contrario. Es, dicen, una manera de tratar 
de abordar el drama que se vive en el Mediterráneo a diario, ahora mismo paliado 
únicamente por la intervención de organizaciones humanitarias como Médicos sin 
Fronteras. Es el mismo día en que salta a la primera página el drama del paso de 
Calais, puerta  de salida de la entrada ya citada. La utopía de Europa para miles de 
africanos y asiáticos.

No se acaba la semana sin que el que se prefigura como candidato republicano a 
las presidenciales del año próximo en los EE.UU. aborde a su manera el tema 
de la emigración en la frontera de México. No se priva en su calificación. Yo 
tampoco. El señor Trump  es un caballo de vapor, con sus iniciales en inglés  
¿lo vamos pillando? Pues en la Unión Europea algo de eso abunda también. Empiezo 
a hartarme de la corrección cuando los seres humanos caen a millares en una batalla 
de una guerra que no se ha declarado.

También ha sido la semana del aniversario del final de la II Guerra Mundial en el 
Pacífico. La rendición de Japón se anunció por parte del emperador el 15 de agosto, 
previamente, el 6 en Hiroshima y el 9 en Nagasaki, se produjeron los terroríficos 
bombardeos con la nueva tecnología que mataba a una escala desconocida 
hasta entonces. 70 años después continúa la polémica sobre si esos 
bombardeos ahorraron vidas, pese a los centenares de miles de víctimas directas, ya 
que el fanatismo japonés iba a resistir isla por isla como ya se había visto en batallas 
anteriores…

A pesar de que pueda parecer un hecho muy pasado yo he alcanzado una edad que 
me permite haber hablado con tres combatientes de ese escenario de la guerra. Dos 
primos carnales, hijos de un hermano de mi padre establecido en California en la 
segunda década del siglo XX, huyendo de algún conflicto en Marruecos, estuvieron 
en los submarinos estadounidenses. El pequeño falsificó su fecha de nacimiento para 
poder ir a la guerra. Un ciudadano británico, hijo de santanderina, que acabó siendo 
uno de mis cuñados, también falsificó su edad para ir al combate. Le tocó extremo 
oriente. Era un tipo más que comedido pero nunca tuvo ninguna simpatía por Japón… 
Al emperador no se le inculpó tras la derrota y fue el jefe del estado hasta su muerte 
hace 25 años

Vamos a esperar para ver como adornan los guionistas de utopías y ucronías los 
hechos reales ocurridos, por ejemplo, esta misma semana.




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