jueves, 28 de mayo de 2015

Berlin (6)



¿Cómo se cierra la crónica de cinco semanas, 33 días -Dreiunddreissig Tage- completos más los de llegada y salida, en una ciudad en la que no es difícil encontrar novedades sorprendentes a cada paso? Asumiendo desde el principio que es una crónica parcial, con impresiones diversas, algunas han encontrado salida muy frescas, recién vividas y otras han esperado hasta hoy, cuando ya hace casi dos semanas que despegué de Tegel. Espero que las últimas no se hayan marchitado en exceso.

El museo de la DDR, para nosotros RDA, la antigua Alemania Oriental, es altamente recomendable. Los más jóvenes no tienen idea exacta de la vida cotidiana en aquel país. No en cualquier país de régimen similar, en aquella parte de un país que ya hace 25 años que ha vuelto a ser uno. El estilo del museo es muy didáctico. Todo se puede tocar y fotografiar. Y suenan músicas diversas, tantas como visitantes decidan coincidir en poner en marcha los distintos artilugios que tienen banda sonora. Es pequeño, tampoco hay que dedicarle mucho tiempo y muy céntrico, junto a la catedral.

La multiculturalidad de la ciudad, seguramente del conjunto del país, es muy sorprendente. Hay una mezquita cercana al antiguo aeropuerto de Tempelhof que debe tener el original en Estambul. La comida turca está literalmente en todas las esquinas. Nunca había probado un rosco llamado simit y es muy rico. La piscina municipal que tenía más cerca de casa tiene autorizado el burkini. Eso en el país con la cultura del nudismo, fkk,  más extendida del mundo…

Asistí a una de las primeras sesiones de Das Versprechen eines lebens/ The water diviner, no se si se ha estrenado aquí ni que título tiene (La promesa de una vida?), pero la película ha sido dirigida por Russel Crowe que además interpreta a un padre destrozado que viaja desde Australia hasta Turquía para ver que ha ocurrido con sus tres hijos que participaron en la batalla de Gallipoli. La versión original, turco e inglés, con subtítulos en alemán, daba mucho juego en un cine en el que al menos la mitad de los espectadores seguramente entendían el turco sin ningún esfuerzo.

Otra sorpresa, en mi caso muy agradable, fue asistir a una proyección de una película suiza, Neuland, con subtítulos en alemán. El mismo idioma de la banda sonora. Sin complejos. No entienden el alemán que se habla en Suiza y subtitulan. Y unas menciones que harían que me sintiera muy injusto si no las hago. He citado en alguna entrada anterior dos buenos lugares para comer. Ambos mexicanos. Mi última cena berlinesa, de momento, en el Datscha, ruso, de la calle Gabriel-Max, 1, en Friedrichschain, muy recomendable también.

Si no se tiene tiempo para visitar el museo de la DDR citado al principio, o aunque se haya tenido, hay un bar  a un paso del restaurante ruso, Die Tagung, el Congreso (como un clásico que había en nuestra vía principal esquina a Garmendia cuando yo era pequeño) que es un pequeño museo del mismo aire. Recomendable para Esperanza Aguirre y Villar Mir en su próxima visita a Berlín. Cervezas y tratados de marxismo-leninismo. Y efigies de los patriarcas bolcheviques. Un museo con buena cerveza. Wühlichstrasse, 29

También era de ancestro turco Umut, que por dos veces me ayudó con la bicicleta que me habían prestado. La primera, para subir el sillín a mi medida. Yo no tenía la llave adecuada y a él se le rompió un tornillo al intentar ayudarme. Lo compuso todo interrumpiendo su trabajo para atenderme al primer bote. Y no me quería cobrar y al insistir en pagarle me pidió un euro. Un euro. Y le di dos y me pareció que no estaba acostumbrado. Casi al final de mi estancia tuve que volver. El soporte de la cesta de la compra se había partido y no quería dejar la bici prestada en malas condiciones. Me atendió igual que la primera vez. Esta vez le supuso algo más de tiempo y unas abrazaderas potentes. Me pidió cinco euros. Hay cientos o miles de talleres de bicis en Berlín. Este está en Pankstrasse, 62.  




miércoles, 27 de mayo de 2015

El sufragio indirecto en el espejo



El sufragio indirecto, el que se pone en tela de juicio cuando interesa, deja un margen de maniobra que concede a las noches electorales un valor relativo. Y ahí tenemos al presidente del gobierno. Mariano Rajoy ha necesitado más de 48 horas, cada uno tiene su ritmo, para empezar a balbucear que tener más votos que nadie, cuando no se tiene más de la mitad, dice algo, o bastante, pero no todo.

¡Es el sufragio indirecto estúpido! ¿Qué ponía la cabecera de la lista que votamos el domingo? La blanca, al menos la mía, ponía concejales. Hemos votado listas con aspirantes a concejales. Quienes han conseguido ese puesto eligen ahora al alcalde. Parece sencillo. De Barrio Sésamo. Y las de color salmón exactamente igual. Hemos elegido parlamentarios autonómicos que ahora tienen que elegir presidentes de las comunidades autónomas.

Pues hay quienes se lían y acaban discutiendo de marxismo-leninismo -mira que tenían oculto que sabían de esa materia- cuando todo es mucho más sencillo. El estilo personal puede añadir mucho. La mayor sorpresa de la noche electoral, para mi, fue la renuncia explícita del cabeza de la lista popular de Cantabria pese a tener un diputado más que los regionalistas. Sabe que no le salen las cuentas. Quizá es lo más elegante que ha hecho en cuatro años y muy distinto de lo que se le ocurrió a su amigo Martínez Sieso hace doce años cuando al verse inesperadamente sin trabajo, por poco tiempo, pidió nuevas elecciones. Eso es un espíritu democrático y no el de las nuevas alcaldesas de Madrid y Barcelona.

Si no fuera triste, grotesco y muchas cosas más, podía ser gracioso. Que una señora como Esperanza Aguirre se atreva a enjuiciar la calidad democrática de Manuela Carmena es una explicación, sin necesidad de añadir más, de que el régimen surgido hace cuarenta años necesita profundos ajustes. El ministro del Interior no se ha quedado a la zaga. Todavía más triste y/o asqueroso es el juicio de algunos cornetas de las divisiones acorazadas mediáticas.

Si el problema es de comunicación, tienen unos meses para intentar explicar mejor lo que han hecho en estos cuatro años y que tan mal ha sentado al electorado. Y deberían empezar por explicárselo a los dirigentes populares que después de la derrota ya han anunciado que abandonan el cargo, de inmediato o en unos meses. O al presidente castellano-leonés, una de las pocas comunidades que seguirá presidiendo el PP y que ha invitado a su gran timonel a mirarse al espejo. No es fácil decírselo mejor.

Desde el punto de vista del interés mayoritario, lo mejor del pasado domingo ha sido para la confluencia de opciones, a veces sin adscripción partidista concreta, que ha aglutinado a todas o casi todas ellas. Tenemos una ley electoral que castiga la división. Ese ha sido el sustento del bipartidismo desde 1977. La Coruña, Santiago, Cádiz, Zaragoza, Barcelona y Madrid y muchos más sitios indican un camino y señalan con dedo acusador a quienes han tenido la posibilidad y por personalismos y/o sectarismos difíciles de comprender, han acudido divididos a la cita electoral.

El enfado con el partido gobernante es tan grande que, incluso divididos, caben posibilidades de relevo a alcaldes que creían que tenían el puesto asegurado. Pongamos Santander. Que en las posibilidades, tanto de Santander como de todos los mayores municipios y en el Parlamento de Cantabria, figure como determinante el Partido Regionalista deja bastante fuera de juego el discurso de la izquierda radical  al que se han abrazado quienes son incapaces de analizar mejor lo ocurrido hace tres días.

Y lo ocurrido tiene que ver con un enfado monumental del electorado con un partido que ha hecho prácticamente al 100% lo contrario de lo prometido, mientras se descubrían casos de corrupción diarios. Hay que ser un tanto ilusos para pensar que además, el electorado iba a premiar el aumento de la pobreza y la desigualdad.

sábado, 16 de mayo de 2015

Berlin (5)

Berlin c’est fini, en alguna rima. Berlin beendet posiblemente es correcto, beendet für mich. Se ha acabado, al menos de momento, para mi. Estoy escribiendo a no se cuántos miles de pies de altura, sobre algún lugar del sudeste de Francia. Me he dormido al poco tiempo de despegar de Tegel y la última referencia del comandante es que se veían los Alpes y un poco al oeste Ginebra… Pero ha habido nubes por encima y por debajo, fundamentalmente por debajo, de nuestras posibilidades de visión.

No he estado cinco semanas de vacaciones al uso, al uso de no hacer nada, que es lo que entendemos por vacaciones. Las clases de alemán, cuatro horas diarias, casi 100 horas en total, equivalen, más o menos a un curso completo de lengua alemana. Eso y escuchar la radio mañanera y la vida diaria en el transporte, en el supermercado, en los bares y  restaurantes, sin duda ha servido para mejorar mi nivel de alemán que era muy pobre. Paupérrimo, que es una palabra que ya no usamos, que no queda bien aunque la situación de los últimos años da para usarla a diario, como un saludo o una plegaria, con reiteración.

Esta entrada del blog dedicada a Berlín no puede ser la última, en casa, tendré que repasar los flecos que se han quedado. Tenía anotado que el museo de la DDR (RDA para nosotros) merece en si mismo una entrada y después he visitado los refugios de la zona norte de Berlín, entrando por la estación del metro de Gesundbrunnen, refugios y fortalezas antiaéreas … que no se pueden escapar al comentario.

Y también que esa visita demorada la he realizado el jueves. El jueves, hace 48 horas, en Alemania era un día festivo, y pese a la formalidad que el gobierno alemán quiere imponer a sus socios meridionales, supuestamente vagos e impuntuales, ayer viernes fue para muchos alemanes un Brückentag, literal, lo emplean como nosotros, un día de puente, un laborable entre dos festivos, que se arregla, en el convenio, en el calendario escolar o de alguna otra manera para montar un largo fin de semana.

Cuando la escuela de alemán para extranjeros en la que he sido alumno las últimas semanas nos repartió un panfletillo, a finales de abril, advirtiendo del carácter singular del mes de mayo en cuanto a festivos, no daba crédito. Ellos parecía que se disculpaban. Tres días sin clase que no se van a recuperar ni a devolver el dinero. Cuando contraté ya sabía que el 1 de mayo era festivo en medio mundo. Otro festivo en buena parte de Europa, que incluye a mi ciudad natal es el lunes 25, Pentecostés. Pero yo ya no iba a estar allí en esa fecha. Desconocía que la Ascensión fuera fiesta en Alemania. No recuerdo los años que hace que dejó de serlo en España.

Y después está el nombre de la fiesta. No es fácil tomarlo en serio y quiero que se entienda que no es ninguna falta de respeto. Christi Himmel fährt. Jesucristo viaja al cielo, o el viaje de Cristo al cielo. Sin ninguna precisión de que ese viaje signifique un ascenso. En alemán no se sabe en que cota está el cielo. En Francia, donde a pesar de su radical laicismo ese jueves también es festivo, se señala igual que en castellano, que lo que se celebra es una ascensión. Curiosidades de las lenguas que no dejan de ser curiosidades de las culturas que se expresan en esas lenguas.

Volviendo al tema del puente, como en Madrid ese viernes era festivo, el Santo patrón ha llevado a Berlín a muchos ciudadanos de la capital. Se escuchaba al mediodía en las inmediaciones de Alexanderplatz ese acento característico que hace rascar alguna consonante,  ejke… egque, no se si hay una manera oficial de transcribir el acento capitalino.

Las últimas compras, algún recuerdo, todo lo que se deja para última hora… y el cartel pegado a una columna. Se sigue buscando a Hodei. Y hace más de un año y medio que desapareció. En Amberes. En octubre de 2013. Hay una entrada en este blog dedicada a esa desaparición. Y alguna referencia en alguna otra. Conocí a sus padres en Parayas. Hace algo más de un año. Y es una historia estremecedora… Claramente esto tiene que continuar.

domingo, 10 de mayo de 2015

Berlín (4)


Ha sido en el Museo de Historia de Alemania y ha sido el viernes pasado, el 8 de mayo, cuando varios países europeos celebran el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Fue una guerra tan terrible que por lo menos tiene tres fechas conmemorativas del final. El 8. Ayer día 9, la celebración de los rusos. Y habrá que esperar a mitad de agosto para que con el aniversario de la firma de la rendición de Japón podamos cerrar este 70 aniversario.

Pero ha sido el viernes, visitando la exposición 1945, derrota, liberación y nuevo comienzo, en traducción libre, y que en el subtítulo aclara que se trata de doce países europeos en ese marco de la II GM, cuando se me han saltado las lágrimas. Motivos seguramente hay muchos. A mi la llorera me la ha provocado un hecho del que no puedo asegurar que no conociera alguna parte.

El lugar se llama Oradour sur Glane, en Normandía. Cuatro días después del desembarco, o sea, el 10 de junio de 1944, los nazis encerraron a la mayoría de la población en la iglesia y le prendieron fuego. Un panel de la exposición recoge el hecho. Roger Godfrin, nacido en 1936, con siete años en el momento de los hechos, fue el único superviviente de su familia. Allí dentro murieron sus padres sus dos hermanas y su único hermano. La liberación para él fue ese traumático nuevo comienzo. Probablemente en mis lágrimas influyó el tamaño de su familia. Exactamente igual que la mía.

Con 17 años, en 1953, la vida le dio la oportunidad de poder testificar en un juicio contra los miembros de las SS que habían provocado la masacre. Algunos no eran alemanes … eran alsacianos. La historia de Roger ha hecho que se me salten las lágrimas, pero hay muchas más. Esa guerra dejó 60 millones de víctimas, con una proporción de ciudadanos soviéticos que los rusos actuales, con sus banderas zaristas, reivindicaban ayer en Berlín. Se olvida a menudo en occidente y alguien debe recordarlo.

Esa guerra, como todas, como cualquier otro episodio notable de la historia, no es una esfera perfecta y pulida, es una figura geométrica irregular, llena de aristas e interpretaciones, en la que las historias individuales encuentran muy difícil acomodo. Ayer he ido a Treptower Park. El monumento al ejército soviético contó con miles de visitantes y cientos de miles de flores. Todavía tuve tiempo de acercarme al lugar histórico de la capitulación. La casa en la que el mariscal Keitel firmó la rendición incondicional de Alemania, es hoy el Museo Germano-Ruso. Curiosamente la gran fiesta también había sido la víspera, el 8. Yo a partir de este año me voy a fijar mucho en el 9.
En el libro de visitas de la exposición que he citado he encontrado quejas de ciudadanos franceses y rusos. Los textos de la exhibición están sólo en alemán e inglés. Y también de ciudadanos griegos y de otros países del área balcánica. Ellos directamente no están. Entre los doce están Noruega y Dinamarca que los propios textos reconocen que sufrieron una guerra un tanto ligera en comparación con otros lugares. O Luxemburgo, que no es cuestión de tamaños … Pero la ausencia de Grecia, o de Hungría y Rumanía, estando Austria y la República Checa … Bueno yo también escribí en ese libro.

Las fotos que he visto hoy, del ministro Margallo rodeado de banderas tricolores en el aniversario de la liberación de Mathausen, corrobora mi queja. España oficialmente fue neutral pero miles de españoles combatieron en esa guerra, en los dos bandos, miles murieron, y no han tenido todavía el reconocimiento debido. Ha habido cosas más ligeras en los últimos días. He visto perder al Real Madrid, por la mínima, en un pub de Pankow en el que todos parecían italianos. Y he visto ganar al Barça en un lugar en el que algunos no tenían ninguna alegría … Pese a una huelga anunciada, eso son guerras aceptables.


jueves, 7 de mayo de 2015

Dresde

Si sigo demorando este capítulo se me olvidarán cosas, pero el caso es que un amigo me ha hecho una observación en una de las entradas anteriores que ha merecido mi respuesta por haber sentido algo de ese aspecto. Tengo que acabar con el suspense. Menos mal que me conozco, son muchos años conmigo mismo, y fui a Dresde en mi primer sábado en Alemania. De lo contrario me lo hubiese perdido. A priori pensaba que iría también a Leipzig, a Polonia, al Báltico … pero hay mucho que hacer los fines de semana en Berlín.

Entre Brandenburgo y Sajonia no hay montañas, casi no hay colinas, y no se puede decir que la llanura sea un plato, ligeras ondulaciones que en ese sábado de mitad de abril dan al paisaje verde un aspecto extraño, bello sin duda, como un mar enorme y verde. Algún cereal de los denominados fríos, avena, centeno… ha brotado ya, pero mi primera nota en ese viaje tiene que ver con la energía. Con la energía eólica, que no necesita montañas para instalar sus aerogeneradores, incontables en este trayecto. Si es necesaria una firme creencia política y ciudadana en un nuevo sistema de consumo energético, más sostenible.

En Alemania el adelanto político, sus verdes son algo más que un partido con muchas responsabilidades de gobierno en ciudades y Länder, es innegable. La posición consensuada de todos sus partidos respecto a las centrales nucleares después del accidente de Fukushima o la obtención del doble de potencia eléctrica que España de fuente solar, con aproximadamente la mitad de horas de sol…

Pero el día se fue nublando y cuando llegué a Dresde el sol estaba bien oculto tras imponentes nubes. Antes de cruzar el Elba la panorámica que ofrece la capital de Sajonia es muy impresionante. Solo ese instante merece el viaje. En su perfil urbano me llama la atención lo que sin duda es un teatro. La Ópera. Tiene un notable parecido con el Arriaga bilbaíno.. Lo primero que hago después de comprar una tarjeta para el transporte urbano es volver al río. 5€ para todo el día. Todos los usos que se deseen. Me parece un precio más que razonable. Paseo su orilla derecha y cruzo por otro puente. La ciudad antigua es impresionante.


El bombardeo de febrero de 1945 omnipresente, pero la reconstrucción envidiable. Hay un enorme movimiento turístico y se escuchan muchas lenguas diferentes. Los datos son contradictorios. En una página semioficial he visto un error, creo, notable. Dos millones diarios de visitantes. No es posible. Tratan de justificar la tasa de estancia, 1,30€ diarios que se pagan directamente en el hotel. Como en Francia. Como intentaron en Mallorca… En otro lugar veo una cifra más razonable. Casi diez millones de visitantes al año. Después de Berlín y Munich y disputando el tercer puesto al valle del Rhin… en un país que desde que celebraron el Mundial de fútbol se convirtió en una potencia… también turística.

El caso es que empieza a llover y entro en la catedral católica y acaba de empezar un concierto de órgano… y es un momento en que es más fácil creer en la existencia de algún todopoderoso que te da refugio de la lluvia, te ofrece asiento, te  regala los oídos con música próxima al cielo y además todo gratis. Escampa. La catedral luterana- Fraukirche- ha cerrado a las doce por un concierto de órgano. Abrirá de nuevo a la una. Yo no puedo perder tiempo. Tomo otro tranvía para ir al Asisi Panorama. Lo que he visto en la oficina de turismo que debe ser una buena recreación de la ciudad destruida en 1945.

Voy muy entretenido y no me entero pero el tranvía empieza a hacer un recorrido que me suena, estoy regresando. Ha llegado a su parada final y ha empezado a volver. Me pierdo el panorama pero no quiero perderme la iglesia de las mujeres… Aprovecho para comer, muy bien por cierto. Otro momento de ayuda divina. Casi resignado a entrar en un McDonalds me resisto un par de minutos más y … bingo! Un genuino alemán con menú del día, que con algún extra, da de comer en sábado en el centro de una ciudad turística por un total de 18 €.

Después ya la Fraukirchen, también muy espectacular, el callejeo, que me interesa más que algún salón barroco con alto precio de entrada, y otro tranvía para ver la ciudad desde los altos del sur, el lado opuesto al que he conocido por la mañana. No hay moraleja. En mi primera visita a Alemania recorrí con bastante tranquilidad el valle del Rhin. La segunda fue de solo cuatro días a Berlín. En esta tercera, mucho más extensa, Berlín se ha llevado la parte del león pero las horas de Dresde han merecido mucho la pena. Y, será que en sábado también descansan pero, ni rastro de los extremistas de PEGIDA, esos supuestos patriotas europeos que si tuvieran oportunidad se dedicarían a la caza del diferente y que parece que tienen el cuartel general en esta preciosa ciudad. Mucho más me queda pero Munich … el día que el Barça le ha colocado un 3-0 al Bayern tiene más tirón que nunca. Veremos



sábado, 2 de mayo de 2015

Berlin (3)

Escribir puede ser descansar. Sin ánimo de irritar a quien se gane la vida con este medio y a quien le pueda parecer que todos los trabajos cansan. En mi caso, en esta mañana de 2 de mayo, escribir es descansar, ya que ayer me he cansado mucho. Muchas horas fuera de casa, que ya cansa sin más y mucho pateo de la ciudad. Por la mañana relativamente temprano, me he encontrado con la celebración oficial del 1 de mayo, la que organizaba la gran central sindical alemana, DGB

Mucha organización, muy encuadrados los distintos grupos, poco margen para la confusión, y mucha variedad. Desde afiliados aislados del SPD, con banderas y globos rojos, no he podido ver una pancarta de ninguna organización del partido como tal, a grupos de extranjeros con sus propias señas de identidad. Enorme mayoría de turcos, presencia de griegos, dos grupos diferentes de ciudadanos españoles, con símbolos de IU, unos, y de LAB e ikurriñas los otros… istas de varios modelos. Los más sonoros, los anarquistas. Kein Chef, kein Gott, keine Arbeitlos compone una rima fácil de reconocer y de recordar, en el supuesto de que mi transcripción sea correcta.

Mucha música, bastante festivo todo.  Muy cerca del final de la marcha, junto a la Puerta de Brandemburg, una orquestilla con sus miembros vestidos de verde toca todas las “rojadas” que se pueden saber, del “Bella Ciao”, al “Inesina Inés“ (tres hojitas madres tiene el arbole...), pasando por una popular griega que en su momento me llegó vía Theodorakis y que desconozco de que va la letra, que nadie cantaba.

Por la tarde, en Kreuzberg, la fiesta debió desbordar algún marco. Eso me ha parecido escuchar esta mañana en la radio, aunque nada fuera de lo común en los últimos años. Una anécdota de la semana, como para compartir, me ocurrió el lunes. Llovía. No tenía mucho que hacer antes de la hora de clase y en un alarde, que parte de mi familia va a entender en cuanto lea esto, me dije: “Sobre la marcha” Tenía una referencia de la primera vez que vine a Berlín. Un periodista catalán que había estado años viviendo aquí, a través de una de sus compañeras, mi amiga Ana que ahora está en Jerusalem, me pasó una guía de imprescindibles de esta ciudad.

Confiando solo en la memoria me subí al tranvía que recorre la Landsberger Allee. Esa era la clave. Llegar al final y buscar la primera casa de la ciudad que ocupó el ejército soviético en su ofensiva de hace 70 años. No le pregunté al conductor y ello me llevó a tener que preguntar a varios de los pocos peatones con los que me encontré. Un ejercicio muy notable, me van entendiendo aunque no entiendan para que busco esa casa. A mi vez yo les voy entendiendo a ellos. Fantástico. Eso me llevó a buscar un veterinario que me habían indicado que está en la vecindad y que se supone que sabe …Nadie sabe donde esta esa casa. Al final un conductor de mi edad aproximada, en una gasolinera, ante el asombro del cajero, me da las indicaciones correctas… Bingo!

No ha sido mi única vinculación esta semana a aquella guía del periodista catalán. Con consulta previa de la dirección, ayer he buscado el Café Einstein de la Kurfürstenstrasse, 58. Y allí está. Y parecía que no. La calle llega un momento que adquiere un aspecto… raro en muchos sentidos. Dicen que Berlín es el mayor burdel de Europa. Ayer he comprobado que también existe la versión callejera del negocio. Y más allá, cuando estaba a punto de darme la vuelta, me pareció que los toldos de un chalet podían ser una buena indicación. Allí estaba. Decadente, muy decadente. Pero los postres son frescos, y el chocolate. Si se tiene buena relación con las manzanas, y yo la tengo, recomendado el apfelstrudel. Y no es barato, la merienda en el Einstein me costó más que la comida en un turco disfrazado de francés, La Femme, pero si un día tiene el obrero, ese era el día de ayer.