lunes, 29 de abril de 2013

Cociendo habas





Del escándalo de la semana pasada en relación con la libertad de expresión no tengo mucho que añadir. Las redes sociales ardieron, #apoyoBDC marcó tendencia a escala nacional. Puede que alguien, algún día, se arrepienta. Pero parece que es un fenómeno mucho más cotidiano de lo que sospechamos los legos. Debe ser tan habitual que, por ejemplo, la Asociación de la Prensa no tiene nada que decir. Ni las dos grandes centrales sindicales, pese a tener, las dos, a sus secretarios generales en el plantel de contertulios del programa.

Me entero que El País, nada menos que El País, también se ha cepillado un artículo un día de éstos por alguna irreverencia hacia los alemanes y sus tanques, que en la actualidad no disparan obuses. No lo necesitan. Casi cien años, sin contar la guerra franco-prusiana de 1870, para acabar dominando Europa sin un solo disparo. ¿Quién nos llamaría a la resistencia en estos momentos si la invasión adoptara las formas clásicas? Mariano? Rubalcaba? El rey? Lo dudo mucho.

También parece ser, y han pasado dos años antes de que un servidor y la mayoría empiece a enterarse, parece que una foto del mismísimo Rajoy en el yate de un narco, concluyó con la dimisión pactada del director del periódico que se atrevió a publicarla. Cómo para que dimita Núñez Feijóo por la cremita en la espalda. No nos enteramos,  las relaciones entre políticos y mafiosos son de lo más normal. Normal por frecuente, al parecer.

Pues eso. Si en todas partes cuecen habas, cómo saber en qué lugar eso se hace en proporciones poco admisibles. Qué es lo admisible. Mientras la inmensa mayoría de la población tiene entre desesperación y miedo, pasando por problemas muy serios para llegar a  fin de mes, los dirigentes reclaman paciencia. Ajo y agua les falta decirnos. No se va a mejorar nada en lo que falta de legislatura, que es algo más de la mitad, si la desesperación mayoritaria no impulsa un cambio. Ellos están ahí sólo para cobrar. Y cobran muy bien. En su primer mes la directora del banco malo, parece que se levantó más de treinta kilos de las antiguas pesetas. Lo que no gana la inmensa mayoría en un año.

En poco más de 24 horas ya se han recogido casi doscientas cincuenta mil firmas por la dimisión del gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones. Yo he firmado. Con entusiasmo para la primera parte. Son incapaces y perversos. Hacen todo lo que les ordenan desde fuera sin rechistar. Eso es todo lo contrario del patriotismo que invocan como el nombre de Dios en las blasfemias, en vano.

La segunda parte me da pavor. Nuevas elecciones. La ruptura total, desde las primeras semanas, del contrato electoral entre el PP y sus votantes, justifica plenamente la petición. ¿Y? Con lo que se conoce por sondeos recientes la salida sería a la griega, ahora también a la italiana. Los partidos del sistema, unidos, podrían conseguir una mayoría parlamentaria. Y la parte de la sociedad, cada vez mayor, que no confía en los dos grandes partidos, obligada a elegir entre lo poco que hay fuera de los mismos. Un panorama no mucho mejor que el actual de cara a parar los pies a quienes han declarado la guerra a la mayoría. Estamos en guerra, pero con la resistencia sin organizar.

Y en pocas horas el 1 de mayo. Una cita clásica. Entre la libertad de expresión machacada y el septimo aniversario, hoy, del fallecimiento de John K. Galbraith … Murió con 97 años bien cumplidos y a tiempo para no ver el poco caso que se le está haciendo en la coyuntura actual.

lunes, 22 de abril de 2013

Franquismo sociológico




El titular hace referencia a lo que hace referencia y a las cientos de miles de veces que lo usamos. Declaraciones recientes de los más altos cargos del Partido Popular no hacen más que apoyar la pervivencia del fenómeno social etiquetado en el titular. Pero rara vez se va más allá de lo evidente. Una sociedad como la nuestra, que atravesó la mayor parte del siglo anterior sometida a poderes políticos autoritarios, totalitarios, y que realizó la transición a la democracia presente de la forma que se entendió por casi todos como la única posible, arrastra secuelas.

Como cuando la convalecencia de una larga enfermedad no sigue las pautas recomendadas por los profesionales. En Italia, mucho más en Alemania, los procesos de liquidación de sus regímenes totalitarios, se dieron a continuación de la derrota militar de los mismos. Y se arrasó con ellos. Y también allí se han dado procesos de renacimiento de los mismos. ¿Cómo es en nuestro caso? Donde además ni siquiera se han dado casos de renacimiento de formaciones políticas que se reclamen de aquello y que tengan algún éxito electoral… Si no recuerdo mal todo lo que consiguió en algún momento la formación de Blas Piñar fue un escaño por Madrid, o uno a escala nacional para el Parlamento Europeo.

Aquí el fenómeno es mucho más sociológico que político. Y transversal. Como en el poema de Blas de Otero, aquí no se salva ni Dios. Hoy, lunes 22 de abril de 2013, desde las siete de la mañana, cuando no he podido escuchar el programa de radio con el que mi hijo y su socio intentaban ganarse la vida, he comprobado, ya no lo necesitaba, no es que me haya tirado del árbol hoy mismo, pero he comprobado que ese franquismo sociológico impregna hasta los tuétanos a muchos de los que se creen inmunizados por su pertenencia, más o menos formal, a una supuesta izquierda más o menos divina.

Al margen de la ideología y el pensamiento de cada cual, el franquismo sociológico se manifiesta en las redes clientelares que los partidos que tocan, o han tocado poder, o aspiran a tocarlo, tejen y han tejido, con empresas y profesionales. Y se trata de mantener la comedia, de buenos y malos, y quien denuncia desde el minuto cero lo desfasado que en la actualidad resulta lo que ya se conoce como el y tu más, resulta sospechoso. Si no es incondicional no nos vale. Adhesión inquebrantable se denominaba en tiempos históricamente recientes. Los principios del Movimiento, y no hablo de Física sino de Política, siguen muy vigentes.

Este blog, que había conseguido regularidad, los lunes, en las últimas semanas, tenía un guión para hoy. El consejero del ramo de Madrid cree que manifestarse a favor del sistema público de sanidad y contra su privatización despendolada, la misma que está en marcha en Cantabria, es irse a las barricadas. Eso es franquismo sociológico, la exageración, la criminalización de la protesta. Se está contra Cantabria, contra España, si no se está con quien gobierna.

Un lector, y amigo, no creo que tenga muchos lectores enemigos, de momento, me señalaba que el final de la entrada de la semana pasada podía ser exagerado. Iba en torno a Cospedal y el nazismo. No tuve otra intención, trato de autolimitar la extensión de estas entradas, que relacionarlo con un principio básico del totalitarismo moderno: Repetir una mentira tantas veces como haga falta para que se tome por verdad. Hoy nadie me priva de añadir que no sólo el PP o sus altos dirigentes se dedican a eso.

Por otra parte, mi ingenuidad, a esta edad, se ha limitado mucho. Hace ya más de un mes, en una entrada titulada “tanto que contar” se abordaba, con la discreción necesaria el asunto de la información local y regional y su peligrosidad profesional.

Y no está mal que recuerde, si no lo hago yo se lo va a apropiar alguien, que con todo el modo irónico on que se quiera, y lo fácil del asunto, el parecido fonético y semántico entre Calabria y Cantabria tiene derechos de copia y son míos. Sirvió para regocijo de unos cuando se estrenó. Ahora la fiesta llega a todos. Son cosas de la democracia real, la del ciberespacio. Esto.


lunes, 15 de abril de 2013

Caída libre




Desde la publicación de los últimos sondeos de opinión sobre intención de voto a escala nacional, tengo la impresión de que una poderosa novedad no está siendo resaltada. El hecho de que los dos grandes partidos, los que han gobernado en España desde hace 30 años, no tengan en este momento una intención de voto, los dos en conjunto, que alcance a la mitad del electorado es, en primer lugar, muy nuevo. A partir de ahí se abren opciones. Habrá quien vea en ello un dato esperanzador y quien crea que es el inicio del desastre anunciado, pero es difícil negar la novedad.

En torno a esa nueva realidad me había acosado una imagen que, como con las pesadillas, he compartido con varios amigos. Manera tradicional de desembarazarse de las mismas. Ya he ido dando mi opinión en los últimos meses sobre el comportamiento tremendamente parecido, en asuntos básicos, de esos dos grandes partidos, con el resultado de orfandad práctica que siente una parte muy notable del electorado de izquierdas. Una amiga me decía que es una pena que dibuje tan mal. Yo dibujo muy mal. Nunca he aprendido a hacerlo de una manera medianamente digna.

Pero ella captó muy bien la imagen. Dos cuerpos abrazados se despeñaban, supongo que con una velocidad uniformemente acelerada, y con alguno de los principios básicos de Newton haciéndose evidente. Si los dos grandes partidos se despeñan, ¿quién pierde considerablemente más? Si en la próxima legislatura, empiece en 2015 o antes, se necesita algo parecido a un gobierno de salvación nacional para conseguir una mayoría parlamentaria, lo que hasta ahora había sido una broma de mal gusto, que va calando progresivamente, pasará a ser una realidad: PPSOE

A partir de ahí, ¿a quién se le ciega el futuro? Cuando alguien que parece que sigue siendo una referencia entre algún sector de la izquierda española, como Felipe González, se permite hacer las declaraciones que ha hecho hace unos días en relación con los afectados por los desahucios y no se alza una ola de indignación en su propio partido, a ese partido le ha pasado algo muy notable. Pero es que en el propio Congreso de los Diputados, otra referencia del socialismo español, Chaves, se tiene que emplear a fondo con lo que debe considerar diputados díscolos. Odón Elorza, por ejemplo. Diputados que tratan de sintonizar, en una situación realmente comprometida, con quienes peor lo están pasando. Algo que hasta ahora era consustancial en el discurso de la izquierda.

Otra referencia del socialismo español, a quien personalmente profeso un respeto muy superior, Ramón Jáuregui, firma la misma semana, la pasada, en su blog, unas impresiones sobre la monarquía actual y la posibilidad de una alternativa republicana que podía haber salido del gabinete de la Casa Real… La pregunta es evidente. La gran conferencia catártica que al parecer prepara el partido socialista para el otoño ¿puede llegar tarde? Y si la participación en las primarias más abiertas del continente llega cuando una parte sustancial de sus destinatarios ya no tiene ganas ni de que le identifiquen como simpatizante?

Cabe la posibilidad de que la reacción, como tantas veces, sea echar la culpa al empedrado. Mientras, el ministro del interior-que en ese futuro gobierno de concentración puede ser socialista para mayor diversión- lamentará el sufrimiento del hijo de alguna ministra o la señora Cospedal, entre funeral y funeral de diputados suicidados por no soportar la situación de sus escaños, se permitirá seguir insultando a los más castigados. María Dolores, ya que lo preguntas, nazi, nazi, lo que se dice una nazi, eso eres tu


lunes, 8 de abril de 2013

De fados y cuñados



La mayoría de españoles, de tanto mirar hacia la Europa que ahora nos rige, a la que en algún momento imploramos parecernos, de tanto mirar hacia el este, el nordeste, olvidamos con frecuencia el oeste. Nuestros vecinos peninsulares. La excepción puede encontrarse en las zonas más próximas a la frontera, fundamentalmente en Galicia tan culturalmente emparentada.

Tampoco es que al otro lado de la raya hayan sido especialmente cariñosos con nosotros, al menos oficialmente, aunque las experiencias personales, cuando hemos visitado el territorio de los vecinos, normalmente son más que positivas. Después está el ejemplo de una figura universalmente reconocida del siglo XX, el Nobel portugués José Saramago, vitalmente comprometida con los dos estados ibéricos.

No me resisto a citar también a Carlos Cano. El granadino, con María la Portuguesa, hizo más por la fraternidad de los dos pueblos que la mayoría de las políticas oficiales desde 1640, aunque su historia además de amor tiene disparos, muerte y celos. O sea, la vida misma.

Mi generación se vio sorprendida, dentro de un par de semanas se cumplirá el 39 aniversario, con la manera en que los vecinos se deshicieron de su dictadura. Otro tema que nos había hermanado durante decenios. Recuerdo una carta de un amigo, del que hace un año hice una referencia con motivo de su fallecimiento y la bandera, tricolor, que envolvía su féretro. 

El en Valladolid y yo en Barcelona en aquel abril, recibí su misiva con este párrafo textual: “No te jode, los vecinos se van a hacer progres antes que nosotros…” No nos parecía que la oposición portuguesa lo tuviera más maduro que la nuestra y sin embargo, la imagen del clavel en el cañón del fusil empezaba a dar la vuelta al mundo.


Treinta y nueve años más tarde está sucediendo algo parecido. Ahora a mayor gloria de la división de poderes en un estado realmente democrático. Lo nuestro todavía está por ver. Los vecinos ya han dictaminado. En una Europa en (de)construcción quedan restos de la soberanía nacional que los poderosos (prepotentes) ignoran, pero que la realidad, siempre tozuda, hace emerger.

Estoy ensayando Grândola. Y el 25 cantaré. No sé si en solitario o con público. Los vecinos han hecho que me deje en el tintero la institución del cuñado. Tan nacional y patria. Afecta transversalmente a todos. El príncipe Felipe está afectado por el marido de una de sus hermanas. Al otro ya lo ventilaron hace tiempo. El presidente regional también tiene cuñados. En este caso parece que el dolor de cabeza viene del hermano de la esposa. Al anterior presidente también le han sacado una copla, o fado, con algún familiar de su esposa… Y sigo sin esbozar una sonrisa ante un grito que literalmente parte (de risa) al personal y que se sigue gritando en bares, playas y hasta en el monte… cuñaooooooooooooo! Pero seguramente es que todavía tienen que emerger más cuñados


lunes, 1 de abril de 2013

Escrachar, picar y rascar




Un lunes más tecleando. Y festivo. Con una tortura a cuestas, lo cual en las últimas jornadas, no significa nada relevante. Son días de rememorar torturas diversas. La delegada del gobierno en la comunidad madrileña se marchó de vacaciones asociando terrorismo, o filoterrorismo, a la desesperación de montones de ciudadanos honrados a los que la crisis y la única legislación en Europa que lo permite, están arrojando literalmente a la puta calle, con perdón. Escrachado me dejó. 

Hay gente de piel muy fina. La ley del embudo de toda la vida, envuelta en grandes declaraciones. Quienes hoy se lamentan ayer aplaudían. Las hemerotecas, y hay quien se ha preocupado rápidamente de indagar en ellas, recogen declaraciones de muy altos dirigentes del partido hoy en el gobierno, de hace dos o tres años. Entonces en la oposición les parecía maravilloso todo, absolutamente todo lo que les pudiera ocurrir a los miembros del gobierno o del partido que lo sustentaba.

Qué aburrimiento. Y siguen jugando a lo mismo. Los unos y los otros. La, al parecer, recién fortalecida número dos de los socialistas, Elena Valenciano, se ha descolgado en las redes sociales con un cuento lacrimógeno que parece importado en directo del archivo de un consultorio sentimental de éxito hace décadas. Algunos lo recordarán. Siempre empezaba con un Mí querida doña Elena.  Todo a propósito de una supuesta carta de una joven de 33 años que no consigue encontrar trabajo en España y se va con su pareja y su hija a buscar fortuna al extranjero. ¿Hasta ahora no se habían enterado en Ferraz que eso les estaba ocurriendo a miles de compatriotas? 

La palabra de la semana, santa por otro lado, ha sido escrachar. No sé si viene del inglés scratch, rascar, incluso rascarse, arañar, rayar… Dice la RAE que en Uruguay y Argentina escrachar significa romper, destruir, aplastar, incluso, y esto me descoloca, fotografiar. Toda la vida se ha escuchado aquello de  que cada uno se rasca cuando le pica. Quizá es un cántico al individualismo y se pueda relacionar con algún neoliberalismo rampante, pero no lo creo. Me parece que ya se declaraba durante la autarquía franquista y seguramente con anterioridad.

Con todo patas arriba, todo cabe y todo vale. Ahora que no hace falta ser un radical para saber que los ladrones están en la parte de dentro del mostrador bancario, ahora es el momento de gritar a quien lo quiera oír y a los demás, que falsear programas electorales es falsear un contrato… Y que lo mínimo que resta, desde la perspectiva del sistema ya que la ley no interviene para restaurar ese contrato,  es la protesta. 

Claro que ser antisistema, visto lo visto, puede ser ahora mismo mucho más honrado. Examinen un poco, unos minutos, todo lo que han conocido en los últimos meses en relación con las entidades financieras, todas o casi, los principales partidos políticos y sindicatos, las organizaciones empresariales, los gobiernos autonómicos, la familia real, … ¿Nos quedamos con este sistema? ¿No hay recambio  o reparación posible?